No deja de sorprender la escasa vibración pública de nuestro país ante el acontecimiento del incremento patrimonial con que se ha beneficiado el más importante museo español, hallándonos ante la noticia cultural más relevante, museológicamente hablando, del año 2006.
El Museo del Prado ha adquirido lo mejor de una de las colecciones privadas más sobresalientes de pintura de bodegones, tras una compleja negociación entre la institución y el propietario y tras lograr la decisiva intervención del BBVA, que sufragó la operación mediante el sistema de pago en dación. El ingreso de 44 cuadros entre los siglos XVII y XIX, aun en un museo de estas características, es algo hoy absolutamente excepcional, y más si el lote es de carácter monográfico y la naturaleza de su contenido se refiere a un asunto, como es el bodegón español, que hoy es lo más disputado comercialmente en cualquier subasta internacional.
Lo que ahora se exhibe en el Museo del Prado como presentación de las obras recién adquiridas de la Colección Naseiro supone, además de que los fondos del museo se completan con medio centenar de nuevos bodegones españoles, que analizando pieza por pieza, como hace en el catálogo A. E. Pérez Sánchez, máxima autoridad española en la materia, encontramos al menos una docena de artistas que se incorporan por primera vez a la colección. En este sentido, junto a nombres como los de Sánchez Cotán, Zurbarán, Meléndez o Goya, con el tiempo han ido apareciendo otros autores que hoy han adquirido máxima estima y han situado al bodegón español entre los más singulares de las diversas escuelas tradicionalmente consideradas como las más reputadas: la italiana, la francesa, la flamenca o la holandesa. Precisamente son estos artistas, ahora reivindicados, los que protagonizan la exposición: Juan Fernández el Labrador, Pedro de Camprobín, Gabriel Felipe de Ochoa, José Ferrer, José Romá…, junto a los que se incorporan obras significativas de Van der Hamen, Tomás Yepes, Luis Meléndez o Bartolomé Montalvo. Por último, añadir que quien visite la actual representación de lo adquirido, sepa o no sepa sobre el asunto, recibirá sin duda un impacto inolvidable.
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