Renacimiento
Desde un punto de vista cronológico, se desarrolla en dos fases: Primer Renacimiento (s. XV), caracterizado por la preocupación por recuperar lo antiguo; Segundo Renacimiento (s. XVI), que comprende dos etapas: Clasicismo (hasta 1525) y Manierismo (1525-1594). Esta última acoge a artistas que continúan las formas clásicas y a otros que buscan otras vías de experimentación visual.
La antigüedad clásica será el espejo donde mirarse, aprender y asimilar conceptos culturales, morales y artísticos, lo que traerá consigo el paso de una cultura teocéntrica a una antropocentrista y la aparición de la figura del artista humanista, versátil y creativo. Se exalta al individuo y su personalidad y se valora la genialidad. La nueva mentalidad explica el inicio del mecenazgo privado y de la comercialización del hecho artístico.
La arquitectura renacentista tiene como fuente de inspiración la Antigüedad, conocida a través de Vitrubio, las ruinas grecorromanas, la numismática y la aportación de artistas y eruditos griegos emigrados de Constantinopla.
Se produce la unión entre teoría y praxis: cobran importancia tratados escritos, planos y proyectos; todas las contrucciones físicas o planificadas reflejan el deseo humanístico del proyecto perfecto y la arquitectura se concibe como un sistema de proporciones matemáticas elementales (módulo, Sección Aúrea), donde unidad, diafanidad, orden y simetría son preceptos indiscutibles. Se busca la racionalización del espacio: se trata de una arquitectura centrada en el hombre y hecha a su medida, antropocéntrica y racional, que alcanza su cénit en la Florencia del s XV.
Los materiales arquitectónicos más comunes son el ladrillo y el aparejo revestido de placas de mármol. Lo vemos en villas de nobles y ricos comerciantes, que expresan la voluntad de unión con la naturaleza y la influencia del mundo clásico, y en palacios que ya no son fortalezas medievales sino residencias severas y elegantes de la nobleza o la rica burguesía. Entre sus mejores autores destacan Sangallo, Brunelleschi o Palladio.
La arquitectura religiosa presenta como novedad el uso de la cúpula y la pérdida del sentido simbólico gótico. Se dan plantas basilicales y centralizadas y pueden darse los siguientes elementos formales: el desarrollo horizontal de las fachadas, adornadas de almohadillado rústico o de punta de diamante, medallones, guirnaldas…, la utilización de los órdenes clásicos, superpuestos o no, y del nuevo orden gigante, en el que una columna abarca varios pisos; la sustitución de los elementos góticos por los clásicos y la cubrición de los cruceros con cúpulas.
La escultura y la pintura renacentistas tienen en Florencia su gran centro y se caracterizan por sus rasgos de continuidad con el arte clásico, su nueva consideración como placer estético, su reivindicación del hombre y del desnudo como tema principal, su preocupación por la anatomía y el triunfo del retrato.