Thomas Struth, la idea y la disección

El Guggenheim Bilbao examina la carrera del fotógrafo alemán

Bilbao,

Alemán frente a alemán: el único autorretrato de Thomas Struth, fechado en 2000, parece mirar al de Durero, datado cinco siglos antes, en la gran antología dedicada al fotógrafo que el Museo Guggenheim Bilbao abrirá mañana, 2 de octubre. Ha sido organizada en colaboración con Haus der Kunst, comisariada por Thomas Weski y Lucía Agirre y presenta un recorrido por los cincuenta años de trayectoria de este artista, esencial a la hora de comprender la fotografía de posguerra en Europa y también las preocupaciones sociales que en este medio siglo han transformado nuestras sociedades.

Justamente ese ha sido el asunto central de su trabajo: la evolución de nuestros lazos familiares y de nuestro uso del espacio público, los cambios en la consideración de la naturaleza y la cultura o los desafíos que implican las nuevas tecnologías, la inestabilidad de las estructuras sociales y de nuestras economías y la fragilidad de las identidades individuales en una sociedad globalizada. Y ha abordado esos temas desde una elegancia formal compatible con la generación de empatía en el público.

La antología del Guggenheim trata de conectar las ideas que Struth desarrolla en su temprano material de archivo con obras de series acabadas, y bien conocidas, como Lugares inconscientes, Retratos de familia, Público, Fotografías de museos, Nuevas imágenes del paraíso y Este lugar. Series que, a su vez, entablan en Bilbao relación con una videoinstalación multimedia, Proyecto Berlín, y con grupos de trabajos más recientes, como Animales, Naturaleza & Políticas, o con las imágenes de flores y paisajes que ha llevado a cabo en el hospital Lindberg. Unas y otras fotografías nos hacen ver otra de las esencias, constantes, en la obra del alemán: la conjunción de creación personal y análisis de un entorno y una época.

Siendo estudiante, en los setenta, en la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf, Struth comenzó a capturar los barrios de esa ciudad; también las de Nueva York, durante una estancia de nueve meses y cuidando las perspectivas simétricas. El procedimiento lo mantendría en otras ciudades, mostrándonos especialmente paisajes urbanos donde el desarrollo económico y social quedaba patente de forma amplificada y la globalización no se escondía.

Thomas Struth. Crosby Street, Soho, Nueva York 1978. © Thomas Struth
Thomas Struth. Crosby Street, Soho, Nueva York 1978. © Thomas Struth

Su atención a esas estructuras urbanas es el centro de Lugares inconscientes y las familiares son el eje de Retratos de familia, serie iniciada por Struth en colaboración con un amigo psicoanalista, Ingo Hartmann, que pidió a sus pacientes que aportaran fotos familiares como parte de la terapia. Uno y otro escogieron sesenta de aquellas imágenes y el artista las reprodujo y amplió en impresiones en blanco y negro, en parte como medio de agradecimiento hacia ellos.

También ha fotografiado otras familias (una de ellas en San Sebastián, La familia Iglesias) durante sesiones formales en las que permite a sus modelos familiarizarse con la cámara. Son muchas las lecturas que de estas obras podemos obtener: desde los lazos contra los que no puede lucharse, manifestados como parecidos físicos, hasta lo que hay en estos grupos sociales primarios de individualidad y de colectivo.

Thomas Struth. Kyoko y Tomoharu Murakami, Tokio 1991 (Kyoko and Tomoharu Murakami, Tokyo 1991). © Thomas Struth
Thomas Struth. Kyoko y Tomoharu Murakami, Tokio 1991. © Thomas Struth

Ocupa un lugar esencial en la exposición, lo mencionábamos, el archivo de Struth, que se exhibe por segunda vez al público: materiales de trabajo, hojas de contacto, fichas, bocetos, pósters y también dibujos tempranos, montajes, pinturas, estudios fotográficos, cuadernos, materiales de investigación, lectura y audición, cartas, etc. Se muestran cronológicamente, acompañando el desarrollo de su obra partiendo de las ideas.

Thomas Struth. Museo de Pérgamo 1, Berlín 2001. © Thomas Struth
Thomas Struth. Museo de Pérgamo 1, Berlín 2001. © Thomas Struth

Las que elucubró en los ochenta le llevaron a vertebrar la serie Fotografías de museo, en las que aunó su primera pasión por la pintura con la fotografía. En ella exploraba los nexos que se entablan entre las obras de arte y sus espectadores y entre dos tiempos: el pasado y el presente. De la evolución de aquellas surgió su planteamiento del conjunto de fotografías que tomó en homenaje a Miguel Ángel y su David en el 500 aniversario, en 2004, por encargo de la entonces directora de la Galería de la Academia florentina: se centró en los visitantes que admiraban la obra sin ni siquiera incorporar esta a las imágenes, es decir, en la capacidad de David de generar asombro atemporal. También pasó por el Prado o por el Hermitage de San Petersburgo.

Thomas Struth. Paraiso 26, Palpa, Perú 2003 (Paradise 26, Palpa, Peru 2003). © Thomas Struth
Thomas Struth. Paraíso 26, Palpa, Perú 2003 (Paradise 26, Palpa, Peru 2003). © Thomas Struth

Y se fijó, como decíamos, en la naturaleza: fotografió la selva tropical australiana, y otras en China, Japón, Alemania, Brasil, Perú y Estados Unidos, en trabajos más intuitivos que los anteriores que exaltan la sensorialidad de estos paisajes por encima de las peculiaridades de su geografía y latitudes.

Nos referíamos también a una videoinstalación: Proyecto Berlín. Struth y Klaus vom Bruch grabaron de forma independiente escenas en diversos lugares del mundo para unir después sus respectivos materiales. En esta obra encontramos multitudes filmadas con cámaras fijas en las que lo individual queda por completo diluido o es fugaz, en diferentes culturas: en grandes ciudades o en destinos turísticos masificados.

Ya a principios de los noventa aceptaría este autor otra invitación: la del director de Kunstmuseum Winterthur, Dieter Schwarz, para ofrecer fotografías al hospital Lindberg. Las realizó tras empatizar con sus enfermos, dedicándolas a flores y paisajes de los alrededores, y las colgó frente a las camas de los pacientes, metaforizando en algún caso la situación física de cada uno.

Otra invitación, la de Frédéric Brenner hace diez años, se materializaría en Este sitio, una serie en la que plasmó su mirada de Israel, la Ribera Occidental, sus habitantes y sus condiciones de vida.

Los viajes han sido un componente fundamental en la trayectoria de Struth. Desde 2007 visitaría en varias ocasiones la NASA y pudo fotografiar sus espacios de difícil acceso, incluyendo la piscina de flotabilidad neutral donde se forma a las tripulaciones; esas visiones reunirán seguramente muchos espectadores en el Guggenheim.

La última sala de la muestra se dedica a sus series Naturaleza & Política y Animales. La primera está dedicada a los desarrollos tecnológicos empleados por ciertas empresas y laboratorios de investigación, como los centrados en inteligencia artificial, robótica, producción de energía… Ha querido indagar en si existen, y dónde están, los límites del progreso en imágenes de acentuado carácter simbólico en las que la tecnología no se hace presente de forma palpable.

La segunda reúne un grupo de naturalezas muertas recientes: animales fallecidos por causas naturales fueron retratados por Struth, desde un enfoque tan contemporáneo como lleno de sensibilidad y de humanismo. Logró su objetivo: Mostrar a los animales de una manera hermosa y digna. Me interesa la idea de rendirse: una vez que mueres, todo el circo que creas de forma proactiva, el teatro, se detiene por completo. Estas imágenes deben ser como golpes, el recuerdo de la muerte como una llamada de atención.

Thomas Struth. Cebra (Equus grevyi), Leibniz IZW, Berlín 2017. Cortesía Galerie Max Hetzler, Berlin│Paris│London © Thomas Struth
Thomas Struth. Cebra (Equus grevyi), Leibniz IZW, Berlín 2017. Cortesía Galerie Max Hetzler, Berlin│Paris│London © Thomas Struth

 

“Thomas Struth”

MUSEO GUGGENHEIM BILBAO

Avenida Abandoibarra, 2

Bilbao

Del 2 de octubre de 2019 al 19 de enero de 2020

 

Comentarios