Cuando, a mediados de los años cuarenta, únicamente gozaba de consideración artística plena cierta fotografía en blanco y negro, Saul Leiter ya trabajaba con películas en color. Pero al no alcanzar su merecido reconocimiento como pionero del cromatismo hasta el final de su vida (falleció en 2013), durante décadas pensamos que los grandes profetas de la fotografía en color fueron, en el marco del movimiento de la New Color Photography de los setenta, Stephen Shore y William Eggleston. Que lo fueron, pero tenían su precedente.
Unos meses después de que filmes como Carol reivindicaran su estética, el Foto Museum de Amberes (FOMU) dedica a Leiter una retrospectiva que puede visitarse hasta el 29 de enero de 2017 y que lo reivindica no solo como fotógrafo, sino también como pintor, porque combinó ambas facetas y no siempre separadamente. Su trabajo en ambas disciplinas -se inició en la pictórica, aunque tuvo cámara desde los doce- compartió estilo visual basado en la planitud y la tendencia a la abstracción y, como sabéis, su gran fuente de inspiración fueron las calles de Nueva York, donde residió durante más de sesenta años.
En sus composiciones, de enfoque inusual, abundan espejos, ventanas, señales de tráfico, edificios y transeúntes, vidas urbanas convertidas en instantes congelados en los que no resaltaba su realismo ni detalles, solo su belleza esencial, porque el mobiliario urbano se confunde entre formas de colores amorfas. Él de hecho conoció muy de cerca el Expresionismo abstracto, y acudió a numerosas exposiciones de Pollock, De Kooning, Rothko o Barnett Newman (también se dejó inspirar por Vermeer o Picasso). Quizá de ahí su interés por representar más gotas de lluvia cayendo por ventanas que retratos convencionales de celebridades.
Además de sus imágenes en color, la exhibición en FOMU, organizada en colaboración con Haus der Photographie, el Deichtorhallen de Hamburgo, la Gallery FIFTY ONE de Amberes, la Saul Leiter Foundation y la Howard Greenberg Gallery, nos presenta sus fotografías en blanco y negro y una selección de pinturas inéditas para el público. Las primeras destacan por sus expresivos juegos lumínicos; con ellos trataba de decir lo que luego comunicará a través del color, un color brillante y con un carácter plástico.
No encontramos en sus obras narraciones, porque Leiter concebía la cámara como herramienta para mirar de otra manera, no como instrumento para contar historias.
Si tenéis oportunidad, no os perdáis el documental In No Great Hurry – 13 Lessons in Life with Saul Leiter, filmado con la colaboración del artista entre 2010 y 2011.
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