José María Sicilia, Premio Tomás Francisco Prieto 2015

Jaume Plensa, expondrá en el Museo Casa de la Moneda desde el 26 de noviembre

Madrid,
José María Sicilia. Flor Óxido rojo, 1987
José María Sicilia. Flor Óxido rojo, 1987

En la pintura de José María Sicilia, las líneas se desvanecen en favor del color y la materia. Sus trabajos, habitualmente de gran formato y trazados con pinceladas sueltas que recorren las telas sin inhibición, plantean enormes escenarios caóticos, de apariencia enérgica y espontánea, a los que imprimen cierto ritmo figuras silueteadas.

Madrileño de origen, inició su formación en Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid y actualmente reside entre París (adonde se trasladó en 1980) y Sóller, en Mallorca. En principio se aproximó a la tendencia expresionista en una etapa en la que este movimiento era la gran referencia para los artistas de su generación, y el éxito no tardó en llegarle. Su nombre se citaba junto a los de Miquel Barceló y Miguel Ángel Campano entre los grandes representantes de la pintura española de los ochenta. Pero Sicilia no ha abandonado esta estética, aunque ello le haya supuesto navegar a contracorriente.

Entre sus series más célebres encontramos aquella en la que profundiza en las posibilidades de la monocromía del blanco. Cuando comenzó a trabajar en proyectos seriados lo hizo combinando herramientas de taller y electrodomésticos (tablas de plancha, máquinas de coser, aspiradoras, antenas de televisión, etc.), y pintando de forma sintética, evitando connotaciones descriptivas pero siendo extremadamente formalista y potente en los trazos.

Sicilia trabaja con los elementos de la realidad más cotidiana buscando explicarnos sus características e incidir en el modo en que el espacio los rodea y los define o en el sentimiento que le producen, en alusión a esa resbaladizo territorio que queda entre lo visible y lo invisible.

José María Sicilia. El instante, 2013
José María Sicilia. El instante, 2013

Manteniendo las soluciones formales y compositivas de estas series, pero tratando de que sus piezas produjesen una mayor sensación de profundidad, se interesó el madrileño por el paisaje y pintó vistas de París y Madrid con una marcada libertad del gesto, una utilización casi violenta del color y un marcado dinamismo.

Pronto, desde 1985, dejó a un lado los motivos representados en su etapa inicial y pasó a trabajar en una serie sobre el tema de las flores que le otorgó un reconocimiento importante en España. Se volcaba en el análisis de la forma, la construcción del espacio y la estructura de la luz y llegó a exponer esas flores en el Palacio de Velázquez, en 1988.

En 1989 recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas y, mediados los noventa, se inició en el empleo de las ceras. Más recientemente su obra se ha inclinado hacia el dibujo, la utilización de los materiales aparentemente más simples y directos y la realización de instalaciones simbólicas y de esculturas de difícil y delicado simbolismo.

La XXVI edición del premio de Medallística de la Real Casa de la Moneda, que lleva el nombre de Francisco Prieto, ha recaído en Sicilia en reconocimiento a su trayectoria humana y profesional. La Casa abrirá el 26 de noviembre una muestra del galardonado en la última edición, Jaume Plensa, que llevará por título “Mátriz y múltiple”, y el año que viene presentará la dedicada a Sicilia, que se compromete al recibir el premio a diseñar una medalla que acuñará la Fábrica de Moneda y Timbre.

Antes de Plensa y Sicilia, recibieron el Premio Tomás Francisco Prieto Eduardo Chillida, Antonio Tàpies, Antonio López, Eduardo Arroyo, Pablo Palazuelo, Andreu Alfaro, Antonio Saura, José Luis Cuevas, Luis Gordillo, Carmen Laffón, Roberto Matta, Juan Barjola, Rafael Canogar, Antoni Clavé, Martín Chirino, Luis Feito, Albert Ràfols Casamada, José Hernández, Guillermo Pérez Villalta, Eva Lootz, Alfredo Alcain, Susana Solano, Juan Navarro Baldeweg y Cristina Iglesias.

 

Comentarios