El dibujo ha sido la base hasta ahora de la producción y las investigaciones del artista coruñés Vicente Blanco, desde sus primeros vídeos de animación hasta sus posteriores collages en relieve sobre papel o sus creaciones, en ese mismo soporte, a lápiz o tinta. Lo aborda como una suerte de tamiz que le permite filtrar imágenes procedentes de diferentes mundos, el real y el imaginado, integrando elementos de su propio contexto cercano o del arte y la arquitectura, en ocasiones con carga simbólica honda.
La observación de ese entorno que le es próximo ha tenido, precisamente, un peso muy relevante en su trayectoria: su residencia-estudio se encuentra en el campo gallego, cerca de Lugo, una zona en la que, como en tantas del medio rural de nuestros país, las tradiciones, la arquitectura, el paisaje y también el lenguaje que pervivieron durante siglos se desvanecen desde hace décadas, absorbidos por nuevos modelos económicos que se proyectan también sobre la naturaleza y los modos de vida. El pasado aprecio hacia las particularidades estéticas de cada lugar y hacia el cuidado de lo natural ha dado paso al culto a lo exótico y lo tenido por lujoso o exclusivo y, atendiendo a ese panorama, Blanco ha decidido volcar en su obra un imaginario de aquello que ya no existe, de lo desaparecido.
Entiende que en el dibujo, en mayor medida que en otras disciplinas, se ha buscado siempre más la verdad que el poder, de ahí que le interese como herramienta para construir narrativas hoy alternativas en torno a la pertenencia, el cuidado de personas, objetos y paisajes, la responsabilidad o la memoria colectiva e individual.
Coincidiendo con Apertura Madrid Gallery Weekend, que tiene lugar este fin de semana, Blanco presenta en la Galería Silvestre, su sala habitual, “Los cuerpos inesperados”, un conjunto de trabajos recientes en los que ha mantenido apelaciones que sostiene desde hace ya dos décadas hacia las posibilidades vibratorias del papel y hacia las que llama relaciones entre el paisaje como medio y el poder que dicho medio encierra. Además de las citadas inquietudes constantes en su obra, vinculadas a la pérdida de la armonía en nuestra coexistencia con el ambiente natural y de los ritmos marcados por los tiempos de trabajo y de celebración (comunitarios) que estructuraban la mayoría de las vidas hasta mediados del siglo pasado, encontraremos en estas composiciones un motivo recurrente: el de las manos, que tiene que ver tanto con oficios tradicionales como con la labor de Blanco como teórico y educador en arte.
Las detectamos, si nos fijamos, desde siempre en sus imágenes: son reivindicadas como órgano hacedor, que construye mediante gestos mecánicos, y también como extremidades pensantes, que solucionan y componen. En las escenas que Silvestre reúne las contemplamos abrazando, agarrando, desenvolviéndose, a veces tensas; en ocasiones trabajan, en otras expresan afecto o se relacionan con una naturaleza que, como ellas, las acoge o amenaza, las recibe o las despide.
Vicente Blanco. “Los cuerpos inesperados”
c/ Doctor Fourquet, 21
Madrid
Del 14 de septiembre al 11 de noviembre de 2023
