El rebobinador

La mezquita de Córdoba y el renacimiento del arco de herradura

Obra cumbre de la arquitectura hispanoárabe, la mezquita de Córdoba es fruto de una sucesión de ampliaciones y reformas realizadas desde el siglo VIII hasta la caída del Califato, en los inicios del siglo XI, y es probable que el origen de su organización arquitectónica, admirable, se encontrara en la Catedral primitiva de San Vicente.

En 747 se cedió la mitad de esta a los conquistadores para que establecieran su mezquita y, en 784, los cristianos fueron obligados a ceder el resto (previa indemnización). El muy breve plazo en el que Abderrahmán I logró construir este templo ha hecho pensar que pudieron desmontarse las cinco largas naves de la Catedral, hasta entonces dirigidas de oeste a este, para disponer con sus materiales once más cortas en dirección norte-sur, quedando convertido el muro meridional de San Vicente en la quibla de la mezquita. Al cabo del tiempo, aquel primer diseño resultó insuficiente, así que su quibla se derribó para ampliar la mezquita por el lado meridional, hasta duplicarse la superficie inicial.

Ya fue Abderrahmán II quien construyó la potente arquería de la parte cubierta que da al patio y encargó labrar su gran torre que, resentida por un terremoto, hubo que revestir con la obra renacentista que hoy la oculta. El gran aumento poblacional de la Córdoba de los califas obligaría, más adelante, a Alhaquém II a derribar a su vez la quibla de Abderrahmán II y, al disponer la suya inmediata al margen del río, la dejó ampliada en una superficie equivalente a la de la primera mezquita. Por último, Almanzor, no pudiendo ampliarla ya por el sur y deseando dejar su huella, lo hizo por Levante y en grandes proporciones: en una tercera parte de todo lo anterior.

Mezquita de Córdoba. Planta
Mezquita de Córdoba. Planta

La fila de pilares que recorren la mezquita en profundidad corresponde al muro lateral del templo de Abderrahmán I y II y de Alhaquém II, derruido al ampliar el edificio Almanzor por aquel lado. Las que recorren transversalmente la mezquita anterior al que perdió el tambor, es decir, la parte de la derecha, señalan el emplazamiento de las quiblas de Abderrahmán I y II (de la planta actual también forman parte, claro, las alteraciones cristianas para formar capillas y, en el centro, el templo catedralicio del siglo XVI).

La organización arquitectónica de las arquerías quedó fijada en 784 y, si tomara el ejemplo de San Vicente, sería de invención visigoda. Su novedad se basa en la superposición de dos soportes (columna y pilar) y de dos arcos (el superior de media punta, recibiendo la techumbre de madera, y otro inferior de herradura, que sirve de entibo para impedir el desplazamiento lateral de esos soportes en su punto de reunión). Ese sistema de soportes con arcos de entibo, que daría la mayor altura posible al conjunto, si no se inspiró en el acueducto de los Milagros de Mérida, sí tiene en él uno de sus precedentes (además, ambas arquerías condujeron agua, en la mezquita la de los tejados. Y en el acueducto extremeño se emplea ya la bicromía de los arcos cordobeses).

Mézquita de Córdoba. Interior
Mézquita de Córdoba. Interior

La columna presenta sobre el capitel un cimacio de planta cruciforme, y el pilar, de acusada sección rectangular, al sobresalir por los lados descansa sobre unos cavetos decorados con rollos recorridos en su parte central por una faja estrecha. Esa especie de modillón de rollos, quizá presente ya en San Vicente, es uno de los más desarrollados temas decorativos califales.

Aunque esa organización interior de la mezquita queda fijada en la parte más antigua y se repitió en las ampliaciones, hay que recordar que, mientras en tiempos de Abderrahmán I y II abundaban los materiales aprovechados de monumentos romanos y visigodos, en las intervenciones de Alhaquem y Almanzór fueron nuevos.

Pese a que las ampliaciones de la mezquita por Mediodía y Levante obligaron a destruir las fachadas primitivas de esos lados, aún se conservan en la de Poniente varias fachadas anteriores a Almanzor. En cuanto a la fachada misma, esta se encuentra ornamentada y reforzada por estribos y la coronan almenas de gradas picudas.

De las portadas en el frente occidental, las más antiguas son las del Obispo y las de san Esteban, esta última con un trozo de la parte superior de la primitiva portada del templo visigodo. En ella aparece ya formado el tipo de puerta cordobesa del siglo X, muy plana y sin abocinamiento; se trata, en realidad, de una puerta adintelada relativamente baja, de dintel ancho adovelado incluido en un arco de herradura, en cuyas dovelas se alternan ladrillo rojizo y piedra blanca. Encuadrado el arco en su alfiz correspondiente, descansa sobre este un segundo cuerpo de proporciones apaisadas, con arcos de herradura cruzados, y en las calles laterales estrechas, sobre un primer cuerpo con pequeño dintel adovelado, se abren una celosía y un arco de lóbulos. Tableros de ataurique en piedra y mosaicos de barro cocido revisten las diversas partes de la portada.

La ampliación que aportó mayores novedades arquitectónicas respecto a la mezquita de Abderrahmán I fue la de Alhaquém II, al que se debe la gran riqueza de la nave central, de la maxura y del mihrab.

Mezquita de Córdoba. Mihrab
Mezquita de Córdoba. Mihrab
Mezquita de Córdoba. Maxura
Mezquita de Córdoba. Maxura

Quizá lo más importante sea la libertad y el desenfado creativo de los arcos. Prestando novedad al viejo arco de herradura se descentra su trasdós; el arco lobulado se emplea por sistema, tanto en las arquerías decorativas de la nave central como en las de la maxura, y se cruzan cabalgando unos sobre las claves de otros creando una red de rombos. A Alhaquém se le debe asimismo el rico decorado del mihrab, donde se conservó el arco de herradura por respeto a la tradición. Revestidas sus jambas por dos bellas losas de mármol con decoración menuda de ataurique, el arco y la parte superior de la portada se encuentran revestidos por mosaicos de vidrio, obra de un maestro bizantino enviado por el emperador de Constantinopla.

La otra gran novedad de la ampliación de Alhaquém II es la de las bóvedas de nervios paralelos con ojo central que decíamos. Creado al parecer este modelo en Mesopotamia, es ahora cuando apreciamos sus ejemplares más monumentales. Vemos cuatro y una cubre el comienzo de la nave central de la ampliación y tres la maxura. La primera está formada por cuatro arcos gruesos cruzados en ángulo recto, a los que se agregan otros cuatro oblicuos. Los espacios cuadrados y triangulares formados por esos arcos se enriquecen con varias bóvedas decorativas gallonadas, o de nervios de este tipo cordobés. En las restantes se pasa, con trompas, hacia una planta octogonal, formando los nervios una estrella de ocho puntas.

Mezquita de Córdoba. Vista aérea
Mezquita de Córdoba. Vista aérea

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