Hipótesis de figuración: el Pasolini que aún impresiona

29/06/2022

El pasado marzo se cumplieron cien años del nacimiento en Bolonia de Pier Paolo Pasolini, el cineasta que buscó abarcar en sus películas y en sus relatos infinitas capas de la experiencia humana, también las más oscuras.

Su carrera fue necesariamente breve (el horrible asesinato del que fue víctima en Ostia, en 1975, impidió que su carrera llegara a su apogeo), pero por la complejidad de su obra -inquietante, provocadora, ejemplo de las pugnas entre el bien y el mal en las sociedades modernas- no resulta fácil de compendiar.

Su primera cinta, Accatone (1961), impresionó por su retrato sincero de la vertiente más sombría de la sociedad romana y al año siguiente, en Mamma Roma, invitó a Anna Magnani a interpretar a una mujer que sueña con escapar de la prostitución, la brutalidad y la miseria, para alcanzar una vida mejor. Uno de sus trabajos más significativos llegaría con El Evangelio según San Mateo (1964), sin duda uno de los filmes religiosos menos convencionales de la historia del cine: un relato documental en blanco y negro de la vida de Cristo sobre el que se ha debatido mucho a tenor del ateísmo y el pensamiento marxista de Pasolini (declaró él que no era creyente, pero era un no creyente con nostalgia de una creencia).

Sus obras más tardías, como El Decamerón (1971) y Los cuentos de Canterbury (1972), son espectáculos más o menos suntuosos de recreación histórica, pero el director conservaría su voluntad de impresionar al público con parábolas socialistas como Teorema (1968), el estudio de la desintegración de una familia burguesa italiana, y se distanciaría del optimismo presente en El Evangelio... en su último proyecto, Saló a los 120 días de Sodoma (1975), basado en la novela del marqués de Sade, que ofrece un friso de crueldad y sadismo, tan perturbador como carente de esperanza.

A su finalización, sería Pasolini torturado y asesinado en terribles y conocidas circunstancias.

Pasolini, Roma, 1960. Agencia Dufoto
Pasolini, Roma, 1960. Agencia Dufoto

Tras dedicar en los últimos meses varias iniciativas culturales a su figura, el Instituto Italiano de Madrid presenta la muestra “Pasolini. Hipótesis de figuración”, comisariada por Marco Delogu, junto con Andrea Cortellessa y Silvia De Laude, y abierta hasta el 10 de septiembre. En su recorrido, artistas españoles e italianos presentan trabajos que ahondan en la la profundidad y los enigmas del intelectual y su producción y sobre todo hacen hincapié en la vigencia de su legado a casi medio siglo de su muerte: en la posibilidad de encontrar en las secuencias de su filmografía también el rastro de nuestra época.

Se plantea la exhibición a partir de temas esenciales: las localizaciones pasolinianas, las autorrepresentaciones, el peso del fascismo, las tierras intermedias y las periferias son interpretados por Jordi Barreras, Elisabetta Benassi, Jacopo Benassi, Marco Delogu, Jorge Fuembuena, Alberto García-Alix, Pino Musi, Sabrina Ragucci y Giovanna Silva, en piezas en técnicas diversas. Unos y otros profundizan en el lado místico y ancestral de sus escenarios habituales, tanto los lugares físicos (sus muy transitadas periferias romanas), como los suspendidos (las citadas tierras intermedias) y los espacios del alma, donde los paisajes se metamorfosean en rostros.

Completan sus trabajos imágenes procedentes del archivo de Giuseppe Garrera e Plinio De Martiis, fotografías que nos trasladan a la cara más cotidiana y carnal de Pasolini, en el contexto de una Italia muy distinta a la actual aunque con algunas heridas y esperanzas comunes. Más allá de sus subrayadas cualidades como profeta, esta exposición busca homenajearlo como poeta que optó por tratar de llevar a la pantalla lo que el camino humano tiene de arduo y misterioso.

 

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