Así se miró Murillo

La Frick Collection exhibe sus dos únicos autorretratos conocidos

Nueva York,

Miró a los cielos, a Inmaculadas y Santos Niños, pero Bartolomé Esteban Murillo, autor de una considerable producción de pintura religiosa, también fue uno de nuestros mejores retratistas del siglo XVII. En esa faceta, tuvo éxito entre la clase intelectual sevillana: el Prado conserva un enigmático Retrato de caballero y otro de Nicolás Omazur, pero esta vertiente de su obra continúa siendo la menos estudiada.

Coincidiendo con la celebración del 400 aniversario de su nacimiento, la Frick Collection de Nueva York y la National Gallery londinense han preparado conjuntamente una muestra dedicada a sus autorretratos que puede verse hasta el próximo febrero en la primera institución y que viajará después a Londres, donde se exhibirá hasta mayo. Ha sido comisariada por Xavier F. Salomon, Comisario Jefe de la Frick, y Letizia Treves, especialista en pintura italiana, española y francesa del s. XVII en el museo inglés.

Son solo dos las ocasiones conocidas en que Murillo se pintó a sí mismo; lo sabemos gracias a datos que nos proporciona un inventario elaborado por su hijo Gaspar, en 1682: el primer autorretrato, datado en 1650-1655, forma parte de los fondos de la Frick; el segundo es posterior: se fecha hacia 1670 y ahora forma parte de la colección de la National Gallery. Sabemos que en 1682, a la muerte del pintor, este último se encontraba en Bruselas, fue importado al Reino Unido a principios del s. XVIII e inspiró un conocido autorretrato de William Hogarth. Nunca habíamos podido ver ambos Murillos juntos: es probable que no hayan formado parte de una misma exposición al público desde el s. XVIII.

Bartolomé Esteban Murillo. Autorretrato, ca. 1650–1655. The Frick Collection
Bartolomé Esteban Murillo. Autorretrato, hacia 1650–1655. The Frick Collection
Bartolomé Esteban Murillo. Autorretrato, hacia 1668-1670. National Gallery, Londres
Bartolomé Esteban Murillo. Autorretrato, hacia 1668-1670. National Gallery, Londres

Para contextualizar ambas obras, la exposición se nutre de otras quince pinturas prestadas por museos y colecciones privadas internacionales: se trata de obras de Murillo con otras temáticas y de reproducciones posteriores de estos dos autorretratos, lo que probaría la fama que alcanzaron en Europa durante el periodo barroco.

Del gusto de Henry Clay Frick por la pintura de nuestro país mucho se ha escrito: además de la obra de Murillo (la primera obra de arte español que compró), atesoró piezas de Velázquez, El Greco y Goya. Este autorretrato del artista sevillano forma parte de los fondos de la Frick Collection desde 2014, tras ser donado por la familia. El Metropolitan Museum acaba de realizar su primer gran estudio técnico y esta muestra servirá para compartir sus resultados con el público.

El retrato londinense lo hizo Murillo, según reza una cartela en la misma pintura, para cumplir con los deseos de su hijo (o hijos), por eso se fecha en una época en que estos tuvieran ya edad de enorgullecerse de la maestría del autor.

En ambos casos, la fórmula que Murillo usa para retratarse se basa en un modelo seguido con cierta frecuencia en los retratos que aparecían en grabados para libros: el modelo aparece en un marco ovalado situado en una repisa donde se presentan instrumentos ligados a su oficio, en el caso del retrato británico, una paleta, pinceles, un dibujo y un lápiz.

 

 

“Murillo: The Self Portraits”

THE FRICK COLLECTION

1 East 70th Street

Nueva York

Del 1 de noviembre de 2017 al 4 de febrero de 2018

 

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