Modest Cuixart y la pintura subversiva

La Fundación March muestra en Palma trabajos de sus años fundamentales

Palma de Mallorca,

Una y otra vez repetía Modest Cuixart que la vanguardia, real y verdadera, no era otra que la pintura. El que fuera uno de los fundadores del colectivo Dau al Set, el primer grupo español de tal vanguardia, se inició en las cercanías del surrealismo para después adentrarse, en los cincuenta, en un informalismo riguroso e íntimo, y, ya en los sesenta, desarrollar una aproximación personal al pop art llevando a cabo assemblages de corte neodadaísta que tenían más que ver con la poesía de su producción anterior que con la reflexión sobre el arte y el objeto como bienes de consumo. Por último, cultivó una figuración a veces caricaturesca que le valió el éxito comercial, no tanto el de la crítica.

Modest Cuixart. Pintura (fragmento), 1959. Colección Fundación Juan March, Museu Fundación Juan March, Palma
Modest Cuixart. Pintura (fragmento), 1959. Colección Fundación Juan March, Museu Fundación Juan March, Palma
Modest Cuixart, Ratacat, 1962. Colección particular
Modest Cuixart. Ratacat, 1962. Colección particular

Hasta el próximo 16 de mayo, el Museu Fundación Juan March de Palma de Mallorca acoge la exposición “Cuixart: los años cruciales (1955-1966)”, que repasa, cuando han pasado ya casi trece años de su muerte, su obra a lo largo de la que fue, probablemente, la década más interesante de su trayectoria y también las raíces del conjunto de su trabajo: una muy extensa cultura humanista que conjugó con estudios de medicina, doble rango de intereses que explica que abordara sus hallazgos con precisión científica pero también que, una y otra vez, los pusiera en cuestión desde una actitud prácticamente rebelde.

Las piezas que forman parte de esta muestra mallorquina proceden de diversos museos y colecciones, entre ellos los de la propia Fundación Juan March; a través de ellos, y de los textos y la documentación que integran su catálogo, ha buscado esta institución recuperar para el público al mejor Cuixart (un autor que no ha sido objeto tras su fallecimiento de demasiadas muestras individuales) y también reivindicar tanto su lado más sugerente como el más analítico y didáctico.

El recorrido de la exhibición se inicia cuando tocan a su fin el movimiento Dau al Set y la revista que recogía sus postulados, heredera de un surrealismo de tintes mágicos que, en un primer momento, supuso el abandono de indagaciones matéricas después retomadas, como veremos en obras de mediados de los cincuenta, entre ellas el assemblage Sputnik o las Construciones heteroplásticas.

Una beca del Instituto Francés al colectivo había permitido a Cuixart, y también a Tàpies, viajar a París en 1950; desde la capital francesa nuestro artista se trasladaría a Lyon, cuya vida cultural abonó sus afanes experimentales, sobre todo, como decíamos, en lo que tiene que ver con la materia. Marcel Michaud se interesó allí con fuerza por su pintura, llegando a dedicarle una exposición en su Galería Folklore, y también lo apoyaría el escritor Jean-Jacques Lerrant, que profundizaría en sus aportaciones en un buen número de textos en los sesenta.

Además, de la mano de Michaud, el catalán pudo conocer a René Drouin, cuya galería parisina le brindaría asimismo individuales, y de esa fructífera etapa lyonesa datan trabajos como Omorka, Lyon de Belleville o Marne, caracterizados por sus relieves cuidadosamente trazados  o sus incisiones y grattages. Desde Francia, además, daría Cuixart el salto a medio mundo, exponiendo en varios países europeos y en Estados Unidos o Argentina.

Modest Cuixart. Sin título, 1960. Colección particular
Modest Cuixart. Sin título, 1960. Colección particular

A finales de los cincuenta, sus investigaciones avanzaron hacia la sublimación de la materia a través del dripping de irisaciones metálicas sobre fondos oscuros, un procedimiento que primero manifestó en forma de marañas y después evolucionando hacia el espacialismo. Juan Eduardo Cirlot se refirió a su abordaje metafísico de la materia como transinformalismo, y en ocasiones se materializó en grandes formatos con ecos cósmicos (Sueño de Eude, Suite Bienal São Paulo…). Cuixart alcanzó entonces una sólida reputación como renovador de un informalismo cuyo desenlace empezaba a atisbarse.

Él mismo lo entendió así, apreció sus repeticiones formales y dio paso a nuevas inquietudes en obras valientes como Obsexys, Androgyne (1962), que destaca por lo abultado de su relieve, o en las muñecas masacradas de su serie Nins sense nom, llenas de angustia existencial y evocadoras de la tragedia de la Guerra Civil, que presentó al año siguiente en Barcelona. Sus reflexiones sobre la naturaleza humana, en paralelo a sus indagaciones matéricas, darían paso en su carrera a la búsqueda de la representación de lo humano, sin acercarse por ello a la figuración. La desesperanza presente en los cuerpos desmembrados también se hizo patente en el assemblage exento Rodamort, fechado en 1961, el mismo año en que el MoMA acogió su histórica exposición “The Art of Assemblage”. No hay que olvidar que Cuixart fue coetáneo a Rauschenberg y hay quien le considera (como M.ª Luisa Borrás) precursor de la incorporación del objeto al lienzo.

Para conocer sus intereses de este momento conviene adentrarse en el corto Cuixart, permanencia del barroco, filmado por Jean-André Fieschi en 1963 y presente en esta propuesta mallorquina. En ese año, y en 1964, el barcelonés comienza a adelantarse también a la nueva figuración internacional hibridando elementos de su producción anterior: magia, materia, texturas, signos y grafismos;  lo orgánico o biológico, lo erótico y lo siniestro. A través de números, letras y símbolos aludía a las matemáticas y la filosofía, disciplinas que, como avanzamos, le eran bien familiares.

Sus nuevos trabajos se distanciaban entonces, de manera definitiva, del informalismo y, a través de tintes escabrosos, recordaban que la angustia, el sexo y la muerte son elementos vertebradores de la condición humana.

 

“Cuixart: los años esenciales (1955-1966)”

MUSEU FUNDACIÓN JUAN MARCH

c/ Sant Miquel, 11

Palma de Mallorca

Del 5 de febrero al 16 de mayo de 2020

 

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