Todos lo saben, el horror cercano

20/09/2018

Asghar Farhadi. Todos lo sabenSi habéis visto Nader y Simín, El pasado o El viajante, pensaréis que Todos lo saben, el aterrizaje de Asghar Farhadi en el paisaje español de la mano de un elenco de nuestros mejores actores, tiene que ver y no tiene que ver con su cine anterior: aunque no ha dejado de lado la tensión psicológica, los conflictos familiares latentes y los dilemas morales de imposible solución correcta, esta vez son algo menores los silencios. Y sigue siendo mucho (y lo sustancial) lo que se calla, pero aún así tenemos la sensación de que hay aquí menos contención y más expresividad.

Puede deberse (o no) a la extraordinaria inmersión del director en el contexto social que nos es tan propio: es posible que el calor y los conflictos familiares, los talantes respecto a la tierra y el dinero, las envidias, las costumbres juveniles o los usos de comportamiento entre amigos y parejas no difieran tanto como podamos imaginar entre países distantes, pero aun así casi nada puede hacernos pensar aquí que quien se detiene y analiza a una familia corriente de un pueblo castellano no ha vivido entre nosotros. Domina nuestro lenguaje: cómo nos queremos,  cómo recelamos.

Hay cierto nexo (aunque sea solo cierto) entre esta película y La isla mínima, el thriller de Alberto Rodríguez que, como Todos lo saben, tenía como punto de partida la desaparición de una adolescente en un pueblo: la intriga, las pesquisas por encontrar culpables, son lo de menos; lo de más es mostrarnos las reacciones en el camino de quienes la buscan, su evolución. En este caso, los rencores que brotan tras años solapados, las desconfianzas hacia los más cercanos y el dolor que causan y, sobre todo, los odios nacidos por razones peregrinas, por complejos, que acaban teniendo consecuencias trágicas y que son más intensos cuanto más adn se comparte con los odiados.

Como el título anticipa, en la trama de Todos lo saben – concentrada pero convulsa, que no permite que decaiga en ningún momento la atención del espectador- juega también un papel importante el cuchicheo, lo que se da por hecho sin saber, y a veces es cierto; lo que “se dice”. ¿Quién? Bueno, en general, algunos…hace mucho tiempo. Ojos muy cercanos, supuestamente queridos, nos observan y nos estudian, aunque parezca que nos encontramos en el lugar más sano, y si quien mira no está satisfecho con su vida puede que se sienta mejor cuando la tuya empeore. Así la envidia cambiará de bando y se cumplirá la venganza hacia el afortunado del que no tuvo suerte.

Todos lo saben es una película dura que remueve las tripas de cualquiera, llena de miedos y dudas que se pueden palpar gracias a un trabajo excepcional de los actores (entre los que es justo subrayar a un Bardem mayúsculo, a Eduard Fernández y Elvira Mínguez). Hay alguna secuencia de dolor materno ante la desaparición algo forzada, pero, pese a esos sentimentalismos raros (por puntuales, y por venir de Farhadi), estamos ante una gran historia en fondo y forma.

 

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