Hans Hartung, una tormenta lírica y constante

Perrotin revisa su carrera de los vente a los ochenta

Nueva York,

En 2019 se cumplirán 30 años de la muerte de Hans Hartung, pintor alemán que realizó su primera obra bajo la influencia expresionista (conoció a Emil Nolde, Franz Marc o Kokoschka y se sintió pronto atraído por la brutalidad expresiva de Die Brücke y la intensidad escenográfica de Rembrandt, el rigor tipológico de Paul Klee y la claridad formal de Henri Matisse), pero que siendo muy joven, con apenas veinte años, realizó ya sus primeras incursiones en la abstracción. Cuando el nazismo se hizo con el poder, emigró a París –allí contraería matrimonio con la hija de Julio González– y, ocupada Francia, al norte de África.

Volvería luego a Europa, y llegó a sumarse a las fuerzas de De Gaulle en 1943. Su compromiso le llevó a resultar herido en Alsacia y a perder una pierna (fue galardonado con la Croix de la Guerre y nacionalizado), pero consiguió regresar a París, ya habiendo cumplido los cuarenta, y la complicada etapa de posguerra fue para él el inicio de un periodo dorado en el que desplegó su personal sensibilidad abstracta, más próxima a Kandinsky que al poscubismo de los años treinta.

Imagen de la exposición "A Constant Storm. Works from 1922 to 1989" en Perrotin New York
Imagen de la exposición “A Constant Storm. Works from 1922 to 1989” en Perrotin New York

Si el arte informalista destaca por su carácter concentrado, intimista y poético, aspecto subrayado por lo reducido de sus formatos en contraposición con los grandes lienzos empleados por los expresionistas abstractos, Hartung buscó desarrollar a fondo esa vertiente emocional y subjetiva a través de trazos y manchas negros vigorosos que evocan las caligrafías orientales, siempre en menor medida que en Kline, y que también parecen adquirir el rol de signos musicales.

La sala Perrotin gestiona ahora su legado y, hasta el 18 de febrero, presenta en su sede de Nueva York la primera muestra del artista en la galería: “A constant storm”, un repaso a sus siete décadas de trayectoria a través de sesenta trabajos, entre ellos préstamos del MoMA, la la Fundación Hartung-Bergman de Antibes o la Albright-Knox Gallery de Buffalo. Se trata de la mayor exhibición de Hartung en esta ciudad desde la individual que el Metropolitan Museum le brindó en 1975.

Las pinturas se exhiben conforme a un orden cronológico, datando las más tempranas de 1922 y las últimas de 1989. Podremos ser testigos así de cómo sus obras seminales allanaron el camino a las que llegaron después y de cómo, a partir de los sesenta, el tamaño de sus lienzos creció en ocasiones, a medida que Hartung desplegaba nuevas técnicas, porque su continuo afán fue el de renovar la pintura.

Formas y estructuras gráficas coloreadas que son fruto de gestos rápidos y que suelen contar con contornos indefinidos nos hablan de un lenguaje directo y de una evidente necesidad de comunicación. Pese a su simplicidad aparente, subyace en ellas complejidad: sus racimos de color nacen de procesos casi alquímicos y aluden a la búsqueda de una relación física e íntima del artista con los elementos y fenómenos naturales.

Imagen de la exposición "A Constant Storm. Works from 1922 to 1989" en Perrotin New York
Imagen de la exposición “A Constant Storm. Works from 1922 to 1989” en Perrotin New York

Se trata de obras que se mueven en una dialéctica de ambivalencias: entre la espontaneidad y el control, entre la velocidad y la aspiración a la corrección, lo romántico y lo racional (como alemán y francés). Lo que vemos en estas pinturas son tormentas y deflagraciones comedidas.

Receloso de los dogmas y las clasificaciones, Hartung esquivó a propósito que su producción pudiera ser objeto de lecturas lineales o precisas, de tal modo que incluso hoy, como ha explicado el comisario de esta muestra, Mattheiu Poirier, sigue siendo difícil explicar sus contribuciones a la historia del arte contemporáneo en general y al informalismo en concreto.

Podemos entender que construyó su práctica artística en un ir y venir constante entre los impulsos físicos del trabajo en el estudio y los resurgimientos de una memoria sensorial, entre la transcripción del sentido de la naturaleza y la concepción de una pintura pura liberada de cualquier tipo de imaginería. El reconocimiento le llegó a finales de los cuarenta: su pintura tuvo entonces muchos imitadores en Europa y también en Estados Unidos.

Imagen de la exposición "A Constant Storm. Works from 1922 to 1989" en Perrotin New York
Imagen de la exposición “A Constant Storm. Works from 1922 to 1989” en Perrotin New York

 

 

“A Constant Storm. Works from 1922 to 1989”

PERROTIN

130 Orchard Street

Nueva York

Del 12 de enero al 18 de febrero de 2018

 

 

Comentarios