El Surrealismo y David Lynch

La Universidad de Málaga dedica una muestra al cineasta coincidiendo con el 25º aniversario de su su Festival de Cine Fantástico

Málaga,

David Lynch. Mullholand DriveDesde hace veinticinco años, la Universidad de Málaga viene ofreciendo un Festival de Cine Fantástico de calidad, llamado Fancine, que además de proyecciones organiza encuentros con directores o concursos. Este año, coincidiendo con ese cuarto siglo de la iniciativa (que se celebrará del 18 al 26 de noviembre), la UMA acoge, en las Salas de Exposiciones del edificio de su Rectorado, una exhibición que explora las conexiones del cine de David Lynch con el Surrealismo.

Planteada con un propósito claramente didáctico, la muestra ilustra primero la presencia de ese movimiento en los cortometrajes de René Clair, Fernand Léger o Germaine Dulac, y a continuación se centra en el análisis de la compleja filmografía del director de Mulholland Drive partiendo de sus cortos más conocidos y terminando en sus largos imprescindibles. Uno de los apartados rinde también homenaje a la serie Twin Peaks, que, como Fancine, cumple veinticinco años y que tendrá, según se anunció la pasada primavera, una tercera temporada compuesta por dieciocho episodios.

Se presta también atención a su tratamiento de lo femenino y de la sexualidad, y a sus arriesgadas bandas sonoras, que en algunos filmes parecen adquirir el protagonismo de un personaje más.

La Universidad ha querido explorar las afinidades del cine de Luis Buñuel y Dudley Murphy y de las creaciones de Robert Desnos, Jean Cocteau o Francis Picabia con la poética visual de Lynch, a quien esta exposición sitúa como el gran exponente actual del surrealismo cinematográfico incidiendo además en la formación en Bellas Artes del director, que estudió en la Corcoran School of Art, la escuela del Museo de Bellas Artes de Boston o la Academia de Bellas Artes de Pennsylvania y se dedicó al dibujo y la pintura antes de decidir que lo suyo era la gran pantalla. Por entonces admiraba a Hopper y Bacon.

Si tuviéramos que encontrar puntos en común entre sus primeros trabajos plásticos y sus películas podríamos citar la transgresión, en lo estético, en lo conceptual y en sus intentos constantes por romper “la normalidad”.

Uno de sus cortos en los que el Surrealismo tiene mayor peso es The grandmother, de 1970, sobre un niño que planta una semilla de la que crece su abuela. Tras estudiar cine en Los Ángeles y rodar Cabeza borradora, dirigió la poética y melancólica El hombre elefante, que ya trascendía los géneros y sumergía al espectador en un mundo de extrañeza pese a estar basada en hechos históricos.

En 1984, y por encargo de De Laurentis, se puso al frente de Dune, un filme de ciencia ficción que no sedujo al público, y dos años después dirigió Terciopelo azul, una obra sugerente, policiaca y llena de imaginación. Tras Corazón salvaje y Carretera perdida, parecía que Lynch ya lo había dicho todo; pero estábamos equivocados: en 1999 nos sorprendió con Una historia verdadera, clásica en sus formas pero intensamente poética. Muchos compararon su calidad con la de Mulholland Drive.

 

 

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