Paulina

26/11/2015

PaulinaPaulina (La Patota), la segunda película de Santiago Mitre tras El Estudiante, llega este viernes a los cines españoles tras hacerse, entre otros premios, con el de la Semana de la Crítica del Festival de Cannes.

Se trata de una versión libre de La Patota, un filme de 1961 del director Daniel Tinayre, y remueve pensamientos y tripas prácticamente desde el inicio: asistimos a unas semanas, pocas pero intensas, de la vida de Paulina, una abogada de familia adinerada que decide, contra el consejo de su padre y de su novio, cambiar el rumbo de su vida profesional y dedicarse a la enseñanza de política y vida ciudadana en un poblado deprimido. Sus buenas intenciones chocan con el escaso interés de sus alumnos, al que ella hace frente, y sobre todo con la rudeza del ambiente. Es víctima de una violación por parte de algunos de estos chicos y su reacción ante ese acto y ante sus consecuencias son un nuevo ejemplo de determinación, de libertad de decisión y de independencia por parte de la protagonista, a quien interpreta de manera realmente conmovedora Dolores Fonzi.

Esa coherencia de la protagonista, su voluntad de aceptar hasta las últimas consecuencias las implicaciones de sus actos aunque le supongan las mayores dificultades y la incomprensión de quienes actúan movidos por una lógica aparente y más cómoda, conforman el eje del mensaje de la película, que no cede protagonismo a la violencia aunque la refleje y que también maneja la comprensión a otras opciones: Paulina admite dudas y comprende perfectamente a quienes optarían por posiciones más fáciles, por no padecer en la propia piel las consecuencias de la incultura, la brutalidad o las desigualdades.

Son muchos los subtemas complejos presentes en la obra: el idealismo de la juventud, la conveniencia o no de adaptarse a las apariencias y cumplir con lo que de nosotros se espera, las diferencias entre justicia y revancha, la pobreza o el perdón.

Tras Paulina no se sale del cine igual que se entra: nuestras reflexiones pueden ir en distintas direcciones, pero es imposible acabar la película sin hacerlas. Podemos leerla en clave política, pensar que lo que le ocurre a la protagonista es fruto de la pobreza del entorno o de la mera maldad, creer que Paulina es una heroína que persigue sus ideales sin hipocresía o una inocente idealista que trata de encontrar sentido a lo injustificable. En cualquier caso es una figura inquietante que no abandona al espectador en poco tiempo.

Una película fenomenal en fondo y forma.

Paulina

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