Raíz y Rizoma, la memoria desde el territorio

Casa de México exhibe trabajos procedentes de los fondos Otazu

Madrid,

Mientras la Casa de México en España continúa mostrándonos algunas fábulas fantásticas contenidas en el Museo de Arte Moderno de ese país (hasta el 6 de febrero), desde mañana podremos contemplar en esa institución “Raíz y Rizoma”, una selección de trabajos pertenecientes a artistas mexicanos contemporáneos, o que trabajan allí, procedentes de la navarra Fundación Otazu: los autores representados son Edgardo Aragón, Carlos Arias, Iñaki Bonillas, Tania Candiani, Marilá Dardot, Fritzia Irízar, Ximena Labra, Teresa Margolles, Fernando Palma, Óscar Santillán, María Sosa y Héctor Zamora; la mitad de ellos (Bonillas, Irizar, Margolles y el último) familiares para el público español, no tanto el resto.

Bajo el comisariado de Sofía Mariscal, esta muestra nos propone una reflexión sobre los procesos propios de la creación actual atendiendo a la geografía humana, en relación con el territorio mexicano, y a la construcción social, política y cultural de la memoria. De la mano de sus trabajos, podremos profundizar en los lazos complejos entre la historia y dicha memoria, entre el recuerdo individual y el colectivo y entre el olvido y la evocación desde un concreto punto de partida: el de que el contexto tiene mucho que ver con el pasado rememorado.

El proyecto de Ximena Labra recuerda que, en 1928, un joven llamado Miguel Ángel Gallardo adquirió la obra completa de Shakespeare y aquellos fueron los dos primeros libros de la que sería una de las bibliotecas privadas más importantes de Centroamérica: la que tendría su sede en la Casa Gallardo. Aquel lugar padeció los terremotos del 13 de enero y el 13 de febrero de 2001, de modo que los volúmenes allí custodiados fueron rescatados y trasladados temporalmente al Palacio Nacional.

Durante más de una década, la biblioteca ha estado cerrada al público y los libros se han almacenado en estantes apuntalados y en clima tropical: el daño sobre ellos no tiene remedio, pero su recuerdo evidentemente merece rescatarse, por eso la artista comenzó a elaborar en 2011 calcos de grafito gigantes que reproducían fielmente su tamaño, forma y contenido en un sudario colgante del tamaño, más o menos natural, de una biblioteca: 150 metros cuadrados. Esta propuesta, llamada Bibliotecas fantasmas, aborda por tanto la disolución y creación de la Historia (en mayúscula) en un país en lucha por su  reconstrucción y reescritura.

Ximena Labra. Bibliotecas Fantasmas
Ximena Labra. Bibliotecas Fantasmas

De Margolles veremos Yeso sobre piel, el fruto de una acción realizada por esta autora en la frontera entre Colombia y Venezuela. Comprometida con los migrantes forzosos, modeló allí una máscara con la que generar un recuerdo del momento concreto en que uno, entre miles de los venezolanos que tienen que dejar su país, atravesó dicha frontera, dejando translucir en su rostro el miedo y la esperanza. El proceso de modelar los rasgos faciales nos recuerda a las máscaras mortuorias y a la estatuaria clásica grecorromana.

Forma parte de la exhibición también un vídeo: Diario (2015), de Marilá Dardot. En él vemos a esta artista escribiendo con agua los titulares más llamativos de los periódicos mexicanos en un muro de cemento de Oaxaca; a causa del calor, rápidamente se borran, de modo que este trabajo es, sobre todo, un subrayado de lo efímero de las noticias y del carácter cíclico de la historia.

Marilá Dardot. Diario, 2015
Marilá Dardot. Diario, 2015
Héctor Zamora. Movimientos emisores de existencia, 2019
Héctor Zamora. Movimientos emisores de existencia, 2019

Alguno de los proyectos de la exhibición se realizó, asimismo, específicamente para la Bodega Otazu: en 2019, Héctor Zamora llevó allí a cabo una performance valiéndose de 900 vasijas de barro sin cocer que un grupo de mujeres, empleadas de Otazu, pisaron hasta deformarlas.

La acción se llamó Movimientos emisores de existencia y pretendía homenajear y recordar, justamente, a esas mujeres que han cargado vasijas sobre sus cabezas para portar agua o cocinar. Hablando de agua, esta también está presente en el trabajo de Óscar Santillán: Baneque, un cristal que es el reducto de la evaporación del agua salada recogida en el Océano Pacífico, en las coordenadas precisas de la isla de Bermeja, lugar fantasma descrito en los mapas marítimos territoriales entre México y Estados Unidos que nunca se ha descubierto.

Oscar Santillán, Baneque
Oscar Santillán. Baneque

Fernando Palma, por su lado, viene cuestionando los paradigmas vigentes en la Historia del Arte desde hace siglos en piezas en las que hace dialogar plástica y tecnología. En Nochanti Mochanti, utilizó sensores de movimiento, microcontroladores, madera, periódico y tierra para referirse a las consecuencias del consumismo y la sobreexploración de la naturaleza, tanto para el propio medio ambiente como para las comunidades originarias de México. La cultura ancestral de ese país también forma parte intrínseca de Xipe para sanar el dolor provocado por el mundo occidental, el trabajo en la exposición de Sosa. Convoca al dios de la regeneración Xipe Totec mediante ropas, objetos y amuletos de protección, en telas de algodón con aplicaciones de cuero, papel, maíz y tepalcates. Cada material remite, en la cultura prehispánica, a determinados conceptos ligados a las relaciones entre nuestros cuerpos y la tierra.

María Sosa. Xipe para sanar el dolor provocado por el mundo occidental, 2021
María Sosa. Xipe para sanar el dolor provocado por el mundo occidental, 2021

Carlos Arias exhibe el bordado sobre tela Paisaje con cáncer, un homenaje a su padre, relevante científico a quien le debemos la llamada fórmula Arias, que hoy determina las ingenierías de edificios en zonas sísmicas de todo el mundo. Apreciamos en la tela el esquema de la fórmula, en una composición que también se asemeja a una silueta humana y a una representación abstracta de la memoria y de los recuerdos. La pieza la veremos, además, con el dibujo original de la norma, que el artista conservó.

La idea del norte: hielos es el título de la propuesta de Iñaki Bonillas, formada por decenas de impresiones digitales. Los conceptos del norte y del sur, desde su perspectiva, pertenecen a ese grupo de ideas abstractas que suelen definirse por negación: el sur es lo que no es el norte y viceversa; el sur es a menudo imaginado desde el norte como un espacio cálido, colorido y exuberante, mientras que desde el sur el norte es, principalmente, frío, blanco, grande y silencioso.

Quiso Bonillas investigar en estos trabajos las ideas que, como sureño, manejaba del norte y para eso inició un viaje, pero por su propia casa, utilizando la fotocopiadora, la vajilla, el DVD, los libros y, claro, Internet. Una imagen característica de los polos es la de los témpanos recién desprendidos de las plataformas que, barcos a la deriva, flotan y chocan entre sí: esta es la idea que el artista trató de reproducir usando la cama de la fotocopiadora como si fuera el mar y los pedazos de una vajilla blanca estrellada al modo de icebergs en movimiento. La textura de la fotocopia le da una calidad turbia a las imágenes, como si de marea y movimiento se tratara.

De Aragón veremos Empire, una serie de mapas en los que pretende analizar las líneas de poder que han determinado los proyectos internacionales de desarrollo y sus efectos en varias comunidades en países en desarrollo, mezclando estereotipos añejos con referencias contemporáneas a los discursos y tweets de Donald Trump. En esta representación de geopolítica reductiva todo parecido fronterizo con la realidad es pura coincidencia.

Por último, de Fritzia Irízar, que suele transmutar objetos para desvelar lo que ocultan aunando cotidianidad y arqueología, contemplaremos Sin título, (Cuatro espejos Chikxulub), fotografías de huevos de codorniz que podemos tomar por ser seis nuevos planetas; la artista inserta sus falsos hallazgos y coincidencias absurdas en el escenario de un museo natural para demostrar que los objetos adquieren distintos significados en función de su contexto. Y Candiani nos ofrece la videoinstalación (con dos penachos) Reverencia, una reinterpretación del simbolismo de los movimientos de la danza de los quetzales y una traducción de los elementos, también simbólicos, de sus tocados.

 

“Raíz y Rizoma. México en la Colección Otazu”

FUNDACIÓN CASA DE MÉXICO

c/ Alberto Aguilera, 20

Madrid

Del 20 de enero al 17 de abril de 2022

 

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