Este año se cumplen 120 desde el nacimiento de Luis Barragán, quizá el arquitecto mexicano más relevante del siglo XX, por cuyo patrimonio vela, desde 1996, la Fundación que lleva su nombre y que tiene sede en la localidad suiza de Birsfelden. Allí, en las últimas dos décadas, un pequeño equipo de investigadores encabezado por la historiadora de la arquitectura Federica Zanco ha evaluado y catalogado sistemáticamente documentos de archivo de este autor, con el ánimo de analizar exhaustivamente su legado.
La Fundación y el no lejano Vitra Design Museum de Weil am Rhein (Alemania) han establecido un acuerdo de colaboración por el que ese material se ha trasladado a las instalaciones del Vitra Campus, con el objetivo de facilitar un mayor estudio académico de la obra de Barragán y también de impulsar la cooperación de otras instituciones en esa labor, pues el Archivo convergerá aquí con documentación ligada a figuras como Charles y Ray Eames, Alexander Girard, Anton Lorenz, George Nelson y Verner Panton.
En concreto, estos fondos estarán alojados desde ahora en las nuevas edificaciones diseñadas para el Museo Vitra por Dieter Thiel, situadas muy cerca del Vitra Schaudepot, donde han podido disponerse en un depósito de última generación que se complementa con una sala de estudio para investigadores visitantes y con la llamada Galería Barragán, un espacio de exhibición temático.
Bajo el comisariado de Martin Josephy, con la colaboración del experto en arquitectura latinoamericana Luis E. Carranza, se ha vertebrado allí una muestra compuesta por dibujos, fotografías y otros materiales del Archivo Barragán e información de detalles biográficos y una cronología ilustrada de la arquitectura moderna en México, con el fin de situar el trabajo de aquel en un contexto más amplio.
La obra de Luis Barragán, hay que recordar, abarca un período de seis décadas entre finales de la década de los veinte y la de los ochenta. Tras atraer la atención internacional con sus primeros edificios en su ciudad natal de Guadalajara, se mudó a Ciudad de México en 1935, donde profundizó en su personal lenguaje arquitectónico, en el que conjugaba el vocabulario internacional del modernismo con elementos tradicionales de la cultura y el paisaje mexicanos, generando formas de expresión radicalmente originales. Entre sus diseños fundamentales podemos destacar la planificación del nuevo distrito de Jardines del Pedregal (1945–1952), en una llanura de lava al sur de la Ciudad de México; su propia casa y estudio (1948), los desarrollos residenciales de Las Arboledas (1957–1962) y Los Clubes (1961-1966). En 1980, recibiría el premio Pritzker.
Los documentos y objetos que forman parte de su Archivo los atesoró el arquitecto durante toda su carrera: hablamos de 13.500 bocetos, dibujos, planos y otros documentos; casi la misma cantidad de copias fotográficas, diapositivas y negativos, y por último, maquetas y muebles. Este cuerpo de material lo puso a la venta, en Nueva York en 1995, el marchante Max Protetch y la Fundación Barragán se haría con él para evitar la dispersión de ese patrimonio profesional. Con el tiempo llevaría a cabo la institución otras adquisiciones complementarias, incluyendo una colección de negativos e impresiones originales del fotógrafo mexicano Armando Salas Portugal, autor quizá de las mejores imágenes de la arquitectura de su compatriota.
Una colaboración anterior entre la Fundación del autor y el Vitra Design Museum dio como resultado la exposición itinerante “Luis Barragán: The Quiet Revolution”, que pudo verse en Weil am Rhein en el año 2000 antes de emprender una gira internacional, que culminó en una exhibición en 2002-2003 en el Museo de Bellas Artes de Ciudad de México. El Vitra Design Museum está planeando actualmente una nueva retrospectiva suya y la Fundación Barragan también está preparando una publicación exhaustiva sobre su obra.
