Un objeto delicioso. Así ha definido Iñaki Bergera, comisario de “Cámara y modelo. Fotografía de maquetas de arquitectura en España, 1925-1970”, las fotografías de maquetas que forman parte de esta muestra que hoy ha abierto sus puertas al público en el Museo ICO. Se trata de un compendio de un centenar de imágenes realizadas en nuestro país entre 1925 y 1970, décadas en las que se desarrolló el movimiento moderno en arquitectura, por 35 autores entre los que figuran maestros como Català-Roca, Oriol Maspons, Julio Ubiña o Pando.
En muchos casos las imágenes seleccionadas nos sirven para conocer las construcciones que retratan, proyectos no construidos o de escasa difusión que han podido preservarse gracias a la fotografía (son muchos los archivos visuales de arquitectos que se han perdido).
Esta exposición es fruto de un proyecto de investigación realizado por Bergera y por una veintena de investigadores de distintas Universidades españolas y subraya el valor de la maqueta, aún bajo el reinado de las nuevas tecnologías, como elemento de trabajo fundamental para los arquitectos y el de la fotografía como vehículo para dar testimonio.
“Cámara y modelo”, como ha subrayado Bergera, aborda en profundidad uno de los numerosos subtemas que componen la constelación de la fotografía arquitectónica, poniendo el acento en un asunto aparentemente menor del que pueden extraerse discursos interesantes. Estas imágenes son artefactos fascinantes en sí mismas, porque previsualizan proyectos que aspiran a ser, sueños de los arquitectos (a veces frustrados). En ocasiones tuvieron, además, una finalidad práctica: la de convencer a un cliente, favorecer una venta…
Estas fotografías son, evidentemente, instrumentos documentales, pero van más allá: el fotógrafo lee el modelo, lo interpreta desde su mirada y lo retrata captando su esencia para transportarla a medios distintos a la construcción, aunque su obra pueda destinarse a concursos o paneles. Concibiendo, así, la maqueta como expresión de un deseo de ser y la fotografía como interpretación de ese sueño del arquitecto, las obras que forman parte de “Cámara y modelo” adquieren un cariz poético inesperado.
Entendiendo la maqueta como expresión de un deseo de ser y la fotografía como interpretación de un sueño del arquitecto, las obras que forman parte de “Cámara y modelo” adquieren un cariz poético inesperado
Pero tienen, también, un tercer valor importante: el formativo, poniendo de relieve la riqueza de la arquitectura contemporánea, que a menudo no puede visitarse y que es objeto, a veces, de demoliciones ignorantes como la de la Casa Guzmán de Alejandro de la Sota.
La exhibición de las fotografías se completa en el ICO con la presentación de discursos paralelos y complementarios: portadas de revistas que nos descubren su valor gráfico o imágenes en las que estas maquetas se sitúan junto a personas para que las pongamos en escala, las relacionemos con arquitectos o clientes e incluso con artistas que colaboraron en su elaboración, como Antonio López. También encontraremos vitrinas con álbumes y hojas de contacto.
El orden en que las fotografías se disponen aquí es cronológico, no tipológico, y las acompañan además trece maquetas originales que contribuirán a que el público se ponga en el lugar del fotógrafo y entienda la dificultad de esta disciplina.
Los constantes espejos presentes en el montaje quieren hacer referencia a las relaciones de toda fotografía con el juego de dualidades entre lo real y lo aparente. (Y requieren algo de cuidado en nuestros pasos).
