La fotografía que hace eterna la moda

De Steichen a Corinne Day, un repaso en el Getty Museum

Los Ángeles,

Decía Oscar Wilde que la moda es efímera y el arte, eterno. Lo que no especificó es dónde terminaba una y empezaba el otro. Cuando la Fundación MAPFRE presentó en Madrid una antología de los diseños de Yves Saint Laurent, Pierre Bergé opinó que no es arte la moda, pero sí son artistas los modistos; es una controversia vieja. No la hay tanta a la hora de hablar de fotografía de moda: algunas imágenes trascienden su carácter comercial y alcanzan el status de obras de arte sin discusión y otras no.

Martin Munkácsi. Jumping a Puddle, 1934. The Metropolitan Museum of Art
Martin Munkácsi. Jumping a Puddle, 1934. The Metropolitan Museum of Art

Y las razones, esta vez, no son difíciles de intuir: la respuesta radica en la capacidad de una fotografía para trascender la esfera de la moda y la belleza (la juventud, el lujo) y conectar con otros mundos, relacionarse con obras destacadas de la historia del arte o ampliar los límites del género, redefiniendo lo que una fotografía de este tipo debe ser y las funciones que tiene que cumplir.

Sobre estos asuntos reflexiona “Icons of style”, una exhibición que el Getty Museum ofrece hasta octubre y que revisa la historia de las imágenes de moda entre 1911, el año en que Edward Steichen realizó las que hoy consideramos las primeras fotografías artísticas en este campo, y 2011. Ha llovido bastante en estos últimos siete años, pero entonces la tecnología digital ya había transformado las bases del género. Obra a obra, década a década, la muestra da fe de cómo la fotografía de moda se ha convertido ya en una poderosa industria cultural… y de cómo la propia moda ha alcanzado una enorme influencia en nuestras vidas, introduciendo nociones cambiantes de lo que es bello y lo que es elegante y modificando nuestros usos cotidianos. Se exhiben 160 fotos junto a ilustraciones, portadas de revistas, videos, anuncios o prendas; muchos proceden de los fondos del Getty, otros han llegado de instituciones y colecciones privadas y públicas.

Nació, la fotografía de moda, para ser vista en revistas y anuncios y  para mantener nuestra atención y ha cambiado constantemente de forma frente a los cambios sociales, políticos y económicos. Tanto ha variado su ritmo, que solo han pasado a la historia los profesionales más innovadores y creativos.

Corría 1911, como decíamos, cuando el editor francés Lucien Vogel desafió a Steichen a crear las primeras imágenes de moda artísticas. Hasta entonces, primaba en este campo un realismo que no resultaba atractivo al público (al posible comprador), así que aquel artista optó por transformar los enfoques. Los resultados se publicaron en Arts et décoration y no mucho después, en 1914, el editor de la revista Condé Nast contrató al Barón Adolf de Meyer como primer fotógrafo de moda a tiempo completo en Vogue. De Meyer llenó las páginas de esa revista con imágenes de celebridades y modelos, demostrando que la fotografía podía competir con la ilustración dibujada a mano.

Cuando el barón se trasladó de Nueva York a París, en 1922, para trabajar en Harper’s Bazar (no os enfadéis, entonces el nombre de la revista se escribía así), Steichen ocupó su lugar en Condé Nast. Hizo fotografías de sociedad y de moda para Vogue y Vanity Fair, y se alejó de su estilo anterior para optar por imágenes directas y visualmente deslumbrantes. La elección de modelos fue un factor decisivo en su éxito: por su objetivo pasaron Lee Miller y Marion Morehouse y él supo usar la luz para resaltar sus personalidades. Eran los tiempos en que los diseñadores de moda levantaban el dobladillo y bajaban la cintura mientras se rendía culto a la delgadez y la juventud, bailando al son del jazz y fumando y bebiendo en público.

Lillian Bassman. The V Back Evenings, Suzy Parker, Dress by Trigère, New York, 1955. The J. Paul Getty Museum
Lillian Bassman. The V Back Evenings, Suzy Parker, Dress by Trigère, New York, 1955. The J. Paul Getty Museum

Ni siquiera tras el crack del 29 dejaron Harper’s Bazaar y Vogue de hacerse eco de un lujo y un glamour accesibles a muy pocos. Pero les funcionó: algunos lectores encontraron en sus páginas sueños, vías de escape, y aumentó el número y la influencia de los fotógrafos de moda. Sin embargo, el anterior canon joven y delgado viró hacía rumbos entonces considerados más femeninos.

Durante la II Guerra Mundial, estos profesionales se vieron obligados a trabajar en situaciones, obviamente, precarias. La falta de recursos (electricidad, agua) redujo significativamente la fotografía de estudio, que dependía de las luces y los elaborados telones de fondo. La ocupación de París y el bombardeo de Londres por los nazis aislaron estas ciudades, y Nueva York se vio favorecida en lo que a este arte se refiere. Cuando las estrictas leyes de racionamiento exigían que los diseñadores utilizaran menos tela, los fotógrafos de moda también se moderaron, favoreciendo los telones de fondo simples de estudio y los entornos exteriores sin pretensiones.

Adaptándose al contexto, tanto las revistas estadounidenses como las británicas alentaron a sus profesionales a celebrar valores que hoy entenderíamos como nacionalistas, desarrollándose una corriente que se ha llamado chic patriótico. Fue Christian Dior quien, acabada la guerra, quiso despojar a la elegancia de esas connotaciones y devolver a París su rol en la moda.

En los cincuenta, destacan sin duda los nombres de los americanos Avedon y Penn. Aportaron enfoques distintos, pero igualmente relevantes, de la moda francesa: dinámicos los de Avedon, muy elegantes los de Penn. La fotografía en color experimentó un crecimiento extraordinario tras abaratarse y, aunque las siluetas muy estructuradas de Dior continuaron marcando tendencia, el vestido saco que Givenchy hizo desfilar en 1957 abrió el camino a diseños más holgados y cómodos.

A finales de esa década e inicios de los sesenta, William Klein revolucionó la fotografía en este sector. Armado con una cámara en mano cargada con una película de 35 mm, retrató a sus modelos en paisajes urbanos y saltándose reglas tradicionales: no le importaba que sus obras fueran borrosas ni disparar con el sol de cara. Aquella fue una etapa relativamente conservadora en lo que a moda se refiere, pero solo hubo que esperar a la segunda mitad de los sesenta para que un sinnúmero de estilos irrumpieran en escena: hippie, mod, psicodélico, de la era espacial, con colores brillantes y diseños audaces… Era la época de Mary Quant, Diane Vreeland o Vidal Sassoon.

Helmut Newton. Woman Examining Man, Saint Tropez 1975. The J. Paul Getty Museum
Helmut Newton. Woman Examining Man, Saint Tropez 1975. The J. Paul Getty Museum

Los frutos de la revolución aún se dejaban ver en los setenta, cuando fotógrafos como Arthur Elgort retrataron a mujeres desarrollando acciones cotidianas, trabajando, y con ropa fácil de llevar. Al mismo tiempo, celebraban la belleza natural y la salud. Eso algunos, otros exaltaban la hipersexualidad y, a veces, la violencia, como Guy Bourdin, Helmut Newton y Chris von Wangenheim. Era una etapa de transición y cambios (corrientes feministas, aumento de mujeres trabajando) con muchas caras.

Los ochenta fue una etapa de progresivo crecimiento económico y la ropa y los accesorios (caros) se convirtieron en emblema de ostentación. El cuerpo femenino (el esbelto) se convirtió también, muy progresivamente, en símbolo de independencia y poder, y ganaron peso los modelos masculinos de la mano de Herb Ritts y Bruce Weber. También las subculturas incrementaron su influencia.

Corinne Day favoreció, en los noventa, la popularización de otro tipo de fotografía de moda: modelos de apariencia descuidada (normcore) en entornos que también lo eran. Ese realismo chocaba con la idealización de la década anterior y tuvo en Kate Moss su emblema.

No quedaban lejos la revolución digital ni las fantasías inspiradas en los libros de cuentos de Tim Walker. Inez & Vinoodh y Sølve Sundsbø utilizaron herramientas digitales para remodelar nuestra noción de lo que es aceptable, no solo estéticamente, también técnica y conceptualmente, en una fotografía de moda. El rápido crecimiento de los blogs y de las redes sociales, que ofrecen un flujo interminable de imágenes, ha proporcionado nuevos puntos de encuentro tanto a aspirantes como a fotógrafos establecidos, desafiando la tradicional hegemonía de los medios de moda impresos. En un siglo, el Getty nos contará quién gana la partida.

 

 

“Icons of style. A century of fashion photography, 1911-2011”

GETTY MUSEUM

1200 Getty Center Drive

Los Ángeles 

Del 26 de junio al 21 de octubre de 2018

 

 

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