Sara Ramo, otras columnas

Presenta un proyecto específico en la Sala Alcalá 31

Madrid,

Hace tres años presentaba Sara Ramo su primera muestra individual en la Galería Travesía Cuatro, “Los Ayudantes“, que recogía el proyecto con el que fue becada por la Fundación Botín: un vídeo y dos conjuntos escultóricos en los que la artista, que vive y trabaja entre Madrid y São Paulo, nos invitaba a reflexionar sobre el carácter mítico, a menudo en exceso fabuloso y esencial, que atribuimos a la idea de origen, a nuestro pasado. Su siguiente muestra importante en Madrid se presentaba antes del verano, en el programa Fisuras del Museo Reina Sofía: “lindalocaviejabruja“, abierta hasta marzo del año que viene, ha conectado varios espacios del centro haciendo de ellos escenarios cercanos a lo doméstico pero no cotidianos, sino opacos, planteando dudas sobre las múltiples capas de las identidades femeninas y su relación, en nuestro imaginario, con los objetos.

Sara Ramo. "La caída y otras formas de vida" en la Sala Alcalá 31
Sara Ramo. “La caída y otras formas de vida” en la Sala Alcalá 31

Con aquella propuesta conecta, en buena medida, “La caída y otras formas de vida”, exhibición que desde hoy presenta la Sala Alcalá 31 de la Comunidad de Madrid, aunque este proyecto ha sido ideado específicamente para este espacio y en diálogo con su arquitectura y con su anterior función como sala de operaciones del Banco Mercantil e Industrial de la capital, de ahí su planta basilical conforme a modelos clásicos. Casi todas las obras expuestas son de nueva creación y en ellas, siguiendo la estela emprendida en su producción reciente, se ha servido de retazos de materiales cotidianos, situándolos en contextos inesperados, para llamar la atención del espectador sobre universos hasta hace poco desapercibidos para la historia y la atención general (lo doméstico, lo femenino, la infancia, lo descartado), que a su vez, precisamente a causa de esa desatención, se han convertido en esferas ajenas al control del poder y al funcionamiento derivado de sus criterios.

Comisariada por Claudia Rodríguez-Ponga y concebida para ser contemplada desde diversos ángulos (prestad atención a las vistas que nos ofrece la planta alta), se estructura en dos ámbitos correspondientes justamente a las dos alturas de la sala: en la baja, se han incorporado las puertas de entrada al recorrido generándose un backstage escenográfico gracias, asimismo, a la disposición de falsas paredes asimétricas que impiden al espectador una visión de conjunto de la muestra y que apuntan a la concepción del montaje como simulacro.

En el espacio marcado por esas estructuras de madera, encontramos las reinterpretaciones de Ramo del elemento, en lo arquitectónico y en lo simbólico, definitorio de la estructura de Alcalá 31: columnas que no son ya emblema de dominio al presentárnoslas la artista revestidas de coloridas cintas, simuladas o coronadas por capiteles compuestos por envases de alimentos. Los órdenes han caído y esas columnas se han convertido en tótems, en seres singulares que no se imponen a quien las observa sino que parecen emanar de la diversidad colectiva. Se acompañan de ladrillos que no conforman muros sino escaleras, de ramas, de una pirámide de la que brota una flor, de baldosas cerámicas de baño de cuyas junturas nace pelo o de un semiobelisco no realizado en piedra sino en la manejable tierra.

En la planta superior nos esperan collages formados por fragmentos de telas que a simple vista pueden parecer pancartas, capas o estandartes y que componen, con sus títulos, una marchinha de carnaval, canto popular brasileño. Es posible contemplarlas también como telones, conectando en este caso su carácter escenográfico con el del planteamiento del recorrido en la planta baja, en la que los objetos salen a nuestro encuentro a modo de collage espacial.

Estos estandartes sí se exhiben sobre la pared y a la misma altura, conforme a los parámetros expositivos clásicos, pero no buscando orden ni contrapunto respecto al resto de la exposición, sino más bien cierta parodia de esas tradiciones, en una nueva referencia a libertades (literarias) que el poder no puede controlar.

Además de con “”lindalocaviejabruja”, esta muestra se relaciona con “Cartas na mesa”, exhibición que Ramo presentó en la primavera de 2018 en el espacio brasileño Fortes D’Aloia & Gabriel y en la que exploraba el orden y el desorden presentes en nuestras acciones diarias, supuestamente banales. Su producción tiene mucho de realismo mágico, de mundo paralelo que desafía la razón de ese otro planeta adulto y cabalmente articulado que cree mantenerse ajeno al caos sin saber que esa batalla se perdió. Por eso desechos y basuras no son para la artista sinónimo de desazón, sino de vida, y en los espacios blancos e inapelables también puede encontrar dramas.

Sara Ramo. "La caída y otras formas de vida" en la Sala Alcalá 31
Sara Ramo. “La caída y otras formas de vida” en la Sala Alcalá 31

 

Sara Ramo. “La caída y otras formas de vida”

SALA ALCALÁ 31

c/ Alcalá, 31

Madrid

Del 12 de septiembre al 3 de noviembre de 2019

 

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