Cuando lo fichábamos hace algunos meses, Christian García Bello nos explicaba que, a su entender, solo existen los paisajes que miramos; de no posarse la mirada humana sobre ellos, solo podemos hablar de parajes. Este joven artista gallego ha tratado de acercarse a los paisajes que él observa desde los parámetros de la escultura y trabaja creando a partir de ellos, sin buscar en ningún momento la representación mimética, sino más bien poética, ascética, intención en la que desempeñan un rol fundamental los materiales. Otra de las bases de su trabajo es la exploración de ese paisaje desde una perspectiva humana, en relación con el manejo de la escala (parte de la suya propia) y del estudio de lo que la naturaleza tiene de refugio, de nuestro hábitat.
Tras presentar, en el verano de 2015 en Formato Cómodo, “Paciencia y barajar”, García Bello regresa a esta galería madrileña para mostrarnos “Ahora no es pretérito todavía”, una propuesta que transforma nuestra percepción de las salas de la galería, convertidas, prácticamente, en un elemento que completa sus trabajos tras un ejercicio de complicidad con el espacio.
Aunque podamos dudarlo, las obras que se exhiben aquí no han sido concebidas específicamente para la galería, sino que se trata de trabajos recientes en los que el artista ha explorado las relaciones entre el individuo y los marcos espaciales y temporales en los que se desenvuelve tomando como punto de partida la búsqueda humana de lo eterno a la que se refería San Agustín de Hipona en sus Confesiones. En aquella obra autobiográfica, el santo explicó cómo dejó a un lado sus pecados de juventud para zambullirse en el cristianismo desde un punto de vista reflexivo y meditativo, centrándose más en su evolución personal interior que en puntuales hechos externos.
Tomando ese enfoque agustiniano de colocar al hombre en el centro del tablero, García Bello plantea aquí, a través la escultura, el dibujo y la pintura y desde su habitual estética más que sencilla, casi radicalmente pura, el componente emocional, y por ello humano, de los paisajes; la simplicidad bella de los que han sido nuestros refugios naturales y cómo las mínimas expresiones pueden contener todos los significados. El lado lírico de sus obras se hace contundente en el conjunto y sutil en cada trabajo individual: se encuentra en la sencillez de las formas y la honestidad de los materiales, con ecos primigenios, nostálgicos de tiempos más sencillos. Su sobriedad es tremendamente comunicativa; hace expresarse a los arcaicos óleo, grafito, cera, aceite, sal, betún, cuero, madera, papel y metal.
Dibujos y esculturas dialogan entre sí y se complementan hasta fundirse; no podemos apreciar unos y otros como trabajos del todo independientes, aunque sean cada uno entidades con sentido. Comparten, además, formatos no arrogantes.
Esas obras en papel parecen variaciones sobre un mismo tema, al modo de un ser que crece y se transforma progresivamente. Ya nos decía Christian en su ficha que disfrutaba estableciendo narraciones lineales y no lineales entre las piezas cuando conviven y dominan un mismo espacio.
Christian García Bello. “Ahora no es pretérito todavía”
c/ Lope de Vega, 5
Madrid
Del 14 de septiembre al 11 de noviembre de 2017
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