Helen Frankenthaler: aura en el grabado

Una muestra del Princeton University Art Museum estudia su obra gráfica

Princeton,

Corría 1952 y Helen Frankenthaler solo tenía 23 años cuando alumbró una de sus pinturas fundamentales: Montañas y mar, el primer trabajo en el que empleó su técnica de manchas de color absorbidas. Diluía la pintura con trementina o queroseno para que el lienzo sin imprimación pudiera filtrarla y absorberla; la mancha resultante dejaba un aura a su alrededor, cerco que concedía a las obras una sensación dinámica y la aparente unión de soporte e imagen.

Aquella obra se inspiraba en los acantilados de Nueva Escocia que la artista había conocido el verano anterior y a día de hoy la consideramos una de sus mejores abstracciones, junto a Granja en otoño y Acres, las dos siete años posteriores. No quiso ser una pintora de acción: le interesaba fundamentalmente que su pintura estuviera marcada por la fluidez, no tanto por el movimiento que sugiere el dripping de Pollock.

Entre sus primeras influencias, y se aprecia ya en Montañas y mar, se encontraban Kandinsky, Joan Miró y Arshile Gorky, pero su uso del lienzo sin imprimación y su intencionada fusión de dibujo y pintura sí nacieron tras contemplar una muestra justamente de Pollock en la Betty Parsons Gallery de Nueva York, en 1951. Su producción temprana nos ofreció paisajes diáfanos, con zonas de color cambiantes y casi transparentes: aguadas atmosféricas que lograban efectos ópticos de profundidad, evitando la perspectiva y manteniendo la sensación de planitud del lienzo.

Se graduó en el Bennington College de Vermont y terminó debutando en Nueva York, quedando ligada a la segunda generación de su Escuela e introduciéndose, de la mano del crítico Clement Greenberg, en la comunidad integrada por Willem y Elaine de Kooning, el propio Pollock y David Smith. Louis y Keneth Noland se dejaron influir por ella, y muy en concreto por la mencionada Montañas y mar: podemos considerar a Frankenthaler nexo entre los expresionistas abstractos y el grupo ligado a la abstracción postpictórica.

Desde mediados de la década de los cincuenta, su pintura se hizo más densa, pero recuperó el toque etéreo de sus inicios. Cada vez más encontramos en sus lienzos zonas sin cubrir y llenas de luz: espacios negativos que cobran, como en los trabajos de los Noland, el mismo peso pictórico que los sí cubiertos.

Su producción nos resulta hoy ante todo diversa y experimental y, para probarlo, el Princeton University Art Museum presenta, hasta el próximo octubre, “Helen Frankenthaler Prints: Seven Types of Ambiguity”: una exhibición centrada en otra vertiente de su obra, la gráfica, que celebra la generosa donación recibida por el centro de la Helen Frankenthaler Foundation: una decena de grabados y cinco pruebas ligadas a ellos.

Veremos, además de esas diez piezas, cuarenta más. Su datación abarca cinco décadas y su gestación, al menos una docena de procesos técnicos diferentes. A la vez que la muestra llama la atención sobre el peso de esta disciplina en la carrera de Frankenthaler, rastrea el ascenso del arte gráfico en Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX.

Helen Frankenthaler. "Madame Butterfly", 2000. © 2019 Helen Frankenthaler Foundation, Inc. / Artists Rights Society (ARS), New York / Tyler Graphics, Ltd., Mount Kisco, New York
Helen Frankenthaler. Madame Butterfly, 2000. © 2019 Helen Frankenthaler Foundation, Inc. / Artists Rights Society (ARS), New York / Tyler Graphics, Ltd., Mount Kisco, New York

 

 

“Helen Frankenthaler Prints: Seven Types of Ambiguity”

PRINCETON UNIVERSITY ART MUSEUM

Princeton, NJ 08544

Del 29 de junio al 20 de octubre de 2019

 

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