Marisa González: la unidad de fondo

Promoción del Arte examina su trayectoria en Logroño

Logroño,

Allá por 2015, Promoción del Arte presentó en la Tabacalera madrileña “Registros domesticados”, exhibición dedicada a repasar la trayectoria de la artista multimedia Marisa González y su profundización en las identidades y deseos femeninos a partir de vídeos, fotografías y obras en papel.

Ahora, tras su paso por el CGAC de Santiago de Compostela y de nuevo bajo el comisariado de Rocío de la Villa, parte de aquella muestra puede visitarse en la Sala Amós Salvador de Logroño en el marco del Programa de Exposiciones Itinerantes (PEI) de esa institución.

La creadora bilbaína es una de las artistas pioneras en nuestro país en el ámbito de la investigación de los nexos entre arte y nuevas tecnologías después de que en 1971 cursara en Chicago un Máster en el Departamento de Sistemas Generativos dirigido por Sonia Sheridan. Cuatro años después, presentó en el Washington Projects for the Arts su primera videocreación y desde entonces ha mostrado en centenares de exposiciones individuales y colectivas proyectos a medio camino entre el low tech y el high tech, transitando entre los sistemas de reproducción mecánica y el video.

La serialización de sus trabajos deriva de su empleo de programas informáticos para investigar en torno a nociones como la clonación, la fragmentación o la multiplicación de lo real. En algunos de sus proyectos, atrapa González azarosamente imágenes o las captura con un rigor casi científico tratando de invitar con ellas al espectador a contemplar la belleza de la simplicidad.

Aproximadamente desde 2002 viene gestándose un cambio notable en su producción: ha adoptado un tono más comprometido socialmente y ha apostado por el reflejo de los cambios sociales, urbanos y económicos propios de la actual sociedad global en documentos que tienen carácter testimonial. También son características de su obra reciente las referencias recurrentes al drama de la violencia sobre las mujeres, al valor combativo del lenguaje, la recuperación de la memoria histórica, los transgénicos o los posibles usos de edificios abandonados.

Y es igualmente común en sus proyectos la búsqueda de soluciones para responder tanto a problemas actuales como a las eternas preguntas sobre qué es el arte y qué papel puede desempeñar en el mundo de hoy.

Marisa González. La mulata y sus máscaras, 1975
Marisa González. La mulata y sus máscaras, 1975
Marisa González. Birmania, 2010-2012
Marisa González. Birmania, 2010-2012

En Logroño nos esperan papeles de la serie Sistemas Generativos y fotografías performativas de la primera etapa de la artista, gestadas durante su formación en Estados Unidos y, hasta la iniciativa de Promoción del Arte, inéditas en España. También la instalación audiovisual Son de Ellas, en la que veremos manos de mujeres trabajadoras en relación con los proyectos de González ligados a la arqueología industrial: La Fábrica y Central LMNZ.

El primero examina el declive y destrucción de la arquitectura industrial del siglo XX a partir del relato del vaciado y la demolición de edificaciones, maquinaria y documentos; el segundo, dedicado a la central nuclear de Lemóniz y presentado en el CAB burgalés ya en 2004, plantea los sistemas gráficos, métricos y cartográficos, objetos encapsulados y documentos que podrían articular una arqueología de la posmodernidad y homenajea a los metalúrgicos que desmantelaron, manualmente, las instalaciones de aquella central.

La autora vasca también ha registrado otras fábricas (la de Artiach en Bilbao) y centros de producción ya inexistentes, como la Central Eléctrica Mediodía (que ocupó el actual espacio de CaixaForum Madrid), la térmica de Almería (El Zapillo), el complejo del Matadero en Madrid y la fábrica Arcelor en Avilés.

Marisa González. El baile (Birmania), 2012-2014
Marisa González. El baile (Birmania), 2012-2014

En representación de su última etapa, centrada en la reflexión sobre el postcolonialismo, veremos Ellas, Filipinas (grabaciones sobre la situación de las emigrantes filipinas en Hong Kong) y el trabajo reciente sobre Birmania The Road to Mandalay.

En el ayer y en el hoy, sus obras pueden articularse en dos ejes temáticos: la reivindicación de la memoria colectiva vinculada a los procesos laborales y de producción fabril y la profundización en las desigualdades políticas, económicas, productivas y laborales presentes en la vida diaria en el sudeste asiático.

 

Marisa González. “Registros domesticados”

SALA AMÓS SALVADOR

c/ Once de junio, 4

Logroño

Del 5 de septiembre al 24 de noviembre de 2019

 

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