Isabel Villar, pinturas como nidos

La Galería Fernández-Braso exhibe su obra desde 2022

Madrid,

Casi una treintena de lienzos, datados todos ellos en los últimos dos años, componen la nueva muestra individual que la Galería Fernández-Braso dedica a la pintora salmantina Isabel Villar, y que llega poco después de que esta celebrara, el pasado marzo, su 90 cumpleaños.

Su terreno siempre ha sido el de una figuración abierta a la naturaleza, la mujer y la magia, y sobre todo a la convivencia de todas ellas: mujeres y niñas, animales exóticos, vegetación frondosa y ángeles habitan trabajos de cromatismo intenso que sugieren amabilidad y vida pero que, además, y sobre todo en el tiempo reciente, tienen que ver con sus inquietudes de carácter social y medioambiental: la aparición del agua -sea en forma de lluvia, de ríos caudalosos o de cascadas- es frecuente en estas obras realizadas en épocas secas y parece aventurar un futuro más amable. Fuera de estas telas continúan quedando, en todo caso, el mundo urbano, cualquier artificialidad y conflicto.

Para el naturalista Joaquín Araújo, que participa con sus textos en el catálogo de la exhibición, Villar ha aceptado ser transitada por la inventora de los colores, las formas y los movimientos (por la naturaleza, entendiendo como tal lo aún vivo y no exclusivamente humano), en favor de su libertad creativa y tomando como símbolos los que son propios de la vida en sí, y además todos a la vez, porque no hay trabajo de los aquí reunidos en los que no se hagan presentes el aire, el agua, la tierra o la animalidad.

Isabel Villar. El bosque. 2023
Isabel Villar. El bosque. 2023

En la producción de Villar resulta palpable que no tiene sentido ninguno establecer excesivas distancias, y desde luego contraposiciones, entre el arte y ese medio natural; podemos considerar, entiende Araújo, que, además de la evidente mano humana, separa ambas creaciones la espontaneidad y la antigüedad de la segunda. Desde ese punto de vista, las imágenes de esta artista tendrían algo de recordatorio de nuestra pequeña posición en el conjunto y también de que esa actividad humana, la de crear -esto es, buscar la luz, la transparencia y los colores-, se encuentra entre las más bellas a adoptar. Cuando, como es el caso, el pincel se toma para orientarnos a la naturaleza, se alcanza una vinculación emocional con aquello que está en peligro, y las obras pueden adquirir una dimensión ética dirigida tanto al observador particular como a la colectividad, dado que no hay nada individual en el paisaje.

La belleza a encontrar en ellos (como decíamos, en lo espontáneo) no es abarcable y deriva justamente de una multiplicidad de elementos en conjunción; así, en las telas de esta autora encontramos los ingredientes que podemos imaginar que formaron parte del Paraíso: aguas en abundancia, verdor, inquilinos pacíficos e inocentes de esos ambientes… Si la contemplación, al aire libre, de este tipo de entornos descansa y vivifica, la elección de Villar ha sido la de evocar esas sensaciones e invitar al espectador a que se acerque a lo que lo salva.

Isabel Villar. Tarde feliz para todos.2023
Isabel Villar. Tarde feliz para todos, 2023

Esos paraísos suyos, de hecho, siempre cuentan con testigos: mujeres que es posible interpretar como trasuntos de la artista, maneras, cada una de ellas, de permanecer en sus lienzos. Además, casi todas estas figuras llevan a cabo la (hoy revolucionaria) acción calmada de mirar alrededor, de contemplar, y cuando se encuentran desnudas parecen fundirse, aún más, con esa naturaleza en la que ya se integran. El vínculo entre todos los componentes de esta termina siendo, algo avanzamos, el agua, siempre asociada a la vida frente a la sequedad de la muerte y ella misma creadora: de relieves, huecos y contornos en la superficie del planeta; además de parte de cuanto somos y habitamos.

Entre los animales que completan estas escenas, podemos destacar los que transitan en el aire, que con sus plumas coloridas logran la hazaña, tan anhelada por los humanos y tan metafórica de nuestra libertad, de volar. Y que, además, podemos considerar igualmente creadores en cuanto hacedores de nidos, muy anteriores a cualquier hábitat humano y diferentes en cada especie en sus estructuras, materiales o formas, fruto de capacidades de cálculo que solo podemos atisbar. Como los cuadros, dice Araújo, esos nidos están hechos con infinitas pinceladas, con una acumulación de numerosos pequeños gestos, de ahí que todo lienzo pueda interpretarse como tal, como un refugio.

Sin los árboles, por último, no podría concebirse la pintura de Villar. A ellos les atribuye Araújo una amistad aliviadora, recordando que de ellos proceden bastidores y páginas.

Isabel Villar. Luna llena, 2023
Isabel Villar. Luna llena, 2023
Isabel Villar. Una buena lluvia, 2023
Isabel Villar. Una buena lluvia, 2023

 

 

“Isabel Villar. Pinturas 2022-2024”

GALERÍA FERNÁNDEZ-BRASO

C/ Villanueva, 30

Madrid

Del 4 de abril al 25 de mayo de 2024

 

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