Han Nefkens no se identifica con el término mecenas, pero su generosidad y entrega desinteresada en el ámbito de la creación artística contemporánea hacen de él uno de los coleccionistas y filántropos más destacados de nuestro país. Así lo ha reconocido también el jurado del Premio Arte y Mecenazgo de “la Caixa”, que ha decidido otorgarle este galardón en la categoría Mecenas por la extraordinaria labor impulsada desde la Fundación Han Nefkens y su compromiso con la educación.
Aprovechando su paso por CaixaForumMadrid, donde hoy se daban a conocer los nombres de los ganadores de esta séptima edición de los Premios Arte y Mecenazgo –en la que también han sido reconocidos Asier Mendizábal, en la categoría Artista, y Elba Benítez, en la de Galerista–, hemos estado con él para que nos contara más cosas sobre su singular visión del coleccionismo y la labor que lleva a cabo desde su fundación, en la que se trabaja con un modelo innovador único.
De origen holandés, Nefkens (Róterdam, 1954) lleva más de una década residiendo en Barcelona. Habla un buenísimo español, que en ocasiones se dulcifica con una entonación a lo méxicano, herencia del tiempo que pasó en aquel país ejerciendo su profesión de periodista antes de que decidiera dejarlo todo para tomar la senda del coleccionismo de arte.
Puede que mi primera pregunta le parezca extraña, pero por lo que sé de su trayectoria y la forma en la que empezó en esto del coleccionismo, a mí se me hace inevitable… ¿Cree usted en el destino?
Es realmente la pregunta básica que nos hacemos todos. Todo es azar, hasta la vida misma. Si vemos el universo, con miles de millones de galaxias y unas condiciones tan precarias para que haya vida y ves lo que ha surgido ¿eso es azar? Sinceramente, no lo sé, pero quizás hacemos nuestro propio destino con lo que tenemos.
Se lo preguntaba porque usted llegó al arte como inversión, a través del consejo de un amigo que le propuso cambiar de mercado. Y resulta sorprendente el giro y la transformación que se va produciendo desde ese momento en el que inicia una actividad puramente económica, que se convierte después en la base de su vida, en su pasión.
Sí, totalmente. Y si hablamos de destino/coincidencias está ese amigo del que hablas pero también por casualidad conocí a otro amigo que trabajaba en la Fundación Mondrian, y que ahora es el director del Rijksmuseum, que me presentó a otros y así muchas coincidencias. También a Hilde (Teerlinck), la comisaría de la Fundación, la conocí por casualidad en 1999 porque un amigo me preguntó si me apetecía ir a ver una exposición suya. Si hubiera dicho que no en ese momento quizás no la habría conocido… Si hay destino, lo que sí puedo decir es que a mi me ayudó.
Pero, de alguna forma, el arte siempre ha estado ahí…
Sí, desde mi infancia, teníamos muchas obras de arte en casa, aunque no contemporáneas, eran del siglo XVI y XVII. Pero sí, crecí con arte alrededor.
Entonces, ¿qué es lo que le diferencia de otros coleccionistas?
La gran diferencia es que ellos empiezan a coleccionar por pasión y compran una y otra cosa porque les gusta y luego, después de haber acumulado un buen número de piezas, dicen “y ahora qué hacemos con ellas”. En cambio yo, siempre, desde el principio, sabía que lo que iba a comprar iba a ir directamente a distintos museos, la mayoría de las veces sin pasar por mi casa, y podía escoger con unos criterios muy diferentes, teniendo en cuenta, por ejemplo, una sala de un museo. Por eso podía comprar instalaciones o esculturas muy grandes, series de fotografías, obras que un coleccionista al uso quizás no compra tan fácilmente.
Hablando de fotografía, esta tiene un peso importante dentro de la colección ¿por qué?
Sí así es, pero como todo lo demás, ha sucedido, no fue una decisión premeditada. Recuerdo cuando hace algo más de diez años fuimos a hacer la primera exposición y me di cuenta de cuántas fotografías había. Parace que es un medio que me atrae. También es que hay mucha oferta de fotografía, pero, fundamentalmente, creo que es porque me atrae.
¿Recuerda la primera fotografía que compró?
Recuerdo la primera obra que compré. Fue una instalación de vídeo de Pipilotti Rist
¿Que ahora está en…?
Es una pieza que está en préstamo en el Museo Boijmans Van Beuningen de Róterdam, pero ahora mismo está en una exposición en Quito, y antes en China.
“El arte me ha enseñado a ser generoso
porque los artistas lo son también”
Dice que no colecciona arte, sino experiencias. ¿Alguna que quiera compartir?
(Se ríe y comenta que se nos haría muy tarde). Son muchas y muy diferentes. Son las experiencias de sentarme con mi equipo para escoger un artista con quien trabajar. Nosotros tenemos ese sistema de scouts por todo el mundo que nos mandan cada uno tres candidatos y de ahí hacemos una preselección y luego, de lo que sale, una selección final. Si es para un premio o una beca contamos con un jurado internacional, pero también a veces Hilde y yo si vemos un artista que nos gusta pensamos a ver si podemos trabajar con él. Así que lo primero sería el descubrir al artista, lo segundo establecer el contacto, conocerlo, ver qué necesita, cómo podemos colaborar… Todo eso son encuentros y todos son enriquecedores porque vas conociendo gente. Por ponerte un ejemplo, conocí a un artista de Chechenia y en aquel momento yo no sabía mucho de la situación allí, pero ahora sí porque me ha contado muchas cosas. Tras ese contacto con el artista se empieza a trabajar con las instituciones de arte, y hay más encuentros; está la preparación de una exposición, más encuentros; y, luego, la inauguración. Todo eso son experiencias, pero puedo decir que el momento que más placer me da es estar alrededor de una mesa con estos artistas y con mi equipo; eso para mí es la mejor cosa.
¿Y todo eso cómo se proyecta hacia la sociedad?
Se puede proyectar porque la forma en la que hacemos las cosas es un poco diferente a lo que se suele hace. Como hablamos con el artista, vemos sus necesidades y las posibilidades que tiene y, basándonos en eso, preparamos la trayectoria a través de una residencia, de una beca o de un encargo directo de una obra. Pero cada caso es diferente porque cada artista es diferente, sus necesidades y sus formas de representar. No somos una gran institución que tiene unas normas rígidas, nosotros somos muy flexibles y hacemos un trabajo muy personal. No conocemos ningún modelo así, es una forma de trabajar que ha ido surgiendo.
¿Cómo sabe cuando un artista merece la pena?
Lo más importante es que se diferencie. Vemos tantas cosas y tantas imágenes a diario que si me encuentro con un artista que me sorprende o que haga algo que nunca he visto, eso ya me llama la atención para fijarme en él. Sobre todo si además es algo bien hecho, con potencial. Para mí lo importante es que un artista tenga algo que decir y que esté buscando y encontrando la mejor manera de decirlo. Que el lenguaje se adapte al contenido.
Usted está muy en contacto con esos artistas jóvenes, ¿cómo ve su situación en general? ¿Cree que se sienten preparados y arropados para encauzar una vida profesional dedicada en exclusiva al arte?
Lo ven muy complicado porque la escuela les ha enseñado cómo ser artistas pero no cómo sobrevivir como artistas. Y hay tantas cosas prácticas, como cómo pedir una subvención, cómo conseguir que tu obra se muestre… Están perdidos y dudan sobre cómo comenzar. Tienen temor y lo que yo siento cuando hablo con los más jóvenes es que les estamos resolviendo la vida en ese momento con una beca, con la posibilidad de salir a estudiar fuera o con el dinero para producir una obra, y eso ayuda mucho, pero también la confianza que tenemos en ellos es muy importante. Para alguien que acaba de salir de la escuela, que no es conocido, el hecho de que llegue una fundación y le diga yo creo en tí, creo que vas a poder ser un gran artista y estoy dispuesto a pagar tu formación, eso es muy importante.
De todas formas, me gustaría decir que no hay que tener mucho dinero para ser mecenas. Hay mucha gente que ayuda a artistas de forma modesta. Hay que tener el interés por trabajar con ellos y transmitirles ese apoyo, económico pero también emocional.
¿Qué le ha enseñado el arte?
El arte me ha enseñado a ser generoso porque los artistas lo son también. Nos muestran su visión del mundo, lo que les mueve y les conmueve y tienen el valor de compartirlo con nosotros. Si quieres participar en el mundo del arte necesitas valor, el valor de ser quien eres, de seguir tu propio camino. En mi caso, defender a mis artistas y hacer lo que es bueno para ellos y necesitas la generosidad que se requiere para colaborar con tanta gente, porque cada uno tienen su propio interés y hay que buscar la forma en la que todos quedemos contentos.
Desde luego, adquirir una obra o producirla para que vaya directamente a un museo es un acto de generosidad inmenso.
¿Y qué le ha enseñado la vida?
Lo mismo, que hay que ser generoso, compartir tus ideas y sentimientos, tu tiempo. Uno de los regalos más grandes que le puedes dar a alguien es tu tiempo, tu atención. Eso para mi es muy importante en la vida. Y disfrutarla, claro, que para eso está.
Sé que no le gusta que se diga que el arte tiene una función terapéutica, pero es evidente que el arte ayuda a estar mejor.
Sí, así es. El hecho de hacer arte o de escribir, puede ser terapéutico igual que ir al gimnasio, hacer yoga o construir una casa, pero si lo único que haces es expresar lo que sientes, como terapia, eso ya hace que no sea arte. Arte es encontrar la forma adecuada para decir lo que tengas que decir, pero todo eso que a ti te funcionó en un momento dado no puede usarse cuando ves la obra en su totalidad. Hay que saber tomar distancia y ver lo que no sirve. Esto sucede mucho con los jóvenes artistas que, igual que yo cuando era joven, quieren abarcar el mundo entero, tienen tantas ideas y sentimientos que meten en sus vídeos todo y eso obviamente no funciona. Tienes que enfocar y tienes que escoger y quitar cosas y notamos que eso es difícil y les cuesta porque hay escenas que son especiales para ellos pero que está claro que no se necesitan. El rigor profesional es lo que lo hace una buena obra de arte y la parte terapéutica ya no entra para nada en eso.
Pero sí que hay un valor transformador en el arte ¿no?
Por supuesto. Si tú has vivido algo doloroso y puedes hacer una obra basada en eso, que no sea un documental sino que sea precisamente encontrar un lenguaje por el que lo personal se hace universal para que las demás personas se puedan identificar con eso, eso para mí es arte.
“No hay que tener mucho
dinero para ser mecenas”
Volvamos a su papel de coleccionista desprendido. ¿Qué es lo que no le gusta del término mecenas?
Suena anticuado y jerárquico, alguien que pone dinero y que está por encima. Yo no me siento así, yo estoy al mismo nivel. Aporto dinero pero los artistas obviamente aportan su trabajo, las instituciones aportan su conocimiento, su infraestructura… Yo siento que somos iguales, por eso una palabra como mecenas no me identifica. Me siento más identificado con el valor de compartir.
¿Qué significa un reconocimiento como este Premio Arte y Mecenazgo de “la Caixa”?
Es un gran orgullo, es sobre todo un impulso. Eso en la parte emocional, pero también hay cosas prácticas porque un reconocimiento así nos facilita la colaboración con instituciones y eso es muy importante porque nosotros siempre estamos buscando plataformas para mostrar a nuestros artistas jóvenes; nuevos museos e instituciones por el mundo porque así ellos pueden crecer. Nosotros ayudamos a producir una obra pero esta luego se tiene que ver, si es posible internacionalmente, y obviamente un reconocimiento como este ayuda mucho.
¿Cómo valora la colaboración público-privado?
Es algo bastante novedoso aquí en España y también en Holanda, así que todos estamos tanteando para ver cuál es la mejor forma de hacerlo. En toda colaboración cada parte tiene que ceder un poco y eso funciona mejor con algunas instituciones que con otras. El reto es encontrar la forma en que cada colaboración sea adecuada para cada institución. Yo creo que lo que hace a veces que sea difícil para las instituciones es el miedo a que el mecenas imponga su visión, como sucede mucho en Estados Unidos con los patronos coleccionistas que dejan parte de su colección a un museo pero dicen qué hay que mostrar. En nuestro caso, tratamos de encontrar ese punto intermedio en el que tanto nosotros como la institución nos encontramos. Y eso no es cuestión de una votación, es cuestión de ir hablando.
Sabe que esta semana hemos tenido en Madrid la noticia de un caso muy significativo en este terreno, la cesión de un espacio del Ayuntamiento para albergar la Fundación Sandretto Re Rebaudengo Madrid ¿Qué le parece?
Yo creo que ahí está el futuro. Hay que ser tanto creativo como profesional. Obviamente hay que marcar pautas y estructuras muy claras por ambos lados para que luego no haya malentendidos pero también se necesita la flexibilidad para encontrar algo que, en este caso, sea beneficioso para la ciudad y para la coleccionista.
Usted vive en Barcelona, estamos a tres días del 1 de octubre y resulta inevitable, para finalizar, preguntarle sobre cómo se está viviendo dentro del sector cultural de la ciudad el tema del referéndum.
Todos estamos a la espera hasta cierto punto. Hace dos o tres semanas nadie hubiera pensado que habría ejército por la calle, estamos esperando a ver cómo acaba todo esto. Estos días estoy viendo en los periódicos que hay anuncios de artistas y científicos a favor del referéndum y otros que están en contra. El tema es que hay muchas preguntas que no se han contestado. Ahora solo hay fuerzas muy duras que se encuentran en un sí o un no, pero hay que dialogar e ir más allá de eso.
Terminamos esta agradable charla, como no podía ser de otra manera, reiterando a Han Nefkens, “conector de personas a través del arte”, la felicitación por este Premio y agradeciéndole su tiempo y su generosidad.
Madrid, 28 de septiembre de 2017.
Una respuesta a “Entrevista a Han Nefkens”
Txema
A partir del principio de que todo arte es compromiso y el compromiso no ejerce como historicista, hay un significado olvido en cuanto a la presencia del arte, los artistas y sus reflexiones estéticas en el ámbito de lo humano “asociado” a lo social, público y ética política.
El caso de Catalunya actualmente es una evidencia de pensamiento único oficial y muestra inequívoca de degradación progresiva de valores de la sociedad. Cuando el arte siempre ha sido vanguardia social.