Louis Stettner y la fuerza vital de Juan Nadie

La Fundación MAPFRE presenta su mayor retrospectiva

Madrid,

Aunque no tuvimos apenas noticia, el año pasado se cumplió un siglo del nacimiento en Nueva York de Louis Stettner, fotógrafo ligado a la Photo League y autor de excelentes imágenes urbanas o dedicadas al mundo del trabajo que, puede que por su tendencia a evitar etiquetas, por sus sólidas convicciones políticas o por su intencionado alejamiento del mercado, no ha recibido hasta ahora el reconocimiento esperable.

Formado junto a Sid Grossman o Weegee, se hizo con su primera cámara siendo muy joven y tomó centenares de instantáneas de su ciudad natal hasta que en 1947 decidió trasladarse a París, donde pensaba permanecer unas semanas estudiando cine pero se quedó cinco años, dejándose guiar por el gran Brassaï. Ambos escenarios, Nueva York y la capital francesa, le proporcionaron la mayor parte de sus motivos: el bullicio urbano, la rutina de obreros y trabajadores invisibilizados, la humanidad esencial de la mayoría… asuntos que abordó desde el humanismo, la poesía y la creencia de que era posible encontrar belleza en lo cotidiano.

Louis Stettner. Aubervilliers, France, 1947. Cortesía Archivo Louis Stettner, París © Louis Stettner Estate
Louis Stettner. Aubervilliers, France, 1947. Cortesía Archivo Louis Stettner, París © Louis Stettner Estate

Con el objetivo de paliar el desconocimiento existente en torno a su figura, la Fundación MAPFRE acoge en Madrid la que es su mayor retrospectiva hasta la fecha y también su primera exposición española, comisariada por Sally Martin Katz, curadora asistente del SFMoMA. Consta de casi doscientas imágenes en las que podremos detectar la huella en su producción del estilo americano y del europeo, cuando no era frecuente la conjunción de la estética de la foto callejera estadounidense y el humanismo lírico francés, y también la impronta de sus intereses literarios (de Platón a Walt Whitman, pasando por Marx) y políticos y sociales; explicó Katz ayer que se mantuvo fiel a sus ideas comunistas y que, en tiempo de mccarthismo, eligió no delatar.

En cuanto a sus inquietudes artísticas, sabemos que frecuentó muy pronto el Metropolitan y que allí pudo conocer la revista Camera Work, que a su vez le dio la oportunidad de familiarizarse con las miradas de Paul Strand, Clarence H. White o Stieglitz; en el círculo de este último se introduciría y, ya en el marco de la Photo League, conoció a fondo el trabajo de Lewis Wine y Weston. También tendría repercusiones en su producción su participación como fotógrafo de guerra en la II Guerra Mundial, en el contexto del Pacífico; décadas más tarde se posicionaría contra el conflicto de Vietnam y pasaría más de un mes trabajando en la Unión Soviética, cuando pocos podían y querían hacerlo.

Tras colaborar con cabeceras de la influencia de Time, Life o París-Match, y seguramente ante la dificultad para cargar con su equipo de trabajo, en la década de los ochenta decidió centrarse en la investigación de su propia obra y después, y desde 1990 de nuevo asentado en Francia, en la pintura y la escultura. Sus últimos proyectos fotográficos los dedicó a Manhattan, pues acudía a veranear a Nueva York, así como al macizo provenzal de Alpilles, y su muerte se produjo en 2016, justo después del cierre de una exposición que entonces le dedicaba el Pompidou, “Ici ailleurs”.

Louis Stettner. Brooklyn Promenade, Brooklyn, New York, 1954. Cortesía Archivo Louis Stettner, París © Louis Stettner Estate
Louis Stettner. Brooklyn Promenade, Brooklyn, New York, 1954. Cortesía Archivo Louis Stettner, París © Louis Stettner Estate

La que ahora le brinda la Fundación MAPFRE, además de destacar por su exhaustividad, cuenta con varias imágenes inéditas y revisa sus proyectos en color, hasta el momento apenas estudiados. Se detiene en su pertenencia a la citada Photo League, colectivo heredero de la Asociación de fotógrafos de trabajadores alemanes que periódicamente se reunía para discutir las posibles relaciones entre imagen y política y las opciones de la disciplina fotográfica como herramienta social; Stettner fue el profesor más joven de su asociación, estableció allí, como dijimos, contactos fundamentales y nunca renunciaría al sello social que su obra cobró ya entonces.

El montaje cuenta con textos del artista, y reveladores: pese a la desconfianza que en los cincuenta y sesenta suscitaban habitualmente los fotógrafos que escribían, Stettner dedicó numerosos escritos tanto a este medio como a su propia labor, explicando también las razones de sus filias y fobias por unos u otros compañeros, con espontaneidad. Tanta que la revista Camera 35, que dependía de la Photo League, le permitió publicar una columna mensual que primero se llamó Speaking Out (Hablando claro) y después A Humanist View (Una visión humanista); esta última marcó su producción, más allá de sus variados temas. Encontró refrendo a esas perspectivas en los libros de su amado Whitman, sobre todo en Hojas de hierba, volumen del que parece que no se desprendía: como el poeta, estaba convencido de que lo bello y lo común cohabitan y de que sobran las razones para creer en la sociedad; puede que esa fuera la causa de que trabajara sin miedo en la calle, días y noches. Reconoció sentirse a salvo, en sus palabras, dondequiera que haya seres humanos.

Le interesaron sobre todos los más auténticos y menos favorecidos: trabajadores a quienes retrató habitualmente en el ejercicio de su labor, sin idealizarlos ni buscar conmover a partir de su esfuerzo, únicamente captando su dignidad, como pensaba que a ellos les gustaría ser visualmente tratados. Dominan sus composiciones, autónomos y nunca abatidos, y para ellos tuvo Stettner todas las alabanzas: En medio del ruido, la suciedad, los humos y el riesgo de accidentes, me parecían personas muy sensibles, de una humanidad innata y con una maravillosa capacidad de organización y de percepción de la realidad inmediata. Incluso cuando los captó desplazándose en metro, en Penn Station, pareció querer subrayar ese orden natural en el que sabe desenvolverse la mayoría, el respeto que guarda la muchedumbre a su compañero de andén, de vagón.

Louis Stettner. Woman Holding Newspaper, New York, 1946. Cortesía Archivo Louis Stettner, París © Louis Stettner Estate
Louis Stettner. Woman Holding Newspaper, New York, 1946. Cortesía Archivo Louis Stettner, París © Louis Stettner Estate

En sus propuestas más tempranas se fijó en quienes hacían vida, paseaban o charlaban, en las calles de Nueva York, y en el mismo metro: fingía estar ajustando su Rolleiflex cuando, en realidad, fotografiaba. Y en París haría suyas las madrugadas; a diferencia de otros autores que elegían captar escenas de cafés y cabarets que rebosaban vida, él prefería atender a una visión menos lúdica: la de una ciudad que se esforzaba por dejar atrás el recuerdo y la devastación de la invasión nazi. Sobre Brassaï, que como avanzamos fue su mentor, y sobre Cartier-Bresson, que le impactó, también escribió para Camera 35.

Desde la capital francesa llevaría a cabo Stettner diversos viajes por Europa, entre ellos a España: podremos ver en la Fundación composiciones tomadas en Torremolinos, Málaga y, sobre todo, en Ibiza: en 1956 acompañó varios días, mientras faenaban, a los pescadores Pepe y Tony, captándolos en imágenes muy cercanas que fragmentaban sus cuerpos a la vez que resaltaban su esfuerzo, su concentración en acciones concretas, la dignidad de su actividad.

Louis Stettner. Tony, «Pepe and Tony, Spanish Fishermen», Ibiza, Spain, 1956. Cortesía Archivo Louis Stettner, París © Louis Stettner Estate
Louis Stettner. Tony, “Pepe and Tony, Spanish Fishermen”, Ibiza, Spain, 1956. Cortesía Archivo Louis Stettner, París © Louis Stettner Estate

Otra de sus series más significativas de la exposición la llevó a cabo algunos años después de regresar a Estados Unidos: se trata de la centrada en aquella estación de Penn, a cuyos pasajeros retrató, esta vez, desde el exterior de los vagones, en momentos de cierto descanso, soledad y recogimiento. Podemos atisbar sus caracteres, pese a lo impersonal del entorno y lo rutinario de la situación: toda su atención fue para los individuos y sus emociones, sobre todo para las no evidentes; buscaba, en su propio testimonio, revelar lo que no se ve fácilmente, captar lo más significativo, enriquecer nuestra percepción de la vida.

También lo individual fue el eje de otra serie contemporánea, Nancy, la generación Beat, que brindó a una joven de Greenwich Village que le llamó la atención por su energía y que podemos considerar emblema de los cambios culturales que llegaron a Nueva York en los cincuenta.

Louis Stettner. Commuters, Evening Train, Penn Station, New York, 1958. Cortesía Archivo Louis Stettner, París © Louis Stettner Estate
Louis Stettner. Commuters, Evening Train, Penn Station, New York, 1958. Cortesía Archivo Louis Stettner, París © Louis Stettner Estate

Los setenta traerían una intensificación de su activismo: además de oponerse a la guerra de Vietnam, apoyó a los Panteras Negras y fotografió, en ese periodo, fábricas de su país, Inglaterra, Francia y la URSS, dignificando nuevamente a quienes no solían ser el centro de proyectos artísticos y subrayando la potencia de su presencia y de su trabajo, no la de las máquinas o el entorno industrial que los rodea, por más que podamos presuponerla.

Sus lecturas de Whitman incidirían en las imágenes que dedicó a las personas sin hogar del barrio de Bowery; nos encontramos en los ochenta y noventa y en esta etapa solía jugar en sus composiciones con sombras, reflejos y encuadres que venían a explorar las posibilidades plásticas que ofrecía la captación de la vida urbana. También comenzaría a experimentar con el color, en escenas descentradas que podían sugerir caos y saturación sensorial pero que continuaban estando dedicadas a la gente corriente, aunque ahora haciendo hincapié en la alienación de la vida en los grandes núcleos.

Su obra última se la cedería a la naturaleza: en sus tres años finales de vida, visitó Sttetner hasta trece veces los Alpilles, con cámara de gran formato, fotografiando en blanco y negro su paisaje desde la misma perspectiva humanista del resto de su producción. Al igual que sus obreros, aquí los árboles, casi majestuosos, se retuercen para soportar el viento en un ejercicio de resistencia que, además de resultarnos bello, respondía a su filosofía.

Louis Stettner. Train Station Near Málaga, Spain, 1951. Cortesía Archivo Louis Stettner, París © Louis Stettner Estate
Louis Stettner. Train Station Near Málaga, Spain, 1951. Cortesía Archivo Louis Stettner, París © Louis Stettner Estate

 

 

Louis Stettner

FUNDACIÓN MAPFRE. SALA RECOLETOS

Paseo de Recoletos, 23

Madrid

Del 1 de junio al 27 de agosto de 2023

 

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