Hay quien se empeña en llamarlo el Andy Warhol italiano, pero lo cierto es que la etapa en la que se dejó influir por el Pop Art es solo una cara de las que articulan la trayectoria compleja de Mimmo Rotella, un autor calabrés que se convirtió en figura emblemática del Nuevo Realismo francés y es internacionalmente reconocido por collages que él llamaba double décollage creados a partir de los carteles desgastados que arrancaba de los muros del casco antiguo de Roma.
Trabajó en ellos a partir de los cincuenta, y no fue pionero en la realización de obras de ese tipo (Hains y Villegle, ambos franceses, ya habían iniciado proyectos similares en colaboración), pero él no mostraba en las galerías esos papeles tal cual los había extraído, rasgados y sin intervención por su parte, como hacían aquellos contemporáneos, sino que aplicaba a esos fragmentos supervivientes del bullicio urbano materiales pictóricos y arrancaba, en ocasiones, algunos fragmentos más. Los tres autores, junto a François Dufrene, se darían a conocer como Les Affichistes, por convertir ese material en la base de su producción.
El fruto de aquel método de trabajo y sus pinturas iniciales eran fundamentalmente abstractos, pero el rumbo de Rotella viró cuando en los sesenta empezó a incorporar a su obra imágenes de objetos de consumo y de actores y actrices, experimentando con la fotografía, las técnicas audiovisuales y los procesos de producción de imágenes: le interesaban los medios de comunicación masiva y reflexionó en torno a su poder creciente tras la II Guerra Mundial, por eso Pierre Restany le invitó a unirse a los nuevos realistas galos, colectivo en el que hacia 1960 ya se encontraban inmersos otros artistas que trabajan con carteles, además de Tinguely, Yves Klein, Spoerri o Arman, todos ellos exploradores de las posibilidades artísticas del objeto cotidiano.
No solo fue Rotella pintor: cultivó una poesía experimental basada en el poder de los fonemas que él llamaba “epistáltica”. Ahora, una y otra faceta de su carrera las revisa la Galleria Nazionale d’Arte Moderna e Contemporanea, en colaboración con la Fundación que lleva el nombre del artista: coincidiendo con el centenario de su nacimiento en Catanzaro, y bajo el comisariado de Germano Celant y Antonella Soldaini, se exhibe una retrospectiva del autor en la que sus piezas, articuladas tanto temática como cronológicamente, se integran en los muros del museo, haciendo que unos y otros se fundan hasta componer un ambiente urbano como aquel en el que él se inspiró.
Podemos ver en Roma un total de 160 carteles de Rotella agrupados en seis secciones centradas en las distintas técnicas que el italiano cultivó en su reelaboración personal de esos anuncios publicitarios: trabajando a partir de sus fragmentos, explorando su vertiente abstracta, llevando a cabo procesos fotomecánicos destinados a la producción en serie de las imágenes sobre lienzo emulsionado, ocultando los mensajes originales con velos monocromáticos, sobreimpresionando en los carteles desgarrados y regresando, ya en los noventa y la década del 2000 (murió en 2006), a décollages monumentales que remiten a sus comienzos.
Esa evolución da fe del gusto enorme de Rotella por la experimentación y los cambios continuos de lenguaje, sello de su producción que solo es posible entender en profundidad contemplando una antología de su obra, y no han sido demasiado frecuentes pese a que en 1964 representó a su país en la Bienal de Venecia. Esta de la Galleria Nazionale es, sin duda, la más exhaustiva.
“Mimmo Rotella Manifesto”, que así se llama, cuenta, además de con sus obras fundamentales, con documentos, dibujos, pequeñas pinturas sobre lienzo y sobre papel que se exhiben cronológicamente en vitrinas y que permiten comprender mejor el trabajo del que son fruto sus obras mayores, a las que contienen múltiples y claras referencias. Fotografías, cartas y algunos catálogos nos permiten también contextualizar su producción: recogen su Manifiesto dell’Epistaltismo de 1949 y sus poemas fonéticos de los setenta, las confesiones de sus diarios de los noventa o la medalla de oro a su trayectoria que, en 2002, recibió de manos del Presidente Carlo Azeglio Ciampi. Dan fe también del buen número de relaciones personales y creativas que entabló en su extensa trayectoria: se carteó, entre muchos otros, con Lucio Fontana, Julian Schnabel, Pierre Restany, Giulio Carlo Argan, Palma Bucarelli, que fue director del museo que ahora acoge su trabajo, y, por supuesto, con los Nuevos Realistas. Precisamente, en el tiempo en que estuvo al frente de la Galleria Nazionale, Bucarelli adquirió para este centro carteles intervenidos como Composizione astratta (1955-1957), Up Tempo (1957) o Spirito di Dharma (1960), y décollages como Mitologia 3 (1962) y Sin título (1962).
Esta muestra se cierra con algunas esculturas de su serie Replicanti, de 1990: diez objetos de porcelana a medio camino entre el Pop y el surrealismo en los que Rotella quiso reducir la humanidad a una réplica de sí misma, entendida casi como sombra platónica.
“Mimmo Rotella Manifesto”
GALLERIA NAZIONALE D´ ARTE MODERNA E CONTEMPORANEA
Viale delle Belle Arti, 131
Roma
Del 30 de octubre de 2018 al 10 de febrero de 2019
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