Mathieu Pernot y el tiempo sobre la imagen

La Fundación MAPFRE repasa la trayectoria del fotógrafo francés

Madrid,

Nacido en 1970 en la localidad provenzal de Fréjus, Mathieu Pernot se formó en la Escuela Nacional de Fotografía de Arlés, en cuyos Rencontres mostraría tempranamente su trabajo, así como en el Centre National de la Photographie de París: desde sus comienzos su obra estaría centrada en lo inadvertido y los desplazados, y paulatinamente también en las posibilidades del montaje como medio de creación y en las transformaciones que el tiempo causa en la percepción, tanto de lo real como de sus propias composiciones.

Es habitual que elabore sus series a partir de la conjunción de sus creaciones y de fotografías de archivos, sean estos personales, familiares o históricos, sin incidir en las diferentes procedencias del conjunto, invitando así a los espectadores a reflexionar sobre los roles del autor y los fines de su medio; también que el instante y función en los que sus obras fueron tomadas inicialmente sugieran interpretaciones distintas al cabo de los años: es el caso de complejos urbanísticos en su momento idealizados y hoy fracasados o de álbumes familiares marcados por el rastro de conflictos y guerras. Cuando sus proyectos tienen protagonistas humanos, estos son igualmente desplazados, migrantes, gitanos o víctimas de la violencia que aparecen en varias ocasiones, dando lugar a distintas lecturas de su propia historia y de la colectiva.

Sus tres décadas de trayectoria las repasa este otoño en Madrid la Fundación MAPFRE, en la muestra “Documento/ Monumento”, que es su primera retrospectiva en España. A diferencia de otras exhibiciones anteriores de Pernot, se hace hincapié en esa repercusión del tiempo sobre nuestra percepción de su producción y se han incluido trabajos hasta ahora no expuestos; los más tempranos corresponden a boxeadores que retrató en clubes de Marsella a mediados de los noventa y los más recientes a las alambradas de Melilla en su frontera con Marruecos -en la ciudad autónoma ha fotografiado por encargo de esta institución-. Otro de sus conjuntos inéditos es el dedicado a edificios destruidos en Beirut y datado en el año 2000, que el propio Pernot había olvidado y que recuperó en 2019 tras hacerse con el Premio Henri Cartier-Bresson.

Mathieu Pernot. Fotomatón, 1995-1997. Centre Pompidou, Paris. Musée national d’art moderne - Centre de création industrielle. © Mathieu Pernot
Mathieu Pernot. Fotomatón, 1995-1997. Centre Pompidou, Paris. Musée national d’art moderne – Centre de création industrielle. © Mathieu Pernot

El recorrido de esta antología (que se completa con libros, porque el francés también ha desarrollado una importante labor como editor) se inicia con la serie Fotomatones, que brindó a mediados de los noventa a miembros de la comunidad romaní de Arlés, con quienes comenzó a relacionarse entonces y a quienes hoy continúa vinculado. Las imágenes reunidas fueron tomadas en un fotomatón de una estación ferroviaria de esa ciudad y Pernot buscó lograrlas aprovechando la obligatoriedad de contar con fotos tamaño carnet para fines administrativos; los gestos y actitudes de los modelos, sin embargo, se alejan de los posados convencionales (y uniformes) en este tipo de dispositivos.

En aquel momento, en 1995, emprendió asimismo su serie más reconocida: la que viene dedicando desde entonces, y que aún no ha finalizado pese a alguna reticencia de sus fotografiados, a la familia gitana Gorgan. Es consciente el artista de que este colectivo ha estado muy presente en la historia inicial de esta disciplina, pero se ha alejado mucho e intencionadamente de pasados propósitos etnográficos al retratarlo para componer un friso emocional y extenso en lo temporal de cada uno de los miembros de este clan: esa es la razón de que, si las primeras fotos de esta propuesta están realizadas en un blanco y negro que sugiere distancia, en el paso de los años han ganado peso el color, los instantes íntimos y los puntos de vista alternativos, integrándose asimismo las imágenes propias con las realizadas por los Gorgan.

Mathieu Pernot. Johny, de la serie Los Gorgan, 2001. Paris Musées / Musée d’Art moderne. Don de la Société des amis du musée d’art moderne de la Ville de Paris. © Mathieu Pernot
Mathieu Pernot. Johny, de la serie Los Gorgan, 2001. Paris Musées / Musée d’Art moderne. Don de la Société des amis du musée d’art moderne de la Ville de Paris. © Mathieu Pernot
Mathieu Pernot. Sin título (Ana), de la serie Los Gorgan, 1996-2015. Cortesía del artista © Mathieu Pernot
Mathieu Pernot. Sin título (Ana), de la serie Los Gorgan, 1996-2015. Cortesía del artista © Mathieu Pernot

Como dijimos, a esta familia amiga, que para el fotógrafo es tanto modelo como compañera de vida, la veremos igualmente en otras series, como El fuego (2013), donde nos mostró sus rostros ensimismados a la luz de la hoguera en la que ardía una caravana de su campamento, quema reproducida además en un vídeo. De no ser porque se nos informa de ello, podríamos no saber si esas llamas se deben a un ataque de terceros o a un accidente, y nos resultarían quizá igualmente bellas, pero la exposición nos explica  que tienen un sentido ritual: cuando quien vivía en uno de estos vehículos muere, es costumbre hacer desaparecer sus pertenencias con él.

Esos boxeadores de Marsella que fueron sus primeros retratados también han llegado a la Fundación MAPFRE. Cuando tomó estas instantáneas, Pernot practicaba judo, y es posible detectar por ello cierta familiaridad con el lugar donde trabajó, favorecida por el hecho de que se ejecutaron rápida y sucesivamente y con un mismo enfoque, fondos repetidos y una postura común por parte de los deportistas, con mirada algo intimidante y puños levantados. Esa serialidad parece querer mostrarnos a una tipología concreta de individuos, sin personalización.

Mathieu Pernot. Sin título, de la serie Boxeadores, 1994. Cortesía del artista © Mathieu Pernot
Mathieu Pernot. Sin título, de la serie Boxeadores, 1994. Cortesía del artista © Mathieu Pernot

Las arquitecturas protagonizan dos de las series centrales de la exposición: la que, como avanzamos, dedicó a los efectos de la guerra civil libanesa sobre las construcciones de Beirut, algunas ametralladas y otras hechas escombros (estas fotografías son para el autor galo evocaciones de lo perdido, y esa melancolía acentúa la sensación de que nos encontramos ante ruinas) y Le Grand Ensemble, sus imágenes de un proyecto de viviendas, nacido tras la II Guerra Mundial y destinado a acoger un gran número de habitantes, que se construyó en los sesenta y fue demolido en los 2000, en explosiones controladas y ejecutadas, como subraya Pernot por decisión política, para dar paso a otros desarrollos urbanísticos.

Las instantáneas de las demoliciones, de gran formato y entre bellas y violentas, se contraponen con las postales que se dedicaron a estas viviendas en los cincuenta y los sesenta como emblema de progreso; hoy resultan, no solo a la luz de los acontecimientos sino también por su marcada geometría y la ausencia de figuras, un tanto irreales.

Mathieu Pernot. Beirut, 2000. Cortesía del artista © Mathieu Pernot
Mathieu Pernot. Beirut, 2000. Cortesía del artista © Mathieu Pernot
Mathieu Pernot. Un mundo feliz, de la serie Le grand ensemble, 2005. Cortesía del artista © Mathieu Pernot
Mathieu Pernot. Un mundo feliz, de la serie Le grand ensemble, 2005. Cortesía del artista © Mathieu Pernot
Mathieu Pernot. Implosión (Mantes-la-Jolie), de la serie Le grand ensemble, 1 de julio de 2001. Cortesía del artista © Mathieu Pernot
Mathieu Pernot. Implosión (Mantes-la-Jolie), de la serie Le grand ensemble, 1 de julio de 2001. Cortesía del artista © Mathieu Pernot

A uno de los miembros de los Gorgan lo veremos de nuevo en la serie de 2001-2004 Los que gritan, en la que captó a personas que, en escenarios geográficos diversos (Marsella, Aviñón o Barcelona) tratan de comunicarse con sus familiares encarcelados al otro lado de los muros de cada prisión, adoptando una pose común que, por serlo en este conjunto, nos resulta teatral (también trágica) y dirigiendo su mirada hacia un fuera de campo que se nos escapa. Aunque actitudes y gestos se repiten, cada una de los retratos lleva el nombre de su protagonista: estas figuras se individualizan sin arquetipos, a diferencia de los boxeadores.

Otro de los trabajos que Pernot ha dedicado a cárceles es La Santé (2015-2023): consta de un inventario de inscripciones e imágenes que los presos dispusieron en sus celdas, ensambladas a modo de collage en hojas de los cuadernos de registro de la Administración penitenciaria, y a veces nos permiten elucubrar la personalidad de esos individuos.

Mathieu Pernot. Mónica, Barcelona, de la serie Los que gritan, 2004. Cortesía del artista © Mathieu Pernot
Mathieu Pernot. Mónica, Barcelona, de la serie Los que gritan, 2004. Cortesía del artista © Mathieu Pernot

Cierran la muestra las series La ruina de su morada (2019-2021), tomada en el Museo de Palmira, que nos enseña las huellas inquietantes en las paredes de la retirada de piezas efectuada antes de la irrupción del Estado Islámico y los efectos destructores de su paso en las restantes (el director del centro, Khaled Asaad, fue asesinado), y Melilla (2022), en la que naturaleza y vallas de frontera coexisten. Este último proyecto formará parte del más amplio L´atlas en mouvement, enciclopedia visual y poética en torno a las migraciones, y a veces refleja los restos de ropas y objetos abandonados por quienes cruzaron la verja.

Mathieu Pernot.Palmira, 2021. Cortesía del artista © Mathieu Pernot
Mathieu Pernot. Palmira, 2021. Cortesía del artista © Mathieu Pernot
Mathieu Pernot. Melilla, 2022. Cortesía del artista © Mathieu Pernot
Mathieu Pernot. Melilla, 2022. Cortesía del artista © Mathieu Pernot

 

 

Mathieu Pernot. “Documento/ Monumento”

FUNDACIÓN MAPFRE. SALA RECOLETOS

Paseo de Recoletos, 23

Madrid

Del 22 de septiembre de 2023 al 7 de enero de 2024

 

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