Tras mostrarnos obra gráfica vinculada a mayo del 68, la Galería La Caja Negra de Madrid presenta, desde el próximo jueves, una selección de trabajos sobre papel realizados recientemente por Anish Kapoor, que en los últimos años ha concedido un protagonismo importante en su trabajo a la obra gráfica, explorando en ella los caminos que más le interesan en sus esculturas e instalaciones: los nexos plásticos posibles entre Oriente y Occidente, la dualidad entre la luz y la oscuridad y lo abierto y lo cerrado, o las relaciones de dependencia entre lo oscuro y lo luminoso como partes de un todo individual y universal.
Al margen de técnicas y formatos, sus trabajos suelen ser tan espectaculares en apariencia como simples en sus planteamientos: trabaja con formas curvas y con colores únicos y siempre intensos en cada proyecto, muy a menudo sirviéndose de pigmentos en polvo.
Las obras que nos enseñará La Caja Negra, hasta el 27 de julio, mantienen la mayoría de esas conexiones conceptuales y formales con su obra en tres dimensiones, pero Kapoor viene acentuando sobre el papel una desnudez lírica; hace meses que emprendió una vía hacia una depuración aún mayor de la habitual. Ha trabajado con tonalidades fuertes (predominan las gamas de los rojos y los rosas) y ha hecho que esos colores absorban los bordes de fuentes intensas de luz que emergen, como fuentes, del centro de sus composiciones, jugando a hacer dialogar lo opaco y lo transparente en las fronteras.
Los tonos empleados remiten, y esa ha sido siempre la intención del artista pese a que reniega de etnicismos, a los utilizados en numerosas ceremonias espirituales, de cariz más o menos religioso o místico, en su país natal, de modo que las piezas conjugan esta referencia ascética con otras, tanto o más evidentes, a la tradición abstracta. Huye Kapoor, no obstante, de formalismos fáciles: nos encontramos ante el resultado de su búsqueda de un absoluto cromático, con el que el observador pueda conectar a un nivel tanto meramente sensorial como simbólico, y también de un intento de generar, sobre la superficie del papel, representaciones de espacios y tiempos concretos y peculiares.
Hace tiempo que el indio percibió que, al vaciar el espacio de formas, ese espacio no se vacía en realidad, sino que se llena, de luz o de oscuridad: de lo que quien mira lleva dentro.
No hay aquí significados a desvelar, estas obras suponen propuestas visuales de acompañamiento a reflexiones ajenas a lo material. El hecho de que su técnica, cercana a la manera negra, surja del extraer la luz de masas de color acentúa esos propósitos; el propio Kapoor –habitual de esta sala– se define como artista abstracto y dice entender esa abstracción como vía para acercarse a los orígenes de las cosas. Por eso estas obras, como sus objetos tridimensionales, parecen haberse autocreado.
Anish Kapoor. “Red Shadow”
c/ Fernando VI, 17 2º Izquierda
Madrid
Del 7 de junio al 27 de julio de 2018
