Recientemente hemos tenido noticias suyas gracias a un caso, exitoso, de crowdfunding: The High Street, Oxford, una pintura de Turner que permanecía desde 1997 en el Ashmolean Museum de Oxford, permanecerá en él gracias a las aportaciones de micromecenas y de instituciones como Art Fund o The Heritage Lottery Fund.
Este museo británico surgió en 1683 y su organización sería copiada por muchos centros norteamericanos formados a partir de gabinetes y laboratorios de ciencias de las Universidades.
Para entender sus orígenes tenemos que referirnos a la familia Tradescant, una saga de exploradores, viajeros y aventureros que reunieron una colección ecléctica, a modo de gabinete de historia natural, que englobaba piezas arqueológicas y objetos de interés etnográfico y científico.
John Tradescant el Viejo, que había fallecido en 1678, luchó contra los corsarios en Argelia (de allí llevó piezas a Oxford) y viajó a Rusia buscando objetos que llamasen su atención. Más tarde el duque de Buckingham le envió a recoger especímenes naturales a África.
Sus hallazgos los reunió en un edificio con jardines botánicos, a las afueras de Londres, en South Lambert, su museo particular. Se le llamaba Tradescant Ark (el arca de Tradescant), y se abrió al público a mediados del siglo XVII, aunque de forma restringida. Era ejemplo de lo que, en términos de historia del coleccionismo, se conoce como “Casa de Salomón”: allí había de todo, pero predominaban los especímenes naturales con finalidad de estudio. Y llegó a ser objeto de una publicación importante: Musaeum Tradescantium.
El hijo de John Tradescant el Viejo, llamado John Tradescant el Joven, amplió las colecciones de su progenitor y, quizá por no tener descendencia, donó el museo familiar a un anticuario amigo: Elias Ashmole, que contaba, por su parte, con una interesante colección de escultura. Después se arrepintió, y trató de anular la donación y ceder aquel legado a su esposa, pero Ashmole ganó el caso en un juicio, aunque viéndose obligado a cumplir con las colecciones de Tradescant una condición: que fuesen donadas a la Universidad de Oxford o a la de Cambridge.
El anticuario las cedió a Oxford, junto con sus fondos de escultura, poniendo otro requisito por su parte: que el centro construyese un edificio específico para albergarlas, como se hizo.
Como ya hemos avanzado, el definitivo Ashmolean Museum se abrió al público en 1683, en presencia de los Duques de York. La Universidad completó el centro con un laboratorio de química y una biblioteca y nombró para él un conservador (curator) que debía redactar su catálogo en latín.
Su funcionamiento resultó, para el momento, bastante moderno: en 1713 se redactó un reglamento, el Instituta Ashmoleana, que abordaba la administración del museo, su gestión, la redacción de inventarios y catálogos, las responsabilidades del guía o del guardían de las colecciones, el papel de los conservadores (que eran seleccionados entre los profesores de la Universidad más destacados por especialidades), las normas de acceso y visita –casi siempre eran guiadas- o el precio de las entradas, que, por cierto, era proporcional al tiempo que se permanecía en el Ashmolean y ya contaba con descuentos para grupos.
Las colecciones del Ashmolean no han dejado de crecer gracias a adquisiciones y donaciones. Cuando lo visitéis, recordad que fue el primer museo organizado como institución pública, con fines pedagógicos, adelantándose un siglo al Louvre.