Nacido en León y estrechamente ligado a Asturias, José Ferrero era un fotógrafo aún en ciernes cuando visitó, en 1987 y a sus 28 años, los Encuentros de Arlés, una de las grandes citas europeas sobre su disciplina. Allí ensanchó su mirada y decidió hacer de la cámara su principal instrumento expresivo; si antes había dedicado sus imágenes a objetos industriales bajo el cielo que nos presentaba como esculturas de la mano del dramatismo del blanco y el negro, desde entonces encontraremos en su obra muy distintos paisajes, mares de agua y de campos de trigo y el reflejo de asuntos cotidianos o de inquietudes y emociones universales (vida, muerte, sueños, obsesiones), porque no considera este autor que haya que adentrarse en temas exóticos o anecdóticos para subrayar las posibilidades extraordinarias de la fotografía, sino que estas residen sobre todo en sus opciones de poner en valor lo pequeño y lo cercano.
Por razones parecidas, ha trabajado habitualmente en analógico y sin manipular sus placas, desarrollando sobre todo sus composiciones sobre el terreno y jugando en el laboratorio con las gamas cromáticas. Esa sencillez en los procesos ha sido compatible en su trayectoria con la generación de enigmas; son patentes sus acercamientos a la abstracción.
Desde mañana, 3 de octubre, el centro sevillano de arte contemporáneo 13 ESPACIOarte le dedica la muestra “Bloc de notas”, que reúne una selección de imágenes en las que Ferrero subraya que toda forma de mirar es una opción y existen otras y que es posible observar nuestro entorno desde una libertad que quizá no imaginamos. Sus trabajos nos recuerdan, como subraya Nicolás Cancio, que lo que hace bella a la luna es que tiene una cara oculta que solo podemos recrear y que, del mismo modo, el esplendor de lo cotidiano se encuentra también en su lado inalcanzable, alimento de quienes pueden vagar y divagar mentalmente sin necesidad de desplazarse a escenarios lejanos.
Las imágenes de este autor nos proponen acercarnos de otro modo a lo próximo para atisbar a nuestro alrededor lo difícilmente clasificable, lo inaccesible, lo que no se nos muestra en toda su claridad o puede despertarnos emociones que van más allá de la indiferencia o la simple curiosidad: atracción, rechazo o incluso terror.
Ferrero incide en que cuando lo enigmático se conjuga con lo bello la mirada medianamente atenta queda atrapada, porque la duda que suscita ese misterio atractivo genera una inquietud que el espectador no desea evitar, sino experimentar. Y si reside en objetos comunes, podremos, a partir de nuestro hallazgo, encontrar nuevas maneras de observar lo habitual y por eso de enriquecer nuestro día a día.
Esos motivos cercanos y ordinarios nos los presenta Ferrero despojándolos de su utilidad habitual, proponiéndonos una nueva forma de comprenderlos al observarlos desde una cierta distancia. Si vamos más allá de la monotonía y afinamos el ojo con otra intención que no sea la simplemente apreciativa, se nos desvelarán cualidades insospechadas; Ferrero quiere compartir las que él ha encontrado.
Se fija el artista en pequeños fragmentos del mundo y los reconfigura para crear a partir de ellos unas realidades otras, aunque solo parcialmente. Elige la parte que considera más relevante de sus motivos, la encuadra y espera al momento oportuno en el que ese centro de su objetivo se encuentra en un instante particularmente interesante, trabajando la luz para destacar determinadas facetas frente a otras, intencionadamente relegadas.
Como resultado, no es fácil percibir en estas obras el mundo que nos rodea, aunque nunca deje de estar ahí. En palabras de Cancio, entrar en una sala de exposiciones y ver estas fotografías es como firmar un nuevo contrato con la realidad. Un contrato de términos difusos en el que tampoco terminaremos de saber si es más real lo que hasta ahora venimos viendo o lo que la cámara de Ferrero nos revela.
José Ferrero. “Bloc de notas”
c/ Lino, 12 Polígono HYTASA
Sevilla
Del 3 de octubre al 19 de diciembre de 2020
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