NOMBRE: Fernando
APELLIDOS: Romero Aparicio
LUGAR DE NACIMIENTO: Teruel
FECHA DE NACIMIENTO: 1983
PROFESIÓN: Artista
Este mismo verano se ha llevado el segundo premio en el Concurso Ibercaja de Pintura Joven y también en el Certamen de Arte Santa Isabel de Aragón Reina de Portugal, que concede la Diputación de Zaragoza. Pero a Fernando Romero no le fichamos esta semana por eso sino porque admiramos su personal tratamiento del paisaje: este ha sido siempre el asunto fundamental de sus trabajos, de composiciones muy cuidadas, y le ha servido también para profundizar en quien lo mira y quien lo habita, en las mutuas relaciones entre las personas y su entorno.
Licenciado en Bellas Artes por la Politécnica de Valencia y Máster en Producción Artística en esa misma Universidad, Fernando ha presentado hasta ahora muestras individuales en la Galería A del Arte zaragozana, la Comisión Europea en Bruselas, el Centro Cultural Ibercaja de Logroño y la Cámara de Comercio e Industria de la capital aragonesa; y ha participado en colectivas en espacios como el Palacio de Sástago, la Casa de Vacas de El Retiro, el Museo de Teruel, el Instituto Pablo Serrano o el Museo de Huesca. También en ARCO 2015, tras recibir el Premio BMW de pintura a la Innovación el año anterior, y suyos son, además, una Beca de residencia en el Espacio Oculto madrileño (2016-2017), el Premio Ars (2014), el Premio de Pintura II Bienal Andorra Sierra de Arcos, en 2013; una Beca Museo de Teruel para la formación de artistas (2011), el VIII Premio de Pintura Delegación del Gobierno en Aragón y el 3º Premio Arte Joven del Instituto Aragonés de la Juventud; estos últimos los recibió ambos en 2009.
Sus inicios como artista no tienen fecha fija, porque la decisión de crear surgió de su afán observador y también, según nos cuenta, de la necesidad de encontrar algo parecido a un cobijo ante la proliferación de imágenes que nuestro pan de cada día: El pensar las imágenes, trabajar con ellas, pintar, repensar, visitar exposiciones, buscar soluciones, volver a pintar… son ejercicios que desde hace mucho tiempo se han convertido en cotidianos. No recuerdo ya desde cuándo los practico y tampoco sé si sabría renunciar a ellos. Siempre me ha interesado la pintura y soy muy curioso; consumo mucho arte contemporáneo. Mi trabajo se centra en la pintura porque esta me permite comprender y reconstruir la imagen de un modo más lento, y tal vez sea una forma de refugio ante la abundancia de estímulos visuales.
Como decíamos antes, su obra se nutre de paisajes, entendidos estos en un sentido amplio y como medio de reflexión sobre quien los observa: La temática de mi trabajo siempre ha sido el paisaje. La tradición del paisaje nos permite observar cómo ha sido comprendido el entorno a lo largo del tiempo, y nos ayuda a entender lo que selecciona la mirada. Me interesa mucho cómo nos relacionamos con él, cómo condiciona nuestra visión y cómo nuestra visión puede condicionar el entorno real. Hablando del paisaje también hablamos de las sociedades que lo habitan.
Es frecuente en su obra más reciente que, inmersos en naturalezas estáticas, congeladas y casi abstractas, disponga edificios trazados con precisión y plenos de referencias a arquitecturas contemporáneas bien conocidas (Le Corbusier, Mies van der Rohe). Y que estas sean su medio para investigar esos nexos entre persona y entorno sin necesitar la presencia de figuras humanas: el protagonismo recae en el vacío y es en él donde surgen las construcciones como intervenciones postizas que lo transforman y acaban formando parte de él.
Pero, otras veces, sobre la vaciedad no hay, o no solo hay, arquitecturas, sino nubes, árboles, nieves, vientos o montañas conviviendo con cielos grisáceos poderosos por la soledad contundente que transmiten. Y en algunas ocasiones también hay humanos, pero no hay que confundirse, no tienen primacía sobre el paisaje que los rodea: son contempladores anónimos e intercambiables que dan la espalda al espectador y la cara a la naturaleza.
Hemos preguntado a Fernando por los artistas por los que se ha dejado influir, y entre ellos menciona a algunas figuras fundamentales del Land Art, pero no solo: Tomo referentes de la historia del arte reciente como Gerhard Richter y Luc Tuymans y, fuera de la pintura, Richard Long o Robert Smithson. La Escuela de Leipzig ha influido a muchos pintores de mi generación. Para el proyecto que estoy realizando actualmente me interesan mucho artistas como Julie Mehretu o Benjamin Edwards, que logran introducir varios niveles de lecturas mediante distintas formas gráficas en sus paisajes. Hablando de Mehretu, por cierto, la veremos en cuestión de días en el nuevo Centro Botín de Santander.
En sus diversas series, Fernando trabaja en acrílico y óleo sobre lienzos de distintos tamaños pero en el punto de partida de esas pinturas sí cobran importancia las nuevas tecnologías. Nos lo explica: Mi proceso de trabajo se inicia, por lo general, con una modificación digital de archivos fotográficos donde selecciono, retoco y compongo imágenes que posteriormente traduzco al medio plástico.
Actualmente, la experimentación me está llevando progresivamente a abandonar el archivo fotográfico y me estoy centrando en la obtención de imágenes a través de programas informáticos de simulación espacial. Me interesa mucho el diálogo que se fuerza al traducir una imagen técnica a una imagen pintada.
Compagino formatos grandes y pequeños. La inmensidad de los grandes formatos envuelve al espectador y éstos representan una aventura mayor cuando los trabajas. Con los formatos pequeños se establece una relación de intimidad tanto entre el artista y la obra como entre la misma y el espectador.
Al alternarlos en un display expositivo es más fácil dirigir la mirada del espectador. Le doy mucha importancia a la distribución de las obras en el espacio; me gusta intentar crear un recorrido, aunque después no se respete, pues para eso son los recorridos.
Este artista turolense entiende sus proyectos como partes de fases más amplias ligadas a la evolución de sus investigaciones sobre el paisaje: En Instantes Fugaces y Motionless – series ambas dedicadas a naturalezas solitarias y vivas- trataba de reconstruir momentos efímeros del paisaje y los hacía convivir con formas gráficas puras como planos de color. Me interesaban las relecturas que surgían de este tipo de convivencias.
En Límites del plano empecé a ensayar con los límites de la imagen y ciertas estructuras que después derivarían en un interés por la arquitectura.
Y en la última exposición individual que realicé, “Paseo hasta la linde”, (pudo verse en A del Arte) estudié a fondo las relaciones entre la arquitectura y la imagen pintada. Como referentes utilicé imágenes de edificios representativos de dos arquitectos de especial relevancia en el movimiento moderno: Le Corbusier y Mies Van Der Rohe. Realicé una serie de pinturas en torno a estos iconos motivado por su constante presencia en los libros de diseño e historia. Convertidos casi todos en museos, seguían siendo un referente del diseño a pesar de que la mayoría habían caído en cierto abandono durante décadas, muchos de ellos cercanos a convertirse en ruinas en las periferias urbanas. A pesar de las buenas intenciones éticas y políticas, nunca alcanzaron los resultados deseados. Tampoco quería meterme de lleno en un relato sobre la decadencia del “programa moderno” pero creía que podía ser interesante pintarlos, ya que sus representaciones siempre eran fotográficas (salvo unos cuadros que realizó Peter Doig de la Unidad de Habitación de Marsella), y vincularlos a la idea de suburbio. Entre nosotros, la vuelta de tuerca definitiva que coronaría este planteamiento de Fernando podría ser la exposición de estas pinturas en el Museo ICO. Damos ideas.
Estas reflexiones sobre las intenciones de los arquitectos del movimiento moderno al diseñar estas construcciones y su paradero último llevaron al artista a repensar un asunto más de una vez planteado, pero aún por desarrollar a fondo: la cuestión de dónde empiezan y dónde acaban las ciudades de hoy. Nos lo cuenta: Progresivamente, la deriva me ha llevado hacía el límite de lo urbano y la frontera, y es ahí donde he encontrado una amplia variedad de aspectos sobre los que trabajar y en los que estoy sumergido ahora. Mis influencias actuales son, principalmente, dos: por un lado, la película Stalker de Tarkovsky como ejemplo de errante suburbano que explora los límites, adentrándose en la zona prohibida en busca de deseo, y por otro, el libro Eugenio Trías Ciudad sobre Ciudad, que utiliza la metáfora de la ciudad donde lo urbano representa la razón, la conciencia y el orden, edificando su límite. Al vagar por las lindes, el sujeto renuncia a la complacencia racionalista, relacionando los límites de lo cartográfico con los límites de la mente.
Para mis nuevos trabajos estoy tratando de adoptar una posición de urbanista-pintor al experimentar con programas informáticos de representación arquitectónica y urbanística. El urbanista genera la imagen de paisaje a partir de un territorio real con un fin especulativo. Yo utilizo los mecanismos gráficos del software para construir un paisaje que evidencia las formas gráficas y volumétricas, generando glitches escenográficos intencionados. Aunque utilizo datos reales, como el cálculo de ciertas áreas para generar formas, y selecciono cuidadosamente los límites administrativos de ciudades, trato de que en la imagen todos los elementos aparezcan descontextualizados. Por ejemplo, transformo las formas gráficas del límite urbano en luz virtual y las proyecto sobre el paisaje. Al alterar patrones pensados para realizar una imagen técnica-especulativa surgen paisajes virtuales desafectos de un territorio.
Mi intención final es establecer símiles y comparaciones entre las construcciones de un paisaje virtual y la utilización de ciertos territorios vacíos y desconocidos de las ciudades. Las proyecciones sobre estos territorios con fines mercantilistas siguen condicionado el hábitat de las personas y limitándolas como individuos. Tal vez la reapropiación por parte de la pintura como medio virtual originario de los gráficos de la imagen técnica pueda llegar a considerarse como una forma de resistencia frente a ella.
Nos remite Fernando a un pensamiento de Vilem Flusser recogido en su libro El Universo de las Imágenes Técnicas en relación con el trasfondo de obras de este tipo, que puede pasarnos desapercibido. Ciencia y representación: Las imágenes técnicas hacen creer que producen escenas punto por punto, que son más que superficies sobre las cuales las escenas significadas por ellas dejaron sus trazos punto por punto. Las imágenes técnicas esconden y ocultan el cálculo –y, en consecuencia, la codificación- que se procesó en el interior de los aparatos que la produjeron. La tarea de la crítica de las imágenes técnicas es pues precisamente la de des-ocultar los programas tras las imágenes.
¿Queréis saber dónde ver en adelante la obra de Fernando? En cuanto a mis proyectos futuros, tengo programadas varias exposiciones colectivas con diversas instituciones y comisariados en Zaragoza (Centro de Historias, Patio de la Infanta, Sala Juan Francés, Palacio De Montemuzo…) En 2018 realizaré también una exposición individual en el Museo de Teruel.
En Madrid voy a fundar un estudio con unos amigos comisarios que se llamará “D11” y del que van a surgir interesantes proyectos de la colaboración.
Estaremos atentos a D11. Mientras tanto, os invitamos a profundizar más en su web: fernandoromero.es
Una respuesta a “Fernando Romero”
Claudia Silveria Cortés
Me impactó y sorprende agradablemente estas nuevas obras, para mi persona. El universo de las imágenes técnicas. Límite urbano, 2017 es una obra fantástica. Felicitaciones, Fernando Romero.