Un par de años después de que Promoción del Arte presentase en la Tabacalera madrileña dieciocho proyectos conjuntos de Concha Jerez y José Iges y uno después de que el artista madrileño llevara al Instituto Goethe sesenta de sus piezas sonoras (llamadas Dedicatorias, porque en ellas homenajeaba a poetas, escritores, artistas, músicos o cineastas), la Freijo Gallery abre hoy al público “Sonido visible”, una obra que recupera su producción individual, vinculada fundamentalmente a la música experimental y el arte sonoro.
Iges es Doctor en Ciencias de la Información e ingeniero industrial, y desde 1989, curiosamente el año en que nació la world wide web, trabaja conjuntamente con Concha Jerez, reciente Premio Velázquez, en performances, instalaciones, arte radiofónico y conciertos intermedia herederos del espíritu del movimiento Fluxus y del legado de los artistas que en los sesenta trabajan en la fusión de disciplinas y en la expansión de la creación artística hacia entornos mediáticos o culturales a los que entonces permanecía ajena.
Conviene subrayar que antes ambos desarrollaban trayectorias propias sólidamente encaminadas antes y que también han trabajado por separado después: Jerez, sobre todo, en los campos del vídeo y la performance y atendiendo intereses próximos a lo conceptual e Iges explorando el sonido desde múltiples enfoques y también el arte radiofónico (hasta 2008 dirigió el programa pionero Ars Sonora en Radio Nacional).
Aquellos intereses individuales resultaron complementarios, y en su obra conjunta han planteado propuestas a la vez visuales y sonoras que en muchos casos conciben como works in progress abiertos al diálogo con los espacios, con el público y con la propia temporalidad. Han podido verse en numerosos museos y festivales dentro y fuera de España, pero la obra individual de Iges ha sido menos estudiada y difundida y a ella se dedica esta exposición en Freijo, que subraya su carácter intermedia entre la performance, la poesía y el sonido ya desde los ochenta.
Ha cultivado Iges la música instrumental y electroacústica, en ocasiones presentada con intérpretes en vivo; audiovisuales en soportes tanto analógicos como digitales, instalaciones, proyectos radiofónicos y las citadas performances. Además de dirigir durante más de dos décadas Ars Sonora, un espacio fundamental en la difusión del llamado radioarte, desde 1989 forma parte del colectivo internacional Ars Acústica y desarrolla desde los noventa una labor curatorial complementaria a su trabajo artístico y volcada también en la puesta en valor del arte sonoro.
¿Qué podemos ver en la Freijo Gallery? Partituras, vídeos, objetos y piezas sonoras en soportes variados a los que el visitante puede acercarse, también, de distintos modos. Lo sonoro es, en realidad, el nexo de unión de unos y otros proyectos, algunos muy recientes al haberse realizado el año pasado específicamente para esta muestra, como las videoacciones Buscando el infinito y En el jardín de Cage y la videoinstalación One+One Hundred.
Estos vídeos, que tienen origen en las sesenta obras sonoras que pudieron escucharse en el Instituto Alemán y contienen acciones ejecutadas para la cámara, se completan con Dylan in Between, una obra sonora que parte de otra del mismo nombre que Iges llevó a cabo en 2001 y de la que se ha efectuado una edición especial, con vinilo translúcido, para esta ocasión.
Los sonidos que formaban aquella obra primera son ruidos recogidos por la aguja del tocadiscos en áreas entre canciones en distintos LP’s de Dylan, junto a fragmentos residuales de canciones suyas también.
No faltan tampoco en la galería algunas de las partituras y esquemas que han dado forma al recorrido creativo de Iges en estas últimas tres décadas, como Gestos (1982), sobre una pieza de duración variable y creada para un grupo instrumental indeterminado – por eso, adaptable, al modo de una performance -, Autoritratto y Seven Minutes Desert (ambas de 1990), que amalgaman la poesía sonora y la electroacústica y tienen la voz como protagonista, así como partituras para solistas y soporte digital grabado o electrónica en vivo, como Tejido en el aire (1988), Cristal II (1990), Azione-Reazione (1995) y La Isla de las Mujeres (1996), todas ellas propuestas de acción para un espacio de concierto.
El artista se refiere así a las partituras expuestas y a su doble valor funcional y puramente artístico: Esas páginas fueron creadas para dar a entender a los intérpretes, lo más eficazmente posible, las intenciones musicales de quien las escribió. Su forma obedece a la búsqueda de la eficiencia comunicativa, y no a criterios estéticos tomados del arte visual.
Pero no es menos cierto que, en el contexto de una galería, esos objetos de uso meramente práctico se estetifican al perder de vista la función que los hizo nacer. Se perciben entonces como obras visuales, como materiales que podrían formar parte de los archivos culturales y, como tal, ser custodiados y, eventualmente, coleccionados.
La contemplación de estos documentos más o menos técnicos, más o menos estéticos, y de los objetos y grabaciones relacionadas con ellos nos permiten acercarnos a la paulatina y nunca lineal transición de Iges desde la composición y el estudio de la música hasta lo que hoy entendemos como arte sonoro. Decimos que no ha sido una evolución lineal porque se trata más bien de un proceso salpicado por incursiones en terrenos híbridos: radioarte, poesía sonora…, campos en constante evolución debido al avance de las tecnologías y los medios electrónicos.
José Iges. “Sonido visible”
c/ General Castaños, 7 1ºIzda
Madrid
Del 11 de enero al 3 de marzo de 2018
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