Pérez Villalta en el laberinto

Alcalá 31 propone encuentros oblicuos con su obra

Madrid,

Allá por 2008 el Museo ICO madrileño se propuso explorar las facetas menos conocidas de la producción de Guillermo Pérez Villalta, que además de pintar ha desarrollado proyectos ligados a la arquitectura, el dibujo, la escultura o el diseño de muebles, en una muestra que se tituló, por esa razón, “Artífice”, y que comisariaba Óscar Alonso Molina. Ninguna pintura formaba parte de los trabajos seleccionados entonces.

Artista y comisario se reúnen de nuevo en la capital para presentar, ahora en la Sala Alcalá 31 de la Comunidad de Madrid, “El arte como laberinto”, un repaso a su más de medio siglo de trayectoria que se ha articulado así, como laberinto, con la intención metafórica de que el recorrido del espectador por la muestra no sea lineal sino que se acerque al funcionamiento de su mente. En esta antología atípica, la más amplia individual dedicada al autor gaditano hasta ahora en Madrid, encontraremos algunas de las obras que lo convirtieron en precursor de la renovación de nuestra pintura que acaeció en los ochenta y lienzos en los que la huella de sus estudios de arquitectura inacabados es más que patente, en forma de análisis de la representación del espacio y del vacío, de la presencia de la luz en interiores, de los juegos perspectívicos y la geometría.

Guillermo Pérez Villalta. "El arte como laberinto". Sala Alcalá 31
Guillermo Pérez Villalta. “El arte como laberinto”. Sala Alcalá 31
Guillermo Pérez Villalta. Sala Alcalá 31
Guillermo Pérez Villalta. La excavación, 2020. Cortesía Galería Fernández-Braso / Guillermo Pérez Villalta © Guillermo Pérez Villalta. VEGAP, Madrid 2020

En ese marco sitúa la plasmación, figurativa, de escenas en las que enlaza asuntos mitológicos con otros tomados de su propia biografía, porque, como señala Molina, en la producción de Pérez-Villalta se superponen numerosas capas y se aúnan múltiples registros, fórmulas y referentes: los religiosos y los paganos; lo popular, lo kitsch y lo tenido por culto e incluso las alusiones a las artes aplicadas, a un manierismo y un barroco que el artista ensalza, al pop, a patrones ornamentales bien conocidos o a figuras como Walt Disney, Dalí o Duchamp.

Decíamos que el recorrido por esta exhibición tiene mucho de laberíntico; el artista estudió la geometría de la planta de Alcalá 31, edificio obra de Antonio Palacios, y sobre su plano trazó divisiones armónicas, su procedimiento habitual a la hora de comenzar a trabajar. Partiendo de ese estudio geométrico, diseñó un dédalo que ha llevado a la sala haciendo nuestro tránsito por ella una suma de fragmentos y callejones sin salida en el que el visitante ha de perderse, como lo haría en sus pensamientos.

Guillermo Pérez-Villalta. Hombre dibujando, 2002. Guillermo Pérez-Villalta. Vísperas de Pascua, 1999-2000. Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Junta de Andalucía. © Guillermo Pérez Villalta. VEGAP, Madrid 2020
Guillermo Pérez Villalta. Hombre dibujando, 2002. Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Junta de Andalucía. © Guillermo Pérez Villalta. VEGAP, Madrid 2020

Muro cruzado a muro cruzado, su camino constará de encuentros siempre oblicuos; la ordenación de las obras no obedece a criterios cronológicos o temáticos sino a afinidades sugeridas o todo lo contrario; no hay, como decíamos, linealidades sino zigzags y el centenar de trabajos expuestos conectan entre sí por sus similitudes u ofrecen contraposiciones más o menos claras o veladas. La intención de este montaje ha sido que el espectador se centre antes en cada obra en sí que en los vínculos entre ellas y elija, al contemplarlas, el sentido de sus pasos, su propia aventura.

Transita Villalta con una fluidez natural entre la iconografía clásica y la actual; su influencia manierista y barroca (cuerpos y luces complejos) se sitúa sobre todo en su producción de los setenta y los ochenta; tras un viaje a Italia que resultaría decisivo, se acercó a un clasicismo más austero en los noventa y el arabesco y la curva, con ecos tanto rococós como modernistas y surrealistas, marcan su producción de los inicios de este siglo. En sus trabajos más recientes, la observación geométrica se ha hecho más rigurosa y la paleta cromática ha ganado sobriedad; optando por servirse de mezclas en lugar de utilizar colores puros. Podría parecer, a veces, que algunas de esas pinturas últimas son monocromáticas, pero no es así.

Antes y ahora, sin embargo, resulta fundamental su atención a las estancias, espacios que le sirven para reflexionar sobre la naturaleza de la pintura y sobre una concepción de la creación de corte místico en la que el artista deviene prácticamente sacerdote, sin ninguna obligación con corrientes dominantes. En el fondo uno de sus ejes temáticos, o el fundamental, es la propia libertad creativa: remite al clasicismo desde la invención (él habla de la noción de clasicidad) y entiende que el rol fundamental del arte es embellecer la existencia, procurar el deleite y suponer un acercamiento hacia la luz.

Guillermo Pérez-Villalta. Éxtasis en la siesta, 1979. Colección Suñol Soler / Fundació Suñol, Barcelona © Guillermo Pérez Villalta. VEGAP, Madrid 2020
Guillermo Pérez Villalta. Éxtasis en la siesta, 1979. Colección Suñol Soler / Fundació Suñol, Barcelona © Guillermo Pérez Villalta. VEGAP, Madrid 2020

 

 

“Guillermo Pérez Villalta. El arte como laberinto”

SALA ALCALÁ 31

c/ Alcalá, 31

Madrid

Del 18 de febrero al 25 de abril de 2021

 

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