Camnitzer: el museo-escuela y el arte como actitud

El Reina Sofía dedica una retrospectiva al uruguayo

Madrid,

El Museo Reina Sofía ha inaugurado hoy “Hospicio de utopías fallidas”, una retrospectiva dedicada a un artista con medio siglo de andadura a sus espaldas, pero nunca esas denominaciones clásicas hicieron menos justicia a una muestra ni se quedaron más cortas: hablamos de Luis Camnitzer y todo en él, en sus investigaciones, en su concepción del arte como la más libre de las actitudes y en su constante voluntad por romper cualquier barrera que lo separe del público, va en dirección contraria a la noción encorsetada de una antología al uso en la que el protagonista es un autor y su evolución.

Vista de sala de la exposición "Hospicio de utopías fallidas" en el Museo Reina Sofía
Vista de sala de la exposición “Hospicio de utopías fallidas” en el Museo Reina Sofía

Aquí este artista uruguayo de origen alemán dialoga en todo momento con nosotros, nos interpela y nos invita a coger el lápiz y dejar nuestra impronta en la pared, a que nos preguntemos por qué miramos como lo hacemos, qué rol tiene el lenguaje en el ámbito plástico, qué esperamos del arte y qué podemos aportar a sus creaciones. Es una expresión manida, pero con Camnitzer se cumple por fin: el espectador ha de adquirir un rol activo y no pasivo, y no se trata de una sugerencia, sino de adoptar un camino, una mirada, que él convierte en natural y no forzada, del mismo modo en que él mismo optó, no tanto por tratar de transmitir ideas, sino por convertirse en mediador.

Tanto en su obra de carácter más conceptual y político como en la más vinculada a la educación artística, ha ahondado en aquellas convenciones de las que el arte continúa siendo siervo (poderes y hegemonías incluidos) y en la posibilidad de acabar con ese uso instrumental de la creación para validar ciertos discursos, encumbrando otro: el de convertirla en herramienta para la transformación de las sociedades, que es lo mismo que decir en herramienta educativa.

Las obras acabadas son para Camnitzer una parte ínfima del concepto de arte en sí; ni siquiera son, del todo, su fruto, porque él no lo concibe, no ya en su materialidad, ni siquiera como proceso: entiende que hablamos de una actitud, la más libre posible, que cualquiera podemos adoptar y que nos dota del espíritu crítico y humanista suficiente para adentrarnos en lo desconocido y cuestionarlo todo… en pos del bien colectivo, porque esa es la única utilidad práctica que concede este autor al arte: la de favorecer a individuos y sociedades.

Remarcamos a los individuos porque este artista, dado su continuo trabajo con los públicos, sabe bien que no pueden entenderse estos como una masa homogénea, sino como parte de colectivos múltiples y complejos con distintos niveles educativos, visiones del mundo e intereses. Es peliagudo, por tanto, partir de premisas supuestamente “por todos conocidas”: ante casi todo – conoce bien Camnitzer – brotan más enfoques de los que podamos imaginar.

En su ensayo El museo es una escuela, alumbró la cita que vertebra sus teorías: El museo es una escuela: el artista aprende a comunicarse; el público aprende a establecer conexiones. Y su muestra en el Reina Sofía, comisariada por Octavio Zaya, se titula precisamente “Hospicio de utopías fallidas” porque deja la puerta abierta al fracaso en forma de no-comunicación. Pero será un fallo relativo, porque permitirá generar nuevas ideas. De hecho, esa misma noción del  museo-escuela surgió de un obstáculo: la imposibilidad de plantear las propuestas didácticas que él quería para una exposición de arte abstracto por la negativa del director del museo para el que trabajaba. Propuestas que se dirigían a romper con los tics elitistas del arte y del cosmos que en torno a él gira, una voluntad que ha explicado siempre tanto sus modos de hacer como artista como su labor crítica, educativa y de investigación. Nos transmite Camnitzer que el potencial transformador del arte no está en su temática, en su contenido o en su soporte, sino en su capacidad para relacionarse con el espectador e inspirarlo vital, social, políticamente.

Luis Camnitzer. Aula, 2005. Archivo fotográfico del Museo Reina Sofía
Luis Camnitzer. Aula, 2005. Archivo fotográfico del Museo Reina Sofía

Zaya ha subrayado hoy lo versátil de su producción, que es conceptual e implica cuestiones políticas y sociales, pero no desde un enfoque panfletario sino tan elegante como didácticamente evocador. Por esa misma razón, no se trata de un arte fácil: requiere ciertos conocimientos previos del espectador, sobre todo en lo relativo a los principios del arte conceptual y las repercusiones culturales del colonialismo. El comisario ha optado por proporcionárselos, a veces, en forma de textos-guía, por tratar (con éxito) de configurar una muestra fluida, cuyas tesis no se impongan al espectador de manera aburrida o demasiado compleja, y, sobre todo, por implicar muy activamente al público. Para ello habrá además un programa educativo, La Escuela Perturbable, que no acompaña a la muestra sino que la completa como producto cultural paralelo, según ha acentuado hoy María Acaso, nueva jefa del Área de Educación del Reina Sofía.

En sus palabras, el objetivo de este programa será desmontar la exposición y darle la vuelta a su formato desde una perspectiva crítica, feminista y decolonial. No se trabajará con objetos sino con experiencias y se desecharán las nociones de autoría y de genio. Sus actividades tendrán lugar en algunas de las salas de este “Hospicio” y también fuera, por ejemplo en el Patio Nouvel, y tres grupos de estudio participarán en seis sesiones de investigación, cada uno abordando un asunto distinto: la educación creativa en la escuela, la formación de los artistas en la Universidad y la propia educación en los museos. Se ha invitado a participar a una escuela colombiana, otra argentina y otra mexicana.

Luis Camnitzer. This is a mirror, you are a written sentence, 1966-1968. Daros Latinamerica Collection, Zürich
Luis Camnitzer. This is a mirror, you are a written sentence, 1966-1968. Daros Latinamerica Collection, Zürich

Regresando a la propia antología, en ella están representadas las obras más estrechamente conceptuales de Camnitzer, aquellas en las que toma como punto de partida la desmaterialización del objeto artístico; las más declarativas y evocadoras, ligadas al arte político, y las que, más recientemente, ha planteado en comunicación estrecha con sus teorías educativas.

Se parte de las primeras: piezas bien conocidas vinculadas a su realidad social y política próxima, y ligadas también al Mail Art, que no son autorreferenciales: no aluden a sí mismas, sino al rol del artista y al mundo del arte (que desmitifica) o a la violencia. Las siguen otras en las que representa objetos, y personas, a través de descripciones lingüísticas, trabajando desde la fe en la ausencia de fronteras entre lo visual y lo textual. El lenguaje en sus múltiples formas es una referencia continua en su obra, no solo en estas piezas que continúan siendo abiertamente conceptuales.

En su evolución en ese camino, avanzó hacia un mayor protagonismo de los elementos visuales en un arte al que dotó de naturaleza política, crítica con la dictadura uruguaya o con el colonialismo. No falta su serie fotográfica dedicada a las torturas físicas en esa dictadura (no explícitas, pero sí patentes en sus fragmentos, dejando a quien observa imaginar hasta donde quiera), su Memorial telefónico con desaparecidos sin dirección ni teléfono o El mirador, un ambiente de 1996, a medio camino entre cárcel y hospital, que los espectadores solo podemos percibir a través de una fina abertura, formando parte así de sus reflexiones sobre la dialéctica del afuera-adentro y sobre lo que implica involucrar al público en un espacio.

Del tercer grupo de trabajos, los más relacionados con la pedagogía, podemos destacar el irónico Insultos (repetidos en los cinco idiomas de la ONU), los proyectos Cuaderno de ejercicios y El aula, que demandan la participación del visitante, o la propia Utopías fallidas, que por deseo de Camnitzer da título a esta exposición y que remite tanto al pasado como hospital (y lugar de acogimiento de dementes) del edificio que es sede del MNCARS como a la noción de utopía del uruguayo: un proceso de búsqueda de perfección, un espejismo que siempre se nos aleja. Algo similar a la revolución en la revolución.

Luis Camnitzer. El mirador, 1996. Archivo fotográfico del Museo Reina Sofía
Luis Camnitzer. El mirador, 1996. Archivo fotográfico del Museo Reina Sofía

 

Luis Camnitzer. Memorial, 2009. Archivo fotográfico del Museo Reina Sofía
Luis Camnitzer. Memorial, 2009. Archivo fotográfico del Museo Reina Sofía

 

 

Luis Camnitzer. “Hospicio de utopías fallidas”

MUSEO NACIONAL CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA. MNCARS

c/ Santa Isabel, 52

Madrid

Del 16 de octubre de 2018 al 4 de marzo de 2019

 

 

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