NOMBRE: Jesús
APELLIDOS: Herrera Martínez
LUGAR DE NACIMIENTO: Petrer, Alicante
FECHA DE NACIMIENTO: 1976
PROFESIÓN: Artista
Tras unas semanas en las que, en esta sección, había quedado la pintura de lado, hoy os hablamos de un artista que trabaja fundamentalmente inmerso en ella, reflexionando sobre lo que separa la construcción de una imagen de su posterior representación y en torno a las estrategias narrativas habituales de este medio; en definitiva, sobre lo que tiene de peculiar y propio la mirada pictórica.
Actualmente reside en Copenhague, pero desde que finalizó sus estudios en Bellas Artes en la Politécnica de Valencia, donde también ha cursado un Máster en Dibujo, Jesús Herrera ha completado su formación participando en residencias y talleres en Italia, Brasil, Cuba, México, Rumanía, Bolivia y Estados Unidos y, desde 2006, viene presentando muestras individuales dentro y fuera de España; la más reciente en Espai Rambleta en 2017 -tras obtener una de las becas para investigación y producción de este espacio-. Antes pasó por la Galería ATM de Gijón, el MUVIM valenciano, la White Noise Gallery de Roma, la Casa de Iberoamérica de Holguín, la Paralelo Gallery de São Paulo, la Galería Manoel Macedo de Belo Horizonte o el Centro Cultural de Mislata.
También habéis podido encontrar su trabajo en varias ediciones de ARCO, ART MADRID o Arte Lisboa, recientemente en JustMad y ArteSantander, y en citas internacionales como PINTA, Art Lima, la brasileña SP-ARTE o la feria colombiana Odeon, y en numerosas muestras colectivas, como las dedicadas a los artistas residentes en la Academia de España en Roma (él fue seleccionado en 2014) o a los residentes en la Casa de Velázquez (obtuvo aquella beca en 2016).
No podemos extendernos más con su currículum, pero sí con sus inicios. Nos cuenta que, en su caso, la creación es más que un apéndice: una parte integrante de su vida desde siempre. Y que, si hay que elegir un momento clave, se queda con su viaje a Brasil hace diez años: No recuerdo mi vida sin la creación artística, ni me imagino haciendo otra cosa y no sé si sabría. Comencé este viaje haciendo el camino académico: de Petrer (Alicante) a estudiar Bellas Artes en Valencia. También empecé Filosofía, que nunca terminé. Sí terminé Bellas Artes, tal vez gracias a que me enamoré de la pintura en otro viaje, mi Erasmus en Venecia. Luego vino el Máster (de aquellas DEA), y sin darme cuenta me encontraba entre los artistas de la histórica Galería Val i 30 de Valencia.
Pero, tal vez, el punto de inflexión fue cuando, por razones personales, decidí dejarlo todo en España e irme a Brasil, en 2008; hoy en día siento que fue más un viaje interior donde se desarrolló una especie de mestizaje visual, replanteándome aquello que era como pintor y cómo afrontar nuevos paisajes visuales desde la sinceridad de mi propio lenguaje.
Rio de Janeiro dio paso a Richmond, Cuba, México, Sao Paulo, Roma… y actualmente vivo y trabajo en Copenhague.
En unos y otros escenarios, el nexo común de su producción ha sido la reflexión, como decíamos, en torno a las posibilidades de representar lo real: plantea Jesús cuánto hay y puede haber de teatral y narrativo en la pintura y hasta dónde puede llegar, o tiene sentido que llegue, el afán de verosimilitud. No espera tanto encontrar respuestas como avanzar en sus preguntas; da por hecho que el cuestionamiento de la pintura es un camino que no acaba. Y concibe su producción como un todo en desarrollo, enlazando de forma natural unos y otros proyectos: Diría que mis proyectos sobrevuelan casi obsesivamente la representación de la realidad y la conexión de ésta con la historia de la pintura, intentando buscar en todo ello un hilo narrativo. Si pienso en las constantes en mis obras, son el análisis de la realidad, la realidad y la representación pictórica, la verosimilitud y la pintura como teatralidad.
Desarrollo mi proceso de trabajo en proyectos cerrados a los que suelo dedicar un par de años para cerrar una línea de investigación. Estos proyectos se van entrelazando, y aunque, a día de hoy, aun no soy capaz de verle un sentido global a todo ello, para mí se van conectando unos con otros orgánicamente.
Si tuviera que explicar la forma en la que surge cada proyecto, creo que es haciéndome preguntas sobre pintura. Me encantan los museos, me fascinan las colecciones, me encanta perderme sin rumbo en ellas, y me surgen muchas preguntas, o sobre un elemento específico en una pintura, o sobre la estrategia de construcción de un género pictórico: cuáles serían hoy en día nuestras vedute, por qué la luz de aquel bodegón entra por la derecha y no por la izquierda, o por qué el pintor eligió ese punto de vista específico en un paisaje y no otro un poco más lateral o el que estaba a sus espaldas….
Es maravilloso y frustrante ser consciente de antemano de que no hay respuestas, de que es un proceso infructuoso de búsqueda y que el mecanismo de la pintura es la propia reflexión pictórica en sí misma.
Buena parte de sus proyectos parten en su puesta en marcha de sus pensamientos sobre géneros clásicos de la pintura o sobre las obras de los maestros.
Para El paisaje en el Nuevo Occidente, que llevó a cabo en 2013 y 2014 en México y Brasil gracias a una beca Alfons Roig de la Diputación de Valencia, decidió buscar estrategias que tuvieran como fin último la representación verosímil del paisaje: partiendo de cuadros de paisajistas románticos del XIX que instauran el género tal cual lo entendemos hoy en día, los repensaba diseccionándolos e incluyendo elementos propios del entramado visual de las nuevas megalópolis: México DF y Sao Paulo. Me interesaba la confrontación entre referente, realidad y representación.
Es fácil enlazar con esta propuesta la inmediatamente posterior Locus Amoenus (2014), que puso en marcha en la Real Academia de España en Roma: tomaba como punto de partida el nacimiento del género del paisaje clásico y la importancia que tuvo el “Grand Tour” en el desarrollo de las vedute, que derivarían en su objetualización moderna: las postales de vistas y paisajes.
Recopilé postales de cuadros de este periodo clásico que ofrecían vedute di Roma y las transcribía de forma obsesiva como trompe l’oeil en cuadros de pequeño formato y en dibujos de gran formato como grupos relacionales de postales.
En la Casa de Velázquez, hace dos años, trabajó en Pintura Mundo, quizá el proyecto en el que de forma más directa ha indagado en las esencias de la representación pictórica y en el sentido último del coleccionismo de lienzos: La serie localizaba en el Museo del Prado obras con cuadros dentro del propio cuadro. En un intento de entender esas colecciones como un mundo o ecosistema en si mismo me propuse de nuevo copiar-transcribir en formato postal (10×15) todos los cuadros que aparecían en aquellas acumulaciones o Wunderkammer que fueron punto de origen de los museos contenedores (las colecciones).
Dado que, como nos contaba, sus obras se relacionan unas con otras de forma orgánica y natural, la más reciente, Spatium Hermeticum (2017), bebe de la anterior Hyperbaroque (2015). Este es el proyecto que pudimos ver hasta el mes pasado en Espai Rambleta y también ha sido premiado fuera: el díptico Melankolsk selvportraet forfra og bagfra, que formaba parte de este trabajo, obtuvo el primer premio PORTRAIT NOW 2017. Nordic competition de The Carlsberg Foundation. Nos cuenta Jesús que intentaba construir una cosmogonía, una narración de construcción del mundo para explicar el origen y composición del mismo a partir de representaciones pictóricas alquímicas de los cuatro elementos.
Le hemos preguntado por sus próximos pasos, y vienen plantas: Ahora mismo estoy trabajando en un nuevo proyecto sobre la transcripción del mundo vegetal. Estoy partiendo de las pinturas que Albert Eckhout realizó en 1637-1644 para la expedición a Brasil para documentar el Nuevo Mundo por iniciativa del Conde Johan Maurits van Nassau-Siegen y que se encuentran en el National Museum of Denmark. Estaré todo este 2018 con ello y pueden ir siguiendo el proceso en Instagram.
Como aperitivo, podéis dar un paseo por su web: www.jesusherreramartinez.com