”Zona de contacto”, una reflexión sobre el colonialismo y una vuelta de tuerca a la pintura de paisaje

Tasman Projects dedica una exposición al trabajo de Gabriela Bettini

Madrid,
Gabriela Bettini. Glycine max, 2019. Óleo sobre lino. 146 x 97 y 55 x 80 cm.
Gabriela Bettini. Glycine max, 2019.

Tasman Projects, siguiendo la línea de promoción de artistas que iniciara hace unos años, presenta estos días en su espacio de la calle Ferraz “Zona de contacto”, una exposición dedicada a Gabriela Bettini (Madrid, 1977), comisariada por Manuela Pedrón Nicolau y Jaime González Cela. En ella se establece un diálogo entre las series más recientes de la artista: Primavera silenciosa (2018-2019), La memoria de los intentos (2017-2018) y Paisajes de excepción (2016), e incluye, además, dos obras nuevas realizadas específicamente para esta ocasión, en las que la artista mantiene su línea de investigación en torno a la manipulación capitalista de la naturaleza y las formas de resistencia frente al proceso devastador en América Latina.

Aunque la muestra tiene cierto carácter retrospectivo, encontramos las obras expuestas con carácter inverso al cronológico, siendo las piezas más recientes las primeras con las que el espectador se encuentra al entrar en la sala. Quienes visitarais la última exposición de Bettini en la galería Silvestre de Madrid, observaréis que estas son, efectivamente, una evolución de aquel proyecto, con las que Bettini profundiza en la reflexión sobre la explotación de la naturaleza y en las que plantea dos formas distintas de relacionarse con ella. De ahí que sean piezas que podemos ver trabajadas por ambas caras, aunque quizás deberíamos hablar más bien de dos miradas opuestas. Por un lado están los lienzos que representan monocultivos y por el otro la representación redimensionada que la artista hace de las láminas botánicas de la naturalista e ilustradora Maria Sibylla Merian (1647-1717), que en 1699 viajó a Surinam para estudiar la metamorfosis de los insectos autóctonos, de cuyas investigaciones nacería Metamorfosis de los insectos de Surinam, su obra más conocida, publicada en 1705. Una de sus mayores aportaciones a la botánica fue el descubrimiento de la interdependencia de los insectos con las plantas y de las plantas entre ellas; una ecodependencia que hoy se defiende desde posicionamientos holísticos y ecologistas con los que Bettini se siente identificada. Esta idea entroncaría también con las promulgadas por la filosofa india Vandana Shiva en su lucha por defender las semillas autóctonas y denunciar los monocultivos por ser una práctica colonialista que introduce plantas foráneas e impone un cultivo sobre los autóctonos, impidiendo que estos crezcan, eliminando la flora y la fauna local y las condiciones en las que puede llegar a darse vida de manera espontánea.

Detengámonos aquí un momento para explicar también el origen del título de la muestra, “Zona de contacto”, que tal y como artista y comisarios nos recuerdan es un término que fue acuñado por Mary Louise Pratt para definir los espacios sociales en los que distintas culturas se encuentran, chocan o enfrentan cuando existen relaciones de poder asimétricas, como las derivadas del colonialismo. En relación con ese término, los juegos que Gabriela presenta entre las distintas formas de representación, desde la pintura colonial a la ilustración botánica o la fotografía digital, resultaron muy sugerentes para los comisarios, quienes plantean, incluso, cómo el propio local de Tasman se convierte en una “zona de contacto”, en un particular espacio expositivo, que es habitualmente una oficina, invadida ahora por la representación de una naturaleza completamente ajena a ella.

Dentro de la misma línea están las piezas correspondientes a la serie Primavera silenciosa, que evocan un paisaje en el que no habría ruidos de insectos ni de otro tipo de animales, posiblemente desaparecidos por intervención del hombre. En el plano formal vemos cómo el lienzo del monocultivo proyecta una mancha en la ilustración botánica en alusión al ensombrecimiento de esa forma de defender la naturaleza coherente con el compromiso ecológico.

Gabriela Bettini. Saccharum officinarum, 2018. 145 x 114 y 60 x 114 cm Óleo sobre lino
Gabriela Bettini. Saccharum officinarum, 2018.

Los paisajes coloniales y el intento por analizar la construcción de las miradas hacia el medio natural están en la base de La memoria de los intentos, una serie en la que Bettini se apropia de imágenes del pintor neerlandés del siglo XVII Frans Post, conocido sobre todo por haber sido el primer europeo que viajó hasta Sudamérica para pintar sus paisajes, concretamente a la zona de Pernambuco, y hace coincidir los horizontes de sus paisajes con otros que la artista pinta a partir de vistas de terrenos devastados por la explotación para la construcción, por ejemplo, de minas o presas. Plantea así una revisión del género de la pintura de paisaje; reflexiona y problematiza el rol que pudo tener ese tipo de pintura, considerando su relación con los procesos de explotación colonial del territorio americano que comenzó hace siglos y cuyas ramificaciones se extienden hasta la actualidad.

Finalmente, en Paisajes de excepción vemos la representación de lugares relacionados con los feminicidios de activistas medioambientales. Una gran pieza al final de la sala recrea el estudio de la artista, en cuyas paredes se acumulan imágenes fotográficas y pictóricas. Dentro del conjunto se camuflan fotografías que podrían definirse como bucólicas, tomadas de las páginas web de empresas extractivistas, que responden a las estrategias de greenwashing, acompañadas una serie de paisajes que reproducen los lugares en los que fueron encontrados los cuerpos de esas mujeres que dieron su vida por la defensa de los recursos naturales. Como indican Manuela Pedrón Nicolau y Jaime González Cela en el texto de la muestra, al contraponer estas dos fuentes Bettini subvierte el uso de las imágenes trazando un nuevo discurso, una forma narrativa que se aproxima a la no ficción, al género literario surgido a partir del Nuevo Periodismo de los años sesenta que, en palabras de Ursula K. Le Guin, “presupone el ordenamiento, la manipulación y la interpretación de los sucesos reales”.

A pesar de no ser una muestra muy extensa en cuanto al número de obras, condensa muy bien la esencia del trabajo de Bettini, sus preocupaciones y los temas en torno a los que ha articulado su discurso, marcado por su posicionamiento feminista y ecologista.

 

“Gabriela Bettini. Zona de contacto”

TASMAN PROJECTS

C/ Ferraz, 84

Madrid

Del 9 de febrero al 30 de marzo de 2019

 

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