NOMBRE: Manuel
APELLIDOS: Diego Sánchez
LUGAR DE NACIMIENTO: Madrid
FECHA DE NACIMIENTO: 1993
PROFESIÓN: Artista
2017 está siendo uno de sus años más fecundos a nivel expositivo: ha presentado la muestra individual “DES-TERRITORIO” en la Galería Espacio Alexandra, la misma con la que presentó proyecto propio en ARTESANTANDER, y también pudisteis verlo en la muestra colectiva dedicada a nuevos talentos “Futuro Presente”, en la Sala Amadís del INJUVE, comisariada por Semíramis González.
Nuestro último fichado, Manuel Diego Sánchez, finalizó hace solo dos años su Grado en Arte en la Universidad del País Vasco (es uno de los creadores más jóvenes que ha pasado por aquí), pero desde 2013 ha participado en una decena larga de muestras colectivas (solo el año pasado, en La Cárcel segoviana, Bizkaia Aretoa, la Sala Parès y la Galería Trama o el Museo Gas Natural Fenosa) y ya cuenta con obra en la colección de la Fundació Banc Sabadell, tras ser seleccionado en la convocatoria ART < 35 en 2016.
Reside y trabaja en Santander y desarrolla su obra en torno a los conceptos de lugar y memoria, explorando las relaciones entre territorio e identidad y, en consecuencia, indagando en el abandono o transformación de la segunda que implican las migraciones, tanto a nivel individual como colectivo. El material que utiliza como punto de partida son las fotografías pasadas, a menudo fragmentadas pero perfectamente válidas como registro de lo colectivo a partir de lo individual y como invitación a la reflexión, no solo sobre los asuntos que reflejen, también sobre el propio medio y el poder de la imagen como representación de momentos, lugares y emociones susceptibles de escapar al tiempo y el espacio.
Manuel nos cuenta que lo que le atrajo del arte contemporáneo, y lo que le decidió a inclinar sus estudios hacia la creación plástica, fue la posibilidad de desenvolverse en un lenguaje que, en su juventud, le parecía nuevo y diferente: Venía oscilando entre las artes escénicas y las plásticas mientras estudiaba el bachillerato artístico, y fue ahí donde el arte contemporáneo -hasta entonces desconocido y diría que incluso nunca mencionado en el entorno académico- empezó a descubrirme de manera superficial posibilidades que me resultaban increíblemente interesantes. Recuerdo algunas clases como una lluvia descontrolada de imágenes, nombres y procesos de trabajo totalmente imprevistos. De alguna manera esa mezcla de lo extraño, lo novedoso y lo distinto me atrajo todavía más hacia este lenguaje. Supongo que a partir de entonces fui teniendo más claro que estudiar Bellas Artes podía ser el siguiente paso, y, para bien o para mal, no me preocupaba tanto lo incierto del futuro.
Estudié el Grado en Arte en la Universidad del País Vasco, cursando el tercer año en la Universidad Complutense de Madrid, y en 2014 la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco, en colaboración con la University of Nevada, Reno (EE.UU), me concedió una beca de residencia artística en el Center for Basque Studies de la universidad americana.
Desde sus comienzos, a este artista le ha interesado trabajar con archivos fotográficos, explorando las relaciones que pueden surgir entre unas y otras imágenes y el carácter universal de estas, que facilita que el observador pueda hacerlas propias. A partir de imágenes pasadas, construye su trabajo: Durante la carrera ya partía de imágenes recuperadas o de archivos familiares. Me interesa trabajar con la fotografía como objeto del que surgen conexiones y apropiaciones, por eso es uno de los recursos principales en mis piezas. Y también con su vinculación al paisaje y al territorio en un contexto de migración y de desplazamiento humano.
Trato la fotografía como un dispositivo mnemónico, interesándome también en sus sistemas de documentación y registro, e interviniéndola para generar nuevas imágenes -a menudo incompletas- mediante fragmentos con significados abiertos, imprecisos e indeterminados. Un juego entre la descontextualización del individuo y los límites de su relación con el espacio, física y culturalmente.
Para entender mejor sus procesos, cita a Anna María Guasch en su libro Arte y Archivo, 1920-2010: En un mundo de sobredosis de información, se plantearon los responsables de la muestra ‘Classified Materials: Accumulations, Archives, Artists’, el proceso de organizar, ensamblar y ordenar materiales desempeña un creciente papel vital en todos los aspectos de la sociedad. Dice Manuel que ese trabajo de organización, ensamblaje y nueva ordenación tiene mucho que ver con sus procedimientos de trabajo.
Este artista fue uno de los dibujantes que, en 2015, participó en la Fundación Botín en la presentación de uno de los murales de Sol LeWitt, concebido para ser una y otra vez traído al presente, y precisamente LeWitt es una de sus referencias, aunque Manuel insiste en que las influencias, sean o no creativas, tienen sentido si están sujetas a cambio: Creo que las influencias -y no solo en el arte- son algo en constante cambio y evolución. Desde leer un texto que es capaz de generarte interés o duda, o tener una vivencia concreta, o recordar una de las miles de millones de imágenes que consumimos a lo largo del día. Todo influye de alguna manera.
En cuanto a otros artistas, me gusta conocer la creación más actual y creo que estamos en un momento en el que es tan fundamental como sencillo llegar al trabajo de creadores de mi generación. Hay mucho movimiento muy interesante a nuestro alrededor, y estar al corriente de las convocatorias, exposiciones y premios te da la oportunidad de encontrar y conocer más de cerca a estos artistas con los que compartes esfuerzos.
Por supuesto, también hay grandes figuras que podrían encontrarse entre mis referentes por su trabajo, más que por influir en el mío, como Sol LeWitt, Mona Hatoum, Christian Boltanski, On Kawara, Tacita Dean o Rafael Lozano-Hemmer, entre otros.
La fotografía es la base de su producción, conceptual y materialmente, pero como la mayoría de los artistas de su generación, Manuel no duda en servirse de diversas técnicas cuando resultan adecuadas a sus mensajes: En mi trabajo, las técnicas y los formatos se adaptan en cada caso a las imágenes que voy construyendo, y a la resolución de las ideas. Parto de la imagen y del documento, donde la propia recuperación ligada a una pérdida de contexto empieza a proporcionar distintas conexiones con los materiales. Me interesa jugar con la escala y con los límites entre el espacio privado y el público en referencia al objeto, e intervenir las propias imágenes a través de la pintura, el hueco, la luz, el vídeo, el dibujo, o elementos más escultóricos.
Es posible que su residencia en el Center for Basque Studies de Reno supusiera un antes y un después en el desarrollo de su obra. Fue entonces cuando inició un proyecto en el que aún está inmerso, vinculado a la desterritorialización que titulaba su reciente exposición en Espacio Alexandra: Desde mi regreso de la estancia en Reno estoy trabajando a partir de un archivo de imágenes procedentes de álbumes particulares, de cesiones y de compra-venta en relación a la migración. Son documentos en los que se certifica de alguna manera el desplazamiento humano y la desterritorialización que surge con la acción de migrar y con la alteración del lugar al que nos sentimos pertenecientes. Este movimiento causado generalmente por motivos económicos, sociales, políticos o de supervivencia impone, de manera forzada, el abandono de la identidad.
Trabajar con la imagen, el paisaje, su manipulación y su re-representación me permite cuestionar de manera plástica qué sucede con la identidad personal y territorial en relación a la migración.
Allí, en Reno, llevó a cabo un proyecto vinculado también a la memoria, pero esta vez no a través de la imagen sino mediante el sonido: durante la residencia realicé Clementine, una pieza consistente en la acción de efectuar un recorrido que unía nueve localizaciones concretas entre Nevada y California que tuvieron un papel importante en estos desplazamientos. En cada uno de los puntos, con un escenario geográfico distinto, proyecté mediante altavoz una antigua grabación sonora de la canción con el mismo título, cuya melodía fue heredada por sucesivas generaciones hasta convertirse después en tradicional. A modo de plano fijo, en cada secuencia el paisaje deforma y da forma al sonido, devolviéndolo, en cada caso, de forma distinta.También piezas como la serie Qué Somos o Zer Gara Gu -a las cuales da título un grabado en euskera encontrado de forma fortuita en la parte más alta de un álamo blanco en la zona de Truckee, CA. y hecho a principios del siglo XX por algún pastor vasco-, o Something I could talk to, que tratan la descontextualización del individuo respecto al entorno cultural y geográfico al que pertenece.
En el proyecto en el que actualmente está trabajando, la memoria la reconstruye a partir del suelo que pisamos; hay historia en el terreno: Ahora mismo me encuentro trabajando en una serie de piezas que he titulado Registros del suelo, donde a partir de distintas ampliaciones y fragmentos concretos del paisaje que aparece representado en esas fotografías de archivo, de una manera casi involuntaria, re-fotografío secuencialmente hasta casi la propia desaparición de la imagen reconocible por la pérdida de información. Son piezas que se interesan más por generar a partir del resto, y por plantear narrativas desde las tensiones que se generan entre las imágenes, los materiales y el espacio.
Conoced mejor las memorias de las imágenes de Manuel en su web: manueldiegosanchez.com