Olalla Gómez y el voto por la complejidad

La artista se estrena en la Galería Antonia Puyó

Zaragoza,

Cuando acababa 2016, se sumaba a nuestros Fichados la artista madrileña Olalla Gómez, que nos contaba entonces que consideraba el día a día el motor de su trabajo y que se servía del entorno cotidiano como fuente de inspiración. Su intención nunca ha sido representarlo, ni desde la literalidad ni desde la metáfora, sino presentarnos sus repuestas personales a parte de nuestras costumbres, sobre todo las vinculadas al consumismo, a la basura generada y a las convenciones que determinan, de forma normalmente inconscientemente, nuestros modos de pensar.

Le interesa también a Olalla la extensión del principio de obsolescencia a relaciones personales y objetos no programados para la levedad; decía cuestionar las estructuras básicas de nuestra cultura contemporánea y los métodos contemporáneos e invisibles de coerción: Desplazo, cuestiono, subvierto, interpelo generando mensajes disidentes sobre las ideologías que nos rodean en este tardocapitalismo que nos ha tocado vivir. Me interesa desnaturalizar todo lo aprendido.

A la hora de intentar interferir en lo cotidiano y recontextualizarlo, Gómez se vale de imágenes tomadas de los medios de comunicación y de materiales que nos son igualmente cercanos: los altera para ofrecernos sus lecturas abiertas, que toman forma de intervenciones, instalaciones, fotografías o acciones porque ella huye de las etiquetas y porque, en realidad, considera a las ideas su material de trabajo. Por la misma razón entiende que, más que crear, descubre y que el fruto de sus obras, casi siempre directo y escueto, contiene el germen de variados significados posibles que ha de aportar el espectador.

Tras presentar muestras individuales en la Galería Moisés Pérez de Albéniz (2013) y en Astarté (2015), lleva ahora su tercera monográfica a Zaragoza, a la Galería Antonia Puyó, que ha comenzado a representarla y que expuso su trabajo en la última edición de ESTAMPA.

El proyecto se titula “Tierra de nadie” y consta de trabajos, de nuevo en técnicas diversas, en los que Olalla ha continuado ahondando en las caras en que de forma más clara y terrena nos afectan las crisis políticas, económicas y culturales de nuestro tiempo, distanciándose de los mecanismos habituales del arte estríctamente crítico para proponer reflexiones compartidas de un carácter que trasciende lo político.

Ha desarrollado por eso, en varias ocasiones, proyectos colaborativos y uno es el que da título a esta muestra zaragozana: pidió a personas de orígenes geográficos muy diversos que le enviasen cartas con tierra de sus países. Con ella trabajó en dos vías confrontadas: por un lado, incidiendo en la artificial diferencia, elaboró una relación de minúsculas parcelas de territorios que dispuso en tubos de ensayo cuya disposición alude a las categorías de las naciones de donde procede la tierra; por otro, las ha mezclado en un montón que hace imposible las divisiones.

Gómez opone así fronteras geopolíticas y territorio común y plantea cuánto hay, en el origen de las primeras, de miedo al diferente y de necesidad atávica de posesión: la tierra ni siquiera se diferencia cuando la observamos en esos tubos de ensayo, a los ojos del público continúa componiendo una unidad. En palabras de Carlos Delgado Mayordomo en el texto que acompaña la exposición, una mirada conjunta a los cilindros de cristal descubre una contigüidad de la tierra que, a modo de línea del horizonte, transforma la noción de límite en punto de paso y de comunicación.

Olalla Gómez. "Tierra de nadie" en la Galería Antonia Puyó
Olalla Gómez. “Tierra de nadie” en la Galería Antonia Puyó

La producción reciente de la artista, y este proyecto es un ejemplo, aborda las posibles formas de compatibilizar la propia identidad con la conciencia de la compartida: con tubos de neón, escribe Olalla en la galería La libertad es dependiente o no es. No la mide solo en el cumplimiento de deseos individuales y plantea su redefinición atendiendo a vínculos imprescindibles.

Para incidir en esa idea, un sistema de sensores activa la luz de los tubos cuando un espectador se aproxima, pero para que se ilumine la frase al completo tendrán que ser tres quienes se acerquen: es necesario un nosotros, la pieza solo cobra sentido a partir de la experiencia, compartida y no individual, de su contemplación.

También forman parte de esta exposición algunas de las toallitas de lavadora, esas que impiden la mezcla de colores, que integran su serie El resto. Gómez ha recopilado ese despojo de su vida diaria para subrayar la vertiente extraña y sensual de la gama cromática que conforman, azar mediante, esas telas sobrantes y cotidianas que tiramos a la basura. Delgado Mayordomo les concede valor simbólico: son la metáfora de ese vestigio que las narraciones de progreso han dejado en los márgenes. Y es precisamente ahí, en los intersticios que surgen entre distintas áreas de colores disidentes, donde la artista localiza nuestra condición de seres inacabados y, por tanto, nuestra posibilidad particular de conectar con el mundo.

 

Olalla Gómez. “Tierra de nadie”

GALERÍA ANTONIA PUYÓ

c/ Madre Sacramento, 31

Zaragoza

Del 11 de abril al 15 de junio de 2019

 

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