Nacida en Francia en 1941, Sarah Moon fue modelo antes que fotógrafa y ese sector, y el de la publicidad, forman parte indisociable de su producción, pero esta se ha expandido, sobre todo desde los ochenta, en muchas direcciones en lo técnico y lo temático: experimenta, en el primer sentido, con paciencia y osadía; en el segundo, trata de captar escenas que nazcan de sus propias inquietudes interiores, alejándose de premeditaciones y cálculos.
Se refiere a sus imágenes como ficciones de un segundo, como sugerencias de narraciones (que no narraciones en sí) que hemos de leer en el contenido de una mirada o en los gestos esbozados de las figuras: el propósito de esta autora es dejar entrever relatos posibles que ella imagina y que no necesariamente han de haberse materializado, constataciones de que existen más posibilidades perceptivas que las que ofrecen la obviedad y la evidencia. Se vale de todo tipo de cámaras (de la Polaroid a la Réflex), trabaja tanto dentro como fuera de su estudio y, aproximadamente desde 1985, ha transitado entre la imagen fija y la imagen en movimiento, alumbrando cortos y largometrajes, en color o en blanco y negro, conforme a tramas propias o adaptadas de los cuentos clásicos de Perrault y Andersen.
En el viaje a la interioridad que propone Moon con insistencia destacan sus referencias continuas a la memoria de la infancia, no tanto a instantes biográficos concretos como a las virtudes o estados que podemos asociar a la niñez de todos: el asombro, la curiosidad y la capacidad de maravillarse ante lo que aún no se contempla con hábito y costumbre, o pasa del todo desapercibido. La escritora Anne Maurel ha aludido a su trabajo como un modo de luchar incansablemente con el ladrón que es el tiempo.
Hasta el próximo diciembre, la Fundación Foto Colectania de Barcelona dedica a esta autora la muestra “El tiempo se detiene”, cuyo recorrido ha sido vertebrado por ella misma. Consta de ochenta fotografías, ligadas a la moda, como dijimos, las más tempranas (le hicieron encargos firmas como Cacharel, Chanel o Dior), y paulatinamente más oníricas y sugerentes el resto, abiertas a interpretaciones múltiples y susceptibles de ser relacionadas tanto con el sueño como con el cine por su evocación del misterio y su recurso frecuente al desenfoque, la impresión de movimiento y las exposiciones largas.
Esta institución dio carta blanca a Moon para seleccionar las obras expuestas y su orden: se trata de esas ochenta fotos, un conjunto de libros y cinco filmes producidos por Take Five Prod, con ciertos lazos en común, como la plasmación inhabitual del espacio y del tiempo, la puesta a prueba de la cámara como herramienta para transformar, y no capturar, lo real, y la búsqueda de la representación de las esencias y las sensaciones propias; prescinde esta autora francesa, muy intencionadamente, de cualquier suceso, anécdota o mensaje definido que se aleje de su subjetividad. Esos rasgos tienen mucho que ver con los referentes de sus creaciones cinematográficas: el expresionismo alemán, fundamentalmente Murnau, Pabst y Carl Dreyer.
Este montaje, como la propia Moon ha recalcado, tiene mucho que ver con su anterior muestra “PasséPrésent” en el Musée d’Art Moderne de París, si bien esta vez se han añadido proyectos más recientes, como la película inédita Hors saison, realizada este mismo año, y se ha primado el blanco y negro sobre el color. La disposición de unas y otras obras no es cronológica, y tampoco del todo racional, sino intuitiva y basada en asociaciones derivadas de la imaginación: desea la francesa, de este modo, no imponer ningún tipo de visión concreta de su fotografía, ni siquiera busca explicarla; más bien opta por adaptarla a los espacios donde se presenta sin dejar de atender al propio impulso.
Sarah Moon. “El tiempo se detiene”
C/ Passeig Picasso, 14
Barcelona
Del 19 de junio al 22 de diciembre de 2024
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