Antes de su fallecimiento, en diciembre de 2015 en Azpíroz, Elena Asins se encontraba preparando un proyecto para el Museo de la Universidad de Navarra, que quedó inacabado (se trataba de La ciudad democrática, el diseño de una ciudad en equilibrio a partir de una maqueta metálica que guardaba en su casa), y solo un año antes había donado a este centro, al que estaba muy vinculada, un conjunto escultórico que había realizado en 1995 y que resume buena parte de sus intereses: Menhires, una serie de cuarenta monolitos formados, cada uno, por un prisma cuadrangular que sostiene cubos truncados lacados en negro.
Parece que nos encontremos ante una pieza minimalista, pero Asins no buscó ocultar, sino subrayar, la poesía del conjunto, generada por las posibilidades de giro de esas figuras lacadas en contraste y por las relaciones entre ellas, vínculos decisivos a la hora de definir el espacio donde se encuentran -variable cada vez que la obra se exhibe- y de dar lugar a secuencias. Esas secuencias pueden derivar de fórmulas matemáticas relativas a la rotación de la posición del corte, y en este punto, en forma de intervalos, ritmos y proporciones, es donde números y lírica se unen.
Menhires se completa en la muestra del Museo UNAV con la presentación de una serie de carpetas con trabajos de corte geométrico y de diversas pinturas en tempera sobre madera y papel en las que Asins reprodujo en dos dimensiones el patrón subyacente en esa instalación: un cuadrado seccionado por uno de sus lados que origina otra secuencia geométrica.
Estas últimas obras no pertenecen ya al museo navarro y han sido cedidas por la Galería Freijo; en cualquier caso, comparten con Menhires la búsqueda concienzuda de un arte tan exacto y verdadero, riguroso en sus composiciones depuradas, como bello; una creación objetiva pero abierta a la subjetividad.
Obsesionó a Elena Asins la teoría de Rampsey, que reza que el desorden completo es imposible en el universo
En esa búsqueda, no dudó Asins en servirse de la tecnología y fue pionera en nuestro país en su empleo artístico: el lenguaje plástico de estos proyectos nace de cálculos sistemáticos que desarrollaba por ordenador -conviene recordar que estuvo vinculada al Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid-.
Podemos considerar, además, Menhires como un intento de demostración más por parte de Asins de la teoría de Rampsey, que obsesionó a la artista tanto como a muchos matemáticos. Según esa tesis, el desorden completo es imposible en el universo. También sigue aquí los principios sobre semiótica de Chomsky, que conceden universalidad a la gramática ciñendo la variabilidad lingüística a conceptos globales.
En estos monolitos reside lo que no es comprensible y permanece en silencio pero también todas nuestras teorías para comprender.
“Menhires. Elena Asins”
Campus Universitario
Pamplona
Del 18 de abril de 2018 al 4 de marzo de 2019
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