Gonzalo Elvira examina la cara b de la Bauhaus en Siboney

Santander, 29/03/2019

Hace ahora cinco años, la Galería My Name´s Lolita Art presentaba en Madrid los que entonces eran los más recientes trabajos del argentino Gonzalo Elvira: “Bauhaus, 1919. Modelo para Armar”, un proyecto que buscaba contextualizar las creaciones nacidas de la Escuela Bauhaus en el contexto de la Europa de entreguerras. Recordaba el artista que fue fundada dos años después del estallido de la Revolución Rusa y coincidiendo en el tiempo con sonadas huelgas y episodios trágicos en Barcelona y Buenos Aires, además de con el asesinato en Alemania de Rosa Luxemburgo y Karl Liebneckt.

Dado que este año celebramos precisamente su centenario, justo el 1 de abril, recupera ahora aquel proyecto, con el mismo título, la Galería Siboney de Santander: su muestra supone la presentación en esta ciudad de Elvira (que vive y trabaja en Barcelona desde hace dos décadas) e incorpora trabajos que se han realizado en los últimos años y no pudieron verse entonces en Madrid.

Ha explorado este autor cómo la Bauhaus, como la estadounidense Black Mountain College (en la que recaló Josef Albers tras el cierre de la primera), se ha convertido con el tiempo en emblema de una enseñanza artística abierta, en la que el pensamiento era previo a la acción y se atendiese a la propia creatividad y a la experimentación, y también en utopía de interdisciplinariedad, de trabajo conjunto y de la convivencia de arte y vida, diseño y funcionalidad. De hecho, los procedimientos educativos experimentales implantados en el Black Mountain College (para algunos, la Bauhaus americana) tuvieron una honda repercusión en las transformaciones artísticas y sociales de los sesenta y siguen siendo relevantes a día de hoy.

Más que dar a conocer el legado de la Bauhaus o de sus figuras fundamentales, aprendices o maestros, el propósito de Elvira en este Modelos para armar ha sido escarbar en la realidad diaria de la actividad de la escuela y en sus espacios, en las bambalinas de esa utopía y en las razones por las que hoy quizá no la consideraríamos así.

Abundan en sus imágenes referencias a piezas textiles y obras realizadas por mujeres; no tanto para subrayar su presencia como para recordar que Gunta Stölz fue la única que formó parte del cuerpo docente y que las alumnas, salvo casos muy contados, quedaron relegadas a disciplinas consideradas femeninas: Quería destacar el papel de las mujeres dentro de la escuela, ya que de alguna manera fueron segregadas a los talleres de textil, cerámica. No las dejaban participar en los talleres de herrería y arquitectura, alegaban que las mujeres tenían problemas con la tridimensionalidad luego del examen para ingresar a la escuela. Esto sucedía ante la actitud ambigua de parte del profesorado.

Recuerda Elvira, docente a su vez en varios proyectos educativos, cómo Gertrud Arndt, que quería estudiar arquitectura, terminó convertida en diseñadora de alfombras y fotógrafa y que otras futuribles pintoras y arquitectas también acabaron expresándose con la aguja o con la rueca; sin embargo, su labor logró una inaudita y duradera imbricación de diseño y arquitectura. Marianne Brandt fue la primera mujer en ser admitida al taller de metalistería de la escuela, pero tuvo que ser apadrinada por Moholy-Nagy, suerte que otras no tuvieron.

Las obras del argentino (dibujos realizados mediante perforaciones en tela o papel con aguja o martillo, o bien mapas y publicaciones existentes que él interviene con tinta) remiten también a Anni Albers, Liz Volger y Grete Stern: a partir de sus fotomontajes desarrolló un proyecto que comparte título con una de las series de la artista, El psicoanálisis te ayudará.

Por si tenéis curiosidad, el título “Bauhaus 1919, modelo para armar” procede tanto del año de fundación de la escuela por Gropius como de la novela 62 Modelo para armar, esbozada en el capítulo 62 de Rayuela, de Julio Cortázar.