Cine ucraniano: ocho nombres desde Dovzhenko

23/06/2022

En 1927, Dziga Vertov se trasladó de Moscú a Ucrania y en el estudio VUFKU llevó a cabo su imprescindible El hombre de la cámara y también Entusiasmo, primer documental sonoro ucraniano, llamado igualmente Sinfonía del Donbass. Odesa cuenta, asimismo, con un relevante Festival Internacional de Cine y otra cita, el Molodist de Kiev, destaca por su atención a los filmes de estudiantes y autores noveles.

Si vosotros también habéis buscado en las últimas fechas cine ucraniano para entender mejor la cultura del país, os proponemos ocho nombres para comenzar.

ALEKSANDR DOVZHENKO
Uno de los gigantes del primer cine soviético es Dovzhenko, que no estuvo relacionado con la escuela teórica de Lev Kuleshov y Eisenstein y decidió emprender un camino, aunque no menos radical y político, sí más personal.

En 1926, cuando tenía 32 años, abandonó su oficio de dibujante y pintor para buscar trabajo en los mencionados estudios VUFKU de Odesa y su personalidad carismática y su energía le permitieron escribir y dirigir sus propios filmes a los pocos meses. Con la segunda de sus obras, Zvenigora (1928), deslumbró y desconcertó a la par a sus compañeros de oficio, que reconocieron inmediatamente su talento: era una película compleja y lírica que se inspiraba en el folclore milenario para contar una parábola revolucionaria.

Después llegaron Arsenal (1928), más abiertamente política y por algunos considerada, por sus técnicas radicales, precursora de la nouvelle vague, y Tierra (1930), seguramente su mejor trabajo. Valiéndose de la bella fotografía de Daniil Demutsky, cuenta el impacto de la colectivización en una pequeña comunidad agrícola, pero supeditando su argumento a la meditación poética del cineasta sobre el paisaje ucraniano y sus ciclos de fertilidad y declive.

Aunque su postura política era comunista, el enfoque naturalista que cultivó no encajó bien en el realismo socialista, estética oficial en los treinta y, tras la producción, problemática, de Shchors, emprendida a iniciativa de Stalin, solo pudo terminar un largometraje más. Algunos de sus proyectos, tras su muerte, serían culminados por su esposa, Yuliya Solntseva, prestigiosa directora ella también.

Aleksandr Dovzhenko. Tierra, 1930
Aleksandr Dovzhenko. Tierra, 1930

ANATOLE LITVAK
Nacido en 1902, Anatole Litvak fue ayudante de dirección de Abel Gance en Napoleón (1927) y, en la primera mitad de los treinta, dirigió filmes como Dolly macht Karriere, en Alemania; Sueños de príncipe, en Francia y Tenorio de sleeping, en Gran Bretaña. Más tarde se dirigió a Hollywood para hacerse cargo de The Woman I Love (1937), un drama en torno a la I Guerra Mundial, al que siguió, tras firmar con la Warner y adaptarse al gusto americano, El asombroso Dr. Clitterhouse (1938), comedia policiaca en la que participaron Edward G. Robinson y Humphrey Bogart.

Su carrera estadounidense se consolidó con Castle on the Hudson (1940), película carcelaria con John Garfield o Ciudad de conquista, filme de boxeo con James Cagney (1940). Confesiones de un espía nazi (1939), una historia basada en hechos reales sobre las actividades de grupos hitlerianos en Estados Unidos, provocó controversias con los aislacionistas de entonces; también trabajó con estrellas como Bette Davis, en Las hermanas (1938) y El cielo y tú (1940).

Al estallar la II Guerra Mundial, colaboró con el Ejército estadounidense y trabajó con Frank Capra en los cortos Por qué luchamos y, tras la contienda, reanudó su carrera con un par de genialidades del cine negro con Barbara Stanwyck y Olivia de Havilland: Voces de muerte y Nido de víboras, ambas de 1948. Con el paso de los años, Livak trabajó con menos frecuencia, tanto en Europa como en América, pero siempre en películas relevantes, como Decision before Dawn (1951).

Anatole Litvak. Voces de muerte, 1948
Anatole Litvak. Voces de muerte, 1948

GRIGORI KOZINTSEV
Solo tres años menor que Litvak, y también nacido en la capital ucraniana, Kozintsev fue uno de los pioneros del cine soviético junto a su compañero de dirección, Leonid Trauberg, y llevó a cabo sus obras más conocidas en la época postestalinista. Cofundó el colectivo de artistas de vanguardia Fábrica del Actor Excéntrico, cuyas producciones asumieron los estudios SevZapKino, que llevaron a la pantalla sus comedias, obras de propaganda política bajo la influencia del expresionismo alemán.

Su estilo, al principio burlesco, maduró por la vía de la sátira en La nueva Babilonia (1929), una de las grandes películas mudas soviéticas, en la que debutó un veterano del FEKS: el compositor Dimitri Shostakovich.

Adaptándose a las nuevas exigencias del sonido y a unas interferencias políticas cada vez más férreas, esta pareja de artistas llevó a cabo la trilogía de Máximo: La juventud de Máximo (1935), El retorno de Máximo (1937) y Máximo en Viborg (1939). Empleando una estructura fluida y episódica, estos filmes siguen la evolución de un arquetipo de bolchevique, interpretado por Boris Chirkov. Pese a su éxito, tuvieron problemas oficiales con su primera obra de posguerra: Gente común (1946), censurada durante una década hasta que se hizo una versión revisada. Tras la experiencia, ambos se separaron y Kozintsev se centró en el teatro y la enseñanza.

Muerto Stalin, sin embargo, regresó al cine y dirigió adaptaciones de Don Quijote (1957), Hamlet (1964) y El rey Lear (1969), con poderosas interpretaciones y partituras muy logradas, nuevamente de Shostakovich, que lograron para estos filmes la aclamación popular.

Grigori Kozintsev. La nueva Babilonia, 1929
Grigori Kozintsev. La nueva Babilonia, 1929

MAYA DEREN
Nacida en Ucrania en el complicadísimo año de 1917, Maya Deren se trasladó a Estados Unidos con su familia huyendo de los pogromos contra los judíos rusos y es una de las pioneras de los cortos experimentales estadounidenses.

En la que puede ser su obra maestra, Meshes of the Afternoon (1943), una colaboración con el que fue su primer marido, el fotógrafo vanguardista Alexander Hammid, ella misma actúa en el papel de una mujer que se enfrenta en sueños a las vidas que conoció en dos periodos distintos. En este filme, donde demuestra su fascinación por el concepto de tiempo, sigue la lógica del recuerdo, en el que todas las cosas existen a la vez y logra que el público penetre en la mente de su personaje principal, para ser testigo del estado emocional de una mujer frágil y atormentada en el final de su vida.

En sus trabajos posteriores, como At Land (1944) y Ritual in Transfigured Time (1946), continuó utilizando el montaje, insertando diversos exteriores en una sola escena y generando una causalidad que cumple su propósito. Otros elementos recurrentes en su producción son la coreografía y la cámara lenta.

Entre 1947 y 1951 viajó a menudo a Haití, documentando bailes y rituales de vudú, y el metraje resultante lo recopiló en Divine Horsemen: The Living Gods of Haiti (1958); de ese mismo año data su última película, The Very Eye of the Night (1958), que difiere de su producción anterior. Se trata de una colaboración con la Metropolitan Opera Ballet School que se presentó con colores invertidos y los bailarines vagando como personajes celestiales por el espacio.

Trabajó infatigablemente Deren para promover el cine independiente y distribuyó y financió su propio trabajo; en 1946, se le concedió la primera beca Guggenheim por su labor como cineasta.

 

LUCIAN PINTILIE
Lucian Pintilie nació en 1934 en Tarutino, en una zona que fue rumana y hoy pertenece a Ucrania, y se licenció en el Instituto de Arte Teatral y Cinematográfico de Bucarest. Tras trabajar en la televisión y dirigir sobre las tablas obras clásicas y contemporáneas, debutó como cineasta con Duminia la ora 6 (1965), película romántica ambientada en la II Guerra Mundial que sigue la vida de una pareja bajo el yugo del fascismo.

Su thriller La reconstitución (1968) narra la historia de dos estudiantes que se emborrachan y atacan al propietario de un bar; más adelante, tienen que reconstituir los hechos de su crimen y…los resultados son grotescos. El filme causó a Pintilie problemas con las autoridades rumanas, que consideraron subversiva su visión de la burocracia, pero más graves fueron los problemas a los que tuvo que hacer frente su teatro. La representación de El inspector, obra de Gogol dirigida por él en 1972, fue prohibida y el director se trasladó a París, donde se concentró en ese medio.

Su quinta película, la comedia De cet trag cloptele, Mitica (1981), ambientada en una pequeña ciudad que se prepara para un carnaval, fue víctima nuevamente de la censura por las referencias que contenía a las consecuencias de vivir en un Estado totalitario, y solo regresaría a la gran pantalla tras la caída del régimen de Ceausescu, en 1989. Merece la pena destacar Un verano inolvidable (1994) y Demasiado tarde (1996), que serían nominadas a la Palma de Oro en Cannes; la primera aborda el asunto de la limpieza étnica y en ambas aludía a los dilemas éticos a los que se enfrentan quienes viven en sistemas políticos oscuros.

Lucian Pintilie. Un verano inolvidable, 1994
Lucian Pintilie. Un verano inolvidable, 1994

LARISA SHEPITKO
Shepitko, nacida en 1938 en Artyomovsk, estudió en el Instituto de Cinematografía Estatal de Moscú y trabajó, al principio, bajo la tutela del mencionado Dovzhenko. Tras graduarse recibió el aplauso de la crítica por su película de fin de carrera, Znoy (1963), en la que describe el conflicto entre el líder estalinista de una granja y un joven idealista en una pequeña comunidad de Asia Central, a mediados de los cincuenta.

Su siguiente película, Krylia (1966), narra la historia de una piloto militar durante la II Guerra Mundial, que se convierte después en profesora y no consigue entenderse con una generación a la que no comprende. Tuvo también una gran acogida, como su única incursión en el cine en color: Ty i ya (1971), sobre la crisis existencial de dos cirujanos obligados a plantearse la posibilidad de la esperanza en el contexto de unos ideales continuamente comprometidos.

Su último trabajo terminado, La ascensión (1976), fue su mayor éxito comercial y, paradójicamente o no, también su obra artística más completa. Ambientado en 1942, documenta la historia de un grupo de partisanos rusos capturados por los nazis, interrogados y ejecutados: enfoca Shepitko unos acontecimientos aparentemente simples con una visión especialmente profunda. La directora logró hábilmente transformar una situación concreta en una reflexión sobre la lealtad y la devoción. La forma en que comunica visualmente tanto la trascendencia como la verdad se inspira en gran medida en la iconografía cristiana y también en el cine de Robert Bresson.

Shepitko, junto a varios miembros de su equipo, fallecieron en un accidente de tráfico mientras rodaban Adiós a Matiora (1983), proyecto que terminaría su marido, el realizador Elem Klimov.

Larisa Shepitko. La ascensión, 1976
Larisa Shepitko. La ascensión, 1976

OLEG SENTSOV
Hemos hablado hace poco de Sentsov en esta sección a cuenta de su documental El Caso Oleg Sentsov, en el que da testimonio del arbitrio cometido en el juicio al que fue sometido por las autoridades rusas a cuenta de su activismo a favor de la liberación de Crimea.

Reconocido internacionalmente por su compromiso y valentía, que le llevaron a la cárcel y a recibir un Premio Sajarov, también lo fue en 2012 por Gamer, su primer largometraje, dedicado a un jugador de videojuegos cuya vida transcurre más en la esfera virtual que en la real.

 

VITALY MANSKY
Al contexto de la actual guerra en Ucrania también nos acerca el cine de Mansky. Afincado durante mucho tiempo en Rusia, en Los testigos de Putin contó con testimonios de Gorbachov, Yeltsin o el mismo Putin relativos al Gobierno de este y sus derivas autoritarias (al primero lo entrevistó, además, en el documental notable Gorbachev. Heaven). En su más reciente Relación familiar (2016), habló con sus cercanos, residentes en Leópolis, Odesa, Donbass y Crimea y con posturas divididas, sobre las consecuencias de la intromisión rusa en su país.

Comentarios