Shirin Salehi e Inma Herrera se conocieron, allá por 2014, en los talleres de obra gráfica de la Fundación Miró Mallorca y en esta misma institución podemos encontrar el trabajo de ambas hasta septiembre: tras obtener en 2019 el Premio Bienal Pilar Juncosa y Sotheby ‘s de Creación Artística, presentan allí su proyecto conjunto “Un punto fijo para orientarse”. Se trata de una extensa muestra, que se despliega en el Espai Cúbic, el Espai Zero y los exteriores de esa institución; es fruto de año y medio de trabajo en común y consta de cinco grandes piezas escultóricas realizadas en arcilla y cobre, veinticinco fotografías, una quincena de vídeos e intervenciones que se han situado en varios espacios de la Fundación.
La producción de Herrera, que recientemente se ha estrenado en F2 Galería, viene basándose en el análisis y la deconstrucción del lenguaje del grabado y su complejidad, en relación con los códigos de la escultura y la imagen en movimiento, y hace evidente hincapié en las posibilidades de la tactilidad; en la obra de Salehi, por su parte, encontramos búsquedas de representación de lo inefable y lo oculto: sus dibujos, grabados y libros de artista suelen ser personales expresiones de memoria y silencio. En esta propuesta mallorquina, han abordado, aunando sus intereses, la diversidad de formas de las que, en el paso de los siglos, el ser humano se ha valido a la hora de entender el mundo y concederle un sentido; en último término, de encontrar asideros sólidos, un centro, y de ahí el título de la exhibición.
En las creaciones que encontramos en las pinturas rupestres, inscritas en tablillas de arcilla o talladas en estelas de piedra, Herrera y Salehi han atisbado el deseo de nuestros antiguos de comprenderse a sí mismos y a su entorno, de dejar su huella en este último y de situarse en un punto fijo del mundo. De ese punto fijo quieren hablarnos, de la voluntad eterna de hallarlo y de cómo en la historia se ha hecho presente a través de rituales varios en relación con el cuerpo y la materia: han querido deconstruir, desde una perspectiva intencionadamente poética, los lenguajes propios de la escultura y el grabado para reivindicar el valor del hacer manual, o físico, en los procedimientos creativos. Consideran que lo táctil y lo corporal, como también se ha hecho presente en el resto de sus trabajos, pueden subrayarse hoy como formas de resistencia en tiempos de virtualidad e imperio tecnológico.
Consideran que lo táctil y lo corporal, como también se ha hecho presente en el resto de sus trabajos, pueden subrayarse hoy como formas de resistencia en tiempos de virtualidad e imperio tecnológico.
Al trabajo físico, nos recuerdan, vienen asociados métodos con peso simbólico, entre ellos el de la repetición, tan esencialmente ligado al grabado y la escultura: en ella se encuentra el germen de la ritualización de sus procedimientos y de ella surgen igualmente tiempos y espacios de otra manera imposibles.
En la Fundació Miró Mallorca ambas han enlazado los haceres antiguos y sus huellas con los procesos de creación de Joan Miró en Son Boter, donde gestaron “Un punto fijo para orientarse”, de ahí que sus piezas de cobre y arcilla estén ejecutadas siempre en relación a sus cuerpos como hacedoras, y a ese lugar como contexto, y podamos encontrar en ellas gestos y el eco material de sus acciones devenidas ritual. Los vídeos y fotografías los han concebido como registro visual de esa creación minuciosa, tomando el taller como escenario (uno de los dos estudios en los que el propio artista surrealista trabajó durante décadas en Mallorca) y la elaboración manual como dialéctica: materia y cuerpo son el centro de sus proyectos, austeros, despojados y carentes de ornamento; frutos de la labor impredecible, pero precisa y meticulosa, de quien trabaja con sus propios medios.
Inma Herrera & Shirin Salehi. “Un punto fijo para orientarse”
Carrer de Saridakis, 29
Palma de Mallorca
Del 26 de junio al 3 de octubre de 2021
