Luces de Bohemia: el disputado décimo de lotería del señor Max

22/12/2016

En este 2016 que se acaba se ha cumplido el 150.º aniversario del nacimiento de Valle-Inclán en Villanueva de Arosa y los años  transcurridos desde su muerte también hacen fecha redonda, ochenta: murió en Santiago en enero de 1936, al borde del precipicio.

Le dio tiempo a viajar por México, a convertirse en emblema de la vida bohemia, a casarse con Josefina Blanco y separarse de ella, a tener varios hijos y a integrarse en una cátedra de Estética creada para él que hubo de abandonar porque las rutinas y horarios no eran lo suyo.

Su personalidad fascinante dio para un sinfín de anécdotas y Gómez de la Serna decidió recopilar algunas en una biografía que puede interpretarse como una novela y da cuenta de su carácter mordaz, generoso y atrabiliario.

Hoy no dudamos de que es uno de nuestros mejores dramaturgos, pero Valle-Inclán no pudo ver representadas sus mejores obras. Ramón Sender llegó a decir de ellas que eran irrepresentables, y aunque el tiempo le ha quitado la razón, su opinión tiene una explicación que evidenció Ruiz Ramón: Valle había inventado un teatro, no solo un teatro más entre los otros.

Alfonso. Retrato de Valle-Inclán
Alfonso. Retrato de Valle-Inclán

Entre sus trabajos hemos elegido analizar Luces de bohemia, porque en esta obra confluyen todas las corrientes que había desarrollado en su teatro anterior: la farsa, el teatro poético y el ciclo mítico. Se publicó por entregas en 1920 y en forma de libro en 1924.

Luces de bohemia nos sitúa ante los últimos momentos de la vida del poeta ciego Max Estrella, figura inspirada en la del poeta y novelista Alejandro Sawa, que murió ciego y loco en 1909 tras llevar una vida bohemia en París, donde pudo conocer a genios como Verlaine o Víctor Hugo. Pero Valle fue más allá de la recreación de su figura para convertir a Max en víctima de las injusticias propias de su época, hasta el punto de que este drama es un descenso a los infiernos similar a la Divina Comedia de Dante en muchos aspectos. Max viaja por un mundo de lacras y miserias sociales, y aunque no sepamos muy bien a qué se debe su muerte, podemos intuir que pudo causarla el frío, el dolor por todo lo que ha visto y padecido o el alcohol. No hay demasiadas distancias entre el Madrid de Max y el infierno dantesco, es lo cierto.

No hay demasiadas distancias entre el Madrid de Max y el infierno dantesco

Firma de Valle-Inclán
Firma de Valle-Inclán

Dieciséis escenas articulan Luces de Bohemia, que comienza presentándonos a Max viviendo en una misera buhardilla junto a su mujer y su hija. Cuando sale a la calle para deshacer su trato con un librero, encuentra un Madrid a la par hambriento y brillante. Lo acompaña su amigo Latino de Hispalis y ambos hacen parada en la taberna de Picalagartos, donde Max empeña su capa para comprar un décimo de lotería. La lotera desaparece en un tumulto, pero Max la encuentra y recupera el décimo; después es detenido por mezclarse con jóvenes que protestan contra Maura y lo conducen a los sótanos del Ministerio de la Desgobernación, donde lo encierran junto a un catalán con el que comenta la situación (un tanto depresiva) de España.

Los jóvenes a los que se había unido acuden a un periódico para que se publique su protesta por la detención de Max, y él mismo, ya libre por mediación de un periodista, va a quejarse ante el ministro, que fue amigo suyo cuando era un bohemio. El ministro le concede una pensión que sufraga, qué cosas, la policía que lo había maltratado. Tras aceptarla, Max cena junto a don Latino y Rubén Darío y pasea por calles donde encuentra prostitutas, un niño muerto por balas policiales, un preso ametrallado por intentar escapar…

Desesperado ante lo que ve, Max piensa en el suicidio. Casi de día y ya llegado a la puerta de su casa, delira lúcidamente sobre la vida esperpéntica española y muere en la calle. Don Latino le quita la cartera y deja allí su cadáver, pero vuelve a su velatorio, eso sí, borracho: en alcohol se había gastado el dinero de Max.

Al final sabemos que el décimo del poeta, que iba en la cartera que Latino le robó, resultó premiado, y todos intentan aprovecharse de él. Por los periódicos nos enteramos de que su mujer y su hija terminan suicidándose.

Si nos fijamos en la estructura de Luces de bohemia, vemos que se desarrolla en 24 horas: se condensan situaciones con intención crítica, produciendo una sensación opresiva aún más fuerte por esa condensación. Se respeta la unidad de tiempo, pero no la de lugar: se trata de un drama itinerante en el que la acción se traslada continuamente de parte a parte, como es habitual en la literatura satírica.

El objetivo es fácil de entender: reflejar la mayor variedad de ambientes y personajes con el fin de ampliar el alcance de la crítica a todos los entresijos de la sociedad española, desde las librerías de viejo y las tabernas a los ministerios.

Las preocupaciones sociales de Valle-Inclán quedan aquí absolutamente patentes. La vida de Max se desarrolla a saltos de empeño y él no desea otra situación, como si todo el país careciera de voluntad para salir de su mediocridad. Todo el sistema económico se basa en el abuso y entre los empleos de los personajes no hay profesiones productivas: nos coloca ante empeñistas, policías que disparan sin mirar, comerciantes que roban… El soborno y la violencia campan a sus anchas, por eso hay quien considera que Luces de bohemia es la obra más trágica de la Generación del 98.

Valle-Inclán apunta a España como subproducto de la civilización europea, dijo: España es una deformación grotesca de esa civilización. No critica a políticos de una tendencia concreta, dispara a todos, tanto al conservador Maura como al liberal García Prieto, también a Alfonso XIII y, desde luego, a los ministros. Esa visión negativa la extiende a toda nuestra historia moderna, pero la verdadera negatividad reside en el tratamiento del tema: el dramaturgo considera esos defectos inherentes a nuestra cultura y carácter, así que no aspira a corregirlos, solo a exhibirlos, ¿con la esperanza de purificarlos?

No obstante, en los comentarios indirectos de los personajes sí es posible apreciar su dolor ante la situación. Algunas frases son realmente desesperanzadas: La miseria del pueblo español… está en su chabacana sensibilidad ante los enigmas de la vida y la muerte. En otras esa visión no se dulcifica pero sí se hace más llevadera a través del sarcasmo.

FAUNA DE DISTINTA PASTA

Si hablamos de los personajes, tenemos que referirnos a una fauna variada y densa porque aparecen más de cincuenta de ámbitos sociales diferentes, desde el proletariado a la pequeña burguesía. Muchos son trasuntos de figuras reales: Zamora Vicente ha identificado en el librero a Gregorio Pueyo, en el ministro a Julio Burell, y no solo en Max, sino también en don Latino, a Sawa, que por cierto también se coló en El árbol de la ciencia de Baroja.

Conste que he venido a pedir un desagravio para mi dignidad y un castigo para esos canallas. Conste que no alcanzo ninguna de las dos cosas, y que me das dinero, y que lo acepto porque soy un canalla

Más allá de esas posibles identificaciones, los personajes de Valle son muñecos que él maneja a su antojo, sobre todo a Max Estrella, generoso, orgulloso, contradictorio y, más que ninguna otra cosa, lúcido. Paradójicamente, un ciego es el único en tener una visión preclara de la situación de su país. Incluso cuando acepta la pensión del ministro, es consciente de la fechoría: Conste que he venido a pedir un desagravio para mi dignidad y un castigo para esos canallas. Conste que no alcanzo ninguna de las dos cosas, y que me das dinero, y que lo acepto porque soy un canalla. (Amén).

Don Latino, contrapunto de Max, es también crítico y lúcido pero no idealista ni generoso, para él todo es materia. La clase baja es retratada desde un tono esperpéntico y subrayando su solidaridad (de clase) y los burgueses como perseguidores del dinero como única meta.

EL ESPERPENTO LO HA INVENTADO GOYA

Lo inventó Goya, pero Valle-Inclán lo convirtió en género dramático al que también se ha llamado tragedia grotesca, teatro de denuncia, expresionismo, compromiso con la realidad… Podemos definirlo como una deformación sistemática de lo real, porque todo en la obra se deforma y esa deformación se da siempre en igual medida.

Decía Max: El esperpento lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato. Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento. El sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada. Porque, a su vez, y rebobinamos, España es una deformación grotesca de la civilización europea. En definitiva: la vida es tan absurda que no puede reflejarse racionalmente.

En su época Luces de bohemia no se entendió; podríamos pensar que era imposible, pero su prestigio no ha dejado de crecer desde los sesenta. Sobre su vigencia, sobran las palabras.

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