Dice Norman Foster que necesitamos del pasado para nutrir el presente y que, junto a la ciencia y la tecnología, la arquitectura de hoy ha de valerse necesariamente de la experiencia como fuente de inspiración: no existe vanguardia futurista que, de forma más o menos explícita, no parta del pasado remoto. Las conexiones de su arquitectura con ese pasado y su vertiente más social protagonizan la muestra, comisariada por Luis Fernández-Galiano, que desde mañana le dedica el Espacio Fundación Telefónica de Madrid.
En “Norman Foster. Futuros comunes” se repasan veinticuatro proyectos (doce recientes y doce pasados, unos y otros en diálogo, entablando relaciones de continuidad) a través de dibujos, maquetas, fotografías y de audiovisuales que recogen explicaciones del arquitecto sobre cada uno de ellos.
El Foster que aquí vemos es quizá el menos conocido, porque la mayoría de las obras analizadas cuentan con una función social más o menos explícita. Aunque, siendo justos, el conjunto de sus proyectos tienen ese fin aunque no sea de forma directa: ha explicado hoy el arquitecto que el sentido último de cualquier construcción ha de ser mejorar la calidad de vida de quienes la habitarán o transitarán y hacer de las ciudades (suyo es el futuro, ha dicho) espacios más amigables. Contribuir a la mejora del cambio climático cuidando la sostenibilidad de sus edificios es otra de sus preocupaciones habituales.
El montaje de la muestra, organizada en colaboración con la Fundación que Foster abrió hace dos meses en Madrid, es ordenado y facilita un recorrido plácido y espacioso por doce “capillas”, articuladas a izquierda y derecha de una nave central que alberga máquinas concebidas para el movimiento (un planeador o una cápsula espacial), piezas fáciles de relacionar, por lo liviano de sus estructuras, con la ligereza de su arquitectura. El punto de partida son los dibujos que llevó a cabo cuando aún estudiaba en la Universidad de Manchester: lo habitual era plasmar alzados de edificios históricos, pero Foster prefería fijarse en las construcciones agrarias (molinos, graneros) y en las casas tradicionales británicas. Ya entonces comenzaba a interesarse por soluciones vernáculas.
UNA DECENA DE PROYECTOS CLAVE
EL SALÓN DE REINOS, MADRID (En proceso)
La exposición del Espacio Fundación Telefónica nos ofrece una ocasión perfecta para conocer en detalle cómo será la rehabilitación del Salón de Reinos con la que Foster dotará al Museo del Prado de nuevos espacios expositivos. Con el propósito claro de acercar la ciudad al museo y el museo a la ciudad, eliminará la fachada sur y la cubierta, añadidos al palacio durante el s. XIX, para levantar un atrio de triple altura y una sala multifuncional, en el último nivel, que ocupará al completo el ancho del edificio.
La nueva cubierta que sustituya a la anterior modulará la luz natural entrante (y en el camino, la artificial) y también la climatización del interior: se instalarán paneles fotovoltaicos para captar energía solar. Pero lo más destacado será el gran pórtico de bronce, emblema de su afán de accesibilidad y apertura, que enmarcará la fachada sur.
CENTRO SAINSBURY, NORWICH (1974-1978)
Este centro de Norwich alberga salas de exposición, estudios, una escuela de arte, laboratorios y un restaurante y su interior se proyectó buscando flexibilidad, para poder variar el destino de unos y otros espacios. Foster concibió una estructura repetitiva y modular con paneles de cerramiento intercambiables.
Fijaos: nos encontramos en los setenta y el inglés ya pensaba en términos de sostenibilidad: no se aplicó a este edificio un sistema de climatización convencional, sino uno específico que permite la ventilación natural y la regulación de la temperatura conforme al ciclo de las estaciones.
CASA DE GOBIERNO, BUENOS AIRES (2010-2015)
Transparencia para una casa de gobierno. 1.500 empleados trabajan cada día en este edificio, que se funde con la ciudad y resalta por su cubierta ondulada de hormigón. Las oficinas se disponen en bandejas aterrazadas, en comunión con el parque donde se sitúa este edificio, al sur de la capital argentina.
Al encontrarse los espacios de trabajo abiertos al espacio general, se favorece la comunicación entre la comunidad que acude aquí cada día.
CENTRO DE OCIO FRED OLSEN, LONDRES (1966-1970)
En un entorno a priori poco poético y tras conversar con los empleados y los responsables de esta empresa de ferries, Foster desarrolló un centro de ocio en una zona de carga del muelle Millwall. Su parte baja la constituían zonas de descanso; en la superior se desarrollaban trabajos administrativos. Como en la Casa del Gobierno bonaerense, la articulación de los espacios hablaba de desarticulación de barreras sociales: convivían bajo un mismo techo, en la planta baja, empleados de distintas categorías en un sector laboral tendente a las jerarquías. El mobiliario, los colores y la iluminación distendida invitaban a la relajación.
¿Parece utópico? En cierto modo lo es, porque se derribó en 1988, con muy poco tiempo de vida, para levantar el distrito de Canary Wharf.
APPLE PARK, CUPERTINO (2010-2017)
Quizá sea uno de sus proyectos menos “sociales” representados en esta exposición, pero no podemos dejar de mencionarlo: es espectacular por su sencillez. El proyecto lo encargó y supervisó Steve Jobs y en todo momento se cuidó al máximo la minimización de su huella en el entorno, por eso se plantaron aquí más de 9.000 árboles de especies autóctonas con caminos para andar o ir en bici serpenteando entre ellos.
Tres eran las premisas que quiso lograr Foster con este gran anillo, pensando en los empleados de Apple: favorecer la inspiración, fomentar la colaboración y estimular la creatividad. Juzgad si aquí alumbraríais o no buenas ideas.
CENTRO MAGGIE, MANCHESTER (2013-2016)
De arte y terapias seguro que habéis oído hablar; una de las creencias de Foster es que la arquitectura también puede (y debe) redundar en nuestro bienestar y nuestra salud.
El Centro Maggie es un refugio donde los pacientes enfermos de cáncer pueden acudir a recibir apoyo, tanto emocional como práctico, en un ambiente acogedor, abierto y luminoso. Situado en una parcela soleada próxima a un hospital de Manchester, cuenta con una sola altura para adaptarse a las viviendas del vecindario y no rompe, ni siquiera en cuanto a cerramientos, con el entorno.
Foster apostó por el uso de materiales naturales, colores cálidos y por la inclusión de un invernadero donde los enfermos puedan beneficiarse de las propiedades terapéuticas de las labores de jardinería.
DRONEPORT, RUANDA (En proceso)
Por su función social en un país como este, merece todas las atenciones. Dado que la falta de carreteras en las zonas rurales de muchos países africanos ocasiona problemas en el suministro de sangre y medicamentos, los droneports o aeropuertos de drones podrían convertirse, en el planteamiento de Foster, en una suerte de áreas de servicio que facilitasen ese tipo de transportes urgentes.
Este espacio puede consolidarse, además, como clínica, área de mensajería o zona de comercio.
¿Recordáis el afán primero del arquitecto por las construcciones vernáculas? Estos espacios podrían levantarse únicamente a partir del encofrado básico y la máquina de prensado, usando materia prima local, con lo que ello implica de beneficios en cuanto a coste y sostenibilidad. Se trata de un proyecto piloto; en 2020 podría completarse la primera fase.
METRO DE BILBAO, 1988-1995
Sí, las estaciones de metro bilbaínas, que acompañan en la ciudad el curso del Nervión, también son obra de Foster. Y están pensadas para no confundir a quienes vienen de fuera: buscan la legibilidad y los interiores y los túneles son espaciosos. Flexibles a cambios futuros, estas estructuras curvas subrayan la fuerza del suelo que soportan sus paredes e implican un homenaje a la tradición ingenieril de la capital vasca.
Hay más: su exterior por el día permite la entrada de luz natural y, por la noche, se ilumina a modo de linterna. Muchos bilbaínos llaman a estas paradas fosteritos.
SKYCICLE, LONDRES (En proceso)
El sueño de muchos es pasear en bici por la ciudad sin enfrentarse al tráfico y esas es la propuesta de Foster en este Skyline: un carril bici superpuesto al trazado ferroviario.
Además de los beneficios evidentes para la salud y la sostenibilidad, Foster cree que revitalizará las zonas industriales algo abandonadas junto a la vía del tren.
ESTUDIO TERRITORIAL DE LA GOMERA, 1975
Hace algo más de cuarenta años, la naviera Fred Olsen, para la que ya había trabajado en Londres, encargó a Foster que estudiará el potencial de La Gomera como lugar turístico. Él no quería que se transformara en otro Benidorm, según ha dicho hoy, por eso planteó propuestas que permitieran aunar viajeros y medio ambiente.
Visitó la isla a fondo, conoció sus construcciones tradicionales, y propuso que las nuevas construcciones contaran con persianas de caña, galerías exteriores, distribuciones aterrazadas, generadores eólicos, colectores solares o destiladores de agua marina. Y se opuso a la construcción de un aeropuerto.
El objetivo de aquellas medidas era preservar la naturaleza de la isla y frenar su desertización y el agotamiento de sus reservas de agua subterráneas. Parece que se viene logrando.
Hoy Foster ha dado también su opinión sobre el urbanismo madrileño. Podemos sentirnos, según él, afortunados: Madrid es la ciudad europea ideal: compacta, con una calidad de vida excelente. Y ha enviado un mensaje de confianza: Lo que soñamos hoy, será realidad mañana.
“Norman Foster. Futuros comunes”
c/ Fuencarral, 3
Madrid
Del 6 de octubre de 2017 al 4 de febrero de 2018
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