Faraón, en la tierra para la eternidad

CaixaForum Madrid examina su simbolismo en el arte

Madrid,

Por fin recaló ayer en CaixaForum Madrid “Faraón. Rey de Egipto”, la tercera de las muestras que Obra Social “la Caixa” programa en colaboración con el British Museum de Londres, un proyecto que ya ha podido verse en CaixaForum Barcelona y en varias ciudades británicas, además de en el Cleveland Museum of Art.

No es la primera muestra que este espacio dedica al arte del Antiguo Egipto (antes las hubo centradas en Nubia, las momias, Nefertiti o las representaciones animales), pero sí una de las más ambiciosas, porque se propone estudiar en toda su complejidad el ideario y el simbolismo históricamente asociados a los faraones, figuras tan divinas como terrenas archipresentes en incontables imágenes y objetos artísticos realizados en el país durante siglos, incluso en manifestaciones contemporáneas. Se consideraba que mantenían lazos con los centenares de dioses de su firmamento, a quienes precisamente sucedieron en el mando de Egipto atendiendo a sus mitos; fueron igualmente sumos sacerdotes, que como tales vigilaron la construcción de templos para la celebración de ritos, y su tránsito al inframundo se acompañaba de entierros a la medida de su grandeza, situados bajo pirámides o en el imponente Valle de los Reyes. Así se garantizaba la vida posterior, renacida, del faraón como Osiris.

Vista de la exposición "Faraón. Rey de Egipto" en CaixaForum Madrid
Vista de la exposición “Faraón. Rey de Egipto” en CaixaForum Madrid
Vista de la exposición "Faraón. Rey de Egipto" en CaixaForum Madrid
Cabeza del faraón Tutmosis III, hacia 1479-1457 a. C. Karnak, Tebas, Egipto © Trustees of the British Museum

Pero eran muchas más las caras de los faraones: se les consideraba estrategas militares aventajadísimos, guerreros valientes y comandantes de los ejércitos que se encargaban tanto de velar por la paz interior en Egipto como de proteger sus fronteras. Lo cierto es que esta función pudieron cumplirla a medias (fueron numerosas las guerras civiles y luchas internas que sacudieron el Imperio, conquistado por potencias extranjeras), pero ellos nunca perdieron su prestigio sobre la piedra.

Del mismo modo que los monarcas y gobernantes occidentales, los faraones se valieron del arte, sobre todo de monumentos y estatuas, para proyectar una imagen idealizada de sí mismos y de su poder, de su rol de protectores de Egipto y de intermediaros entre el pueblo y sus dioses. A la luz de esas manifestaciones, podríamos obtener una imagen un tanto estática de los mismos como hombres, egipcios y gobernantes de mano firme. Lo cierto es que no siempre lo fueron: hubo mujeres, faraones no egipcios (como el macedonio Alejandro Magno) y, desde luego, monarcas débiles sometidos a conspiraciones crueles y a golpes de Estado. No obstante, fue una variedad de perfiles relativa: los extranjeros lo fueron solo de origen, porque mantuvieron las creencias religiosas tradicionales y mostraron devoción hacia los dioses egipcios. Sabemos que los reyes grecomacedonios y los emperadores romanos fueron grandes constructores de templos consagrados a  dioses egipcios, en los que se representaban ellos mismos como faraones tradicionales. En sus países de origen, sin embargo, estos gobernantes seguían adorando a sus propios dioses, y rara vez se les representaba de ese modo.

Lo que sí tuvieron común unos y otros monarcas egipcios, al margen de su sexo y su origen, fue la adopción de símbolos reales recurrentes que los identificaban: el ureo que llevaban en la frente, su nombre inscrito en cartuchos… Y, como podéis imaginar, ni siquiera esa iconografía propia salvó del olvido a algunos: a diferencia de Amenhotep I, ensalzado a su muerte como dios, Akenatón quedó relegado en las loas populares por haber introducido el culto solar a Atón como único dios nacional, dando lugar a trastornos religiosos que el pueblo no perdonó.

La muestra de CaixaForum se estructura en una decena de secciones que los rastrean como seres divinos, como cima de la pirámide social y como gobernantes y que también exploran su vida palaciega, su faceta guerrera y sus orígenes. Son más de 160 las piezas expuestas (hay que recordar que el British Museum cuenta con una de las mejores colecciones internacionales de arte egipcio), y las seleccionadas lo han sido, además de por ser testimonio de las imágenes que los faraones querían transmitir de sí mismos, por permitirnos comprobar las habilidades de los artistas del Antiguo Egipto, más allá del hieratismo y la célebre seriedad de los rostros de los reyes. Podemos destacar las escenas de coronaciones, que nos hablan más de alegría que del cumplimiento severo de un rito; las estelas en las que estos faraones aparecen convertidos en dioses, con los brazos cruzados que los emparentan con Osiris, y muchas que nos hablan de su concepción del poder y su transmisión o de sus formas de entender, y esperar, el más allá.

Pueblan la exposición estatuas monumentales, relieves pétreos de antiguos templos, joyas, papiros, objetos rituales y un puñado de obras verdaderamente únicas, por su riqueza y por su mensaje, como la figura del dios halcón Re-Haractes, una cabeza impresionante del faraón Tutmosis III de limolita verde, unas losetas del palacio de Ramsés III o un busto de mármol de Alejandro Magno. También objetos cuyo uso ha quedado menos documentado, y de ahí su interés, como incrustaciones de colores que decoraron palacios, misivas diplomáticas grabadas en escritura cuneiforme sobre tablas de arcilla, el arco de madera del comandante militar de un faraón o un papiro relativo al juicio por el robo en un templo.

Como la mayoría de las muestras de CaixaForum, esta también cuenta con una importante vertiente interactiva y didáctica. Se acompaña de tres piezas audiovisuales sobre la geografía del Antiguo Egipto y la evolución de las tumbas reales, y también de un espacio educativo que permite a los visitantes pasear por la recreación de una tumba y encontrar, en los registros de las paredes, los elementos iconográficos que aportarán prestigio al faraón en el más allá.

 

 

“Faraón. Rey de Egipto”

CAIXAFORUM MADRID

Paseo del Prado, 36 

Madrid

Del 17 de octubre de 2018 al 20 de enero de 2019

 

 

Comentarios