Terror en el laboratorio y en Villa Diodati

12/07/2016

Terror en el laboratorio: de Frankenstein al doctor Moreau

Pocas veladas han dado lugar a tanta y tan buena tinta. La noche del 16 de junio de 1816, hace ahora dos siglos, se reunieron en la célebre Villa Diodati, a orillas del lago Lemán y movidos únicamente por el azar, Lord Byron, que alquilaba la mansión; el poeta Percy Bysshe Shelley, su novia Mary (futura autora de Frankestein) y una hermanastra de esta, Claire; John William Polidori, que además de médico de Byron era aprendiz de escritor, y algún otro invitado ocasional, como Matthew Lewis, el autor de El monje.

Curiosamente o no, en aquel mismo lugar se habían alojado, separados por los siglos, John Milton, Rousseau y Voltaire. Sus posibles espíritus en el ambiente, los vaivenes climáticos que entonces causó la erupción del volcán indonesio Tambora o la magia de la recién pasada Noche de San Juan obraron sus efectos en esta tribu de talentos, cuajados y por cuajar, en periodo vacacional. Para entretenerse, decidieron contarse historias de terror (seguro que lo habéis hecho entre amigos, ellos nos adelantaron) y de aquel encuentro salió, como sabéis, una de las mejores historias de terror de la ficción literaria: Frankestein.

El Espacio Fundación Telefónica conmemora la fecha con la muestra “Terror en el laboratorio: de Frankenstein al doctor Moreau”, que nos propone viajar a la época en que el propio Frankestein de Shelley, pero también personajes ideados por Stevenson, Wells, Hoffmann o Villiers de L`Isle-Adam, se convirtieron en emblemas de la literatura, coincidiendo con el desarrollo de experimentos científicos sin los que, quizá, no habrían salido a la luz y con la presencia de monstruos en las artes plásticas decimonónicas.

Terror en el laboratorio: de Frankenstein al doctor Moreau

En la exposición, que puede visitarse hasta el 16 de octubre y ha sido comisariada por Miguel A. delgado y María Santoyo, cobran protagonismo seis obras literarias fundamentales: el propio Frankestein, también llamado el Moderno Prometeo; La Isla del doctor Moreau, El extraño caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde, El hombre Invisible, El hombre de la arena o La Eva futura, textos que podemos considerar atemporales por abordar asuntos tan de actualidad como la robótica, la inteligencia artificial o los experimentos genéticos.

Integran la exhibición piezas que recrean los clásicos de la literatura del S.XIX  y que han sido cedidas por los Museos Complutenses y varias colecciones privadas, como las de Sara Torres, Jesús Palacios, Daniel Aguilar o Luciano Berriatua y por la Filmoteca Española.

Terror en el laboratorio: de Frankenstein al doctor MoreauTres bloques articulan “Terror en el laboratorio”; el Doble, el Autómata y el Monstruo. El primero analiza la materialización del lado oscuro o la invisibilidad como método de refracción partiendo del ejemplo de El  extraño caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson y de El Hombre invisible de H.G. Wells, que plantea la apasionante teoría de la  invisibilidad.

El segundo recorre algunas criaturas mágicas y carentes de alma creadas entonces, como las máquinas capaces de reproducir el aspecto y el comportamiento humano con todo detalle. En este caso se parte de las narraciones El hombre de la arena, de E.T.A Hoffmann, sobre el enamoramiento de un joven de una autómata sin alma, y La Eva futura de Auguste Villiers de L`Isle-Adam, dedicada a una mujer androide capaz de dar lugar a amores espiritualmente superiores.

El tercer bloque, como suponéis, tiene a Frankestein como protagonista absoluto, aunque se haga sitio también a otra figura fundamental en la literatura de terror presente en el relato de Shelley (y en, por ejemplo, El gabinete del Doctor Caligari): la del doctor chiflado o científico neurótico.

También se examina en este apartado La Isla del doctor Moreau de H.G. Wells, cuya trama se basa en los experimentos de un científico utilizando animales y humanos.

Por cierto, si vais a pasar el verano en Madrid y tenéis niños, los talleres Abierto por vacaciones estarán dedicados a esta muestra, y si queréis saber o elucubrar más de aquella gloriosa reunión en Villa Diodati podéis leer Los papeles de Aspern de Henry James o El año del verano que nunca llegó de William Ospina.

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