Surgieron cuando comenzaba a desmoronarse el régimen de Tito y conocieron la progresiva pero firme entrada del capitalismo en Eslovenia; pusieron sobre lo débil y oscuro del autoritarismo socialista del primero y también los peligros que podía suponer la vertiente totalitaria del segundo. Fueron críticos, pero sin caer en la obviedad y sin apuntar en una sola dirección, por eso su arte resulta difícilmente clasificable y ni siquiera podemos etiquetarlos como disidentes sin más.
Mañana se abre al público en el Museo Reina Sofía “NSK del Kapital al capital”, un repaso por la producción desarrollada en los ochenta y principios de los noventa por el colectivo Neue Slowenische Kunst (NSK). No se trata de un grupo de artistas individuales, sino de un colectivo que asociaba a otros, centrados en el teatro (Teatro de las Hermanas de Escipión Nasica), la música (Laibach), y las artes plásticas (IRWIN) pero con características comunes.
Se apropiaron de las vanguardias históricas y de símbolos del pasado para, a diferencia de lo que ocurría en Europa Occidental y Estados Unidos, abordar una crítica a un sistema que no podía calificarse como institucional, porque en el orwelliano año de 1984, cuando NSK se configuró como tal, no existían en Eslovenia instituciones políticas y artísticas tal como hoy las entendemos. Partieron de posturas de izquierda para hacer hincapié en las debilidades del régimen soviético y el yugoslavo: apropiarse de los signos de unos y otros autoritarismos les sirvió para enlazarlos y cuestionarlos por igual.
El aglutinador de estos grupos diversos fue el principio estético de la retro-vanguardia, que se opone a la novedad y al valor de la autoría individual para concedérselo a la noción de grupo y a la lógica del ready-made de referencias, en este caso tomadas de Rusia, la Bauhaus y Fluxus.
IRWIN resumió su filosofía en el retroprincipio (su obra parte de la tradición conceptual y de la iconogragía nazi, la del realismo socialista, el arte de vanguardia o la tradición eslovena) y THEN en el concepto de retroguardia, buscando reactivar las artes escénicas a través de producciones teatrales que llamaban eventos retroguardistas y que se completaban con performances públicas.
Como ha subrayado hoy Borja-Villel, NSK es un colectivo incómodo para historiadores y filósofos, porque ni su obra ni sus ideas resultan de fácil encaje en las corrientes dadas, y sus propios cuerpos de trabajo son, ante todo, heterogéneos. Para acercarse a las obras diversas que forman parte de la exhibición del MNCARS, estructuradas partiendo de los colectivos de los que surgieron dentro del NSK, hay que profundizar necesariamente en su contexto histórico de transición, tener en cuenta que surgen de pensamientos colectivos en su sentido originario (ni los temas ni el cuándo cerrar un ciclo partían de decisiones individuales) y también conocer que el concepto de hegemonía, cultural, política y social, fue uno de los ejes de interés del NSK: compartían la necesidad de asumir hegemonías pasadas para no hacer lo mismo con las venideras y de repensar por qué necesitamos un amo, un “gran otro”.
El NSK formó parte de un frente amplio de oposición democrática a Tito, de una contracultura alternativa general, y su nombre, en alemán, se explica por su deseo de abordar y asumir traumas precisamente vinculados con la hegemonía de este idioma, y de Alemania, en la actual Eslovenia durante más de un siglo. Tanto en ese gesto, como en el conjunto de los trabajos presentes en esta antología, se hace patente que buscaron dar cuenta de su tradición cultural propia antes de que la globalización se introdujera en Yugoslavia. No concebían el futuro sino a través del examen de la historia pasada y sus antagonismos, de ahí que se hable de sus procedimientos de trabajo como retrométodos. La cruz que es símbolo de Laibach, sin ir más lejos, evoca a la cruz cristiana, a la de Malévich, a la cruz griega o a la que llevaban los vehículos de guerra alemanes en la II Guerra Mundial.
El hecho de que decidieran trabajar formando colectivos tampoco es banal: profundizaron en lo que de verdad conllevaba trabajar en grupo frente a la degeneración del colectivismo socialista que conocieron. Su estructura jerárquica imita, además, tanto la gestión burocratizada dominante en la Yugoslavia de los ochenta como la gestión corporativa empresarial que comenzaba a hacerse presente en los Balcanes y cuya extensión futura ellos predijeron. La comparación aparejaba provocación.
Hablando de provocación, quizá la pieza más impactante de la muestra -que recoge pinturas, fotografías, numerosos vídeos, catálogos, vinilos o revistas susceptibles de entenderse en conjunto como obras de arte totales- fue el póster que realizaron con motivo del aniversario de Tito en 1987: se apropiaron de la obra de un pintor nazi sustituyendo los símbolos nacionalsocialistas por los yugoslavos.
A los estudios de la producción de IRWIN, Laibach, THEN y el resto de colectivos que integraron NSK precede en esta exhibición la presentación del proyecto conjunto Kapital, que crearon a principios de los noventa proclamando el fin del socialismo y el arranque del capitalismo total.
Para saber más sobre NSK y el contexto yugoslavo, el Reina Sofía nos invita a asistir el día 30 a una conferencia del filósofo y sociólogo Slavoj Žižek. Será a las 19:00 horas en su Auditorio 400 (Edificio Nouvel).
“NSK del Kapital al Capital. Neue Slowenische Kunst”
MUSEO NACIONAL CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA. MNCARS
c/ Santa Isabel, 52
28012 Madrid
Del 28 de junio de 2017 al 8 de enero de 2018
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