Lynne Cohen, el olor de las imágenes

MAPFRE Azca exhibe 86 trabajos de la fotógrafa canadiense

Lynne Cohen

FUNDACIÓN MAPFRE – Barbara de Braganza (Fotografía)

Paseo de Recoletos, 27

Madrid

Madrid,

Lynne Cohen define las imágenes como una especie de arqueología de enseres y mobiliario. A través de ellas podemos adivinar, en palabras de la fotógrafa canadiense, olores asociados a los lugares. Según ella misma cuenta, sus fotografías iniciales huelen a ceniceros repletos de colillas, a botellas de cerveza vacías, a pelo de perro húmedo y a ambientador; las últimas, a cloro, metal, cables eléctricos, gasolina, contrachapado y formaldehído. De la confusión y calidez inicial ha evolucionado hacia la frialdad y la pulcritud.

Desde hoy y hasta mayo, la Fundación MAPFRE dedica en su sala en Azca una amplia muestra (de 86 obras) a esta artista con cincuenta años de carrera a sus espaldas que ha convertido en el eje de su producción interiores de lugares cuya tipología se ha ido transformando con el paso del tiempo, tanto íntimos como destinados a la interacción social: salas de estar, salones de baile, aulas, spas, clubes privados, laboratorios, instalaciones militares…

No obvia en ellos, intencionadamente, la huella de la presencia humana (de ahí los elementos ornamentales del Living Room de Racine y las manchas de balas de Untitled (Balloons), pero nunca fotografía a personas para evitar lecturas distorsionadas de sus obras por parte del espectador y dar pie a la recreación individual de las historias y vivencias de quienes pueblan o han poblado los espacios presentados. Por esa misma razón, para evitar condicionar interpretaciones, Cohen tampoco fecha ni titula sus trabajos.

Otra rasgo esencial de su obra es la ambigüedad: sus habitaciones parecen museos; sus salas de espera, instalaciones; sus spas nos recuerdan a morgues y algunos de sus interiores se asemejan a exteriores. La artista nos sume en atmósferas espectrales donde una amenaza parece cernirse sobre lo cotidiano y puertas en apariencia mundanas pueden ocultar sorpresas.

La exhibición de MAPFRE nos permitirá comprobar la paulatina transformación de las imágenes de Cohen, del pequeño al gran formato, del blanco y negro al color y al cuidado en los detalles. Apreciamos un cada vez más intenso intento por invitar al espectador a adentrarse en sus escenas, a notar olores y a que pueda participar de la tactilidad de los materiales.

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