El querido México de Manuel Carrillo

El Lázaro Galdiano muestra sus fotos de la colección del Bank of America Merrill Lynch

Manuel Carrillo. Mi querido México

FUNDACIÓN MUSEO LÁZARO GALDIANO c/ Serrano, 122 28026 Madrid Del 4 de junio al 30 de agosto de 2015

Madrid,

Si para acercarnos al México de la Revolución PHotoEspaña nos invita a visitar la primera antología de Tina Modotti en el espacio de Loewe en la Calle Serrano, para conocer a través de la imagen la etapa post-revolucionaria del país podemos acercarnos, desde mañana y hasta el 30 de agosto, al Museo Lázaro Galdiano, que exhibe veintiocho imágenes en blanco y negro de Manuel Carrillo acompañadas de obras de otros fotógrafos estadounidenses y mexicanos que influyeron en su trabajo en cuanto a estética, técnicas, temática o visión del mundo, entre ellos Manuel Álvarez Bravo, Ansel Adams, Graciela Iturbide, Paul Strand (también en la Fundación MAPFRE desde hoy), Edward Steichen o Edward Weston. Todas las obras de la exhibición (cuarenta y nueve) proceden de la colección del Bank of America Merrill Lynch y destacan por combinar valor poético y carácter de documento social.

Carrillo fue uno de los fotógrafos que se esforzaron por apoyar la consolidación de una identidad cultural unificada en México, una visión propia del país hacia su propia idiosincrasia diferente a la percepción extranjera. En sus imágenes retrató vidas cotidianas de gente corriente de las áreas rurales mexicanas, personas humildes en quienes dijo encontrar “el verdadero y representativo pueblo de México”.

Carrillo fue uno de los fotógrafos que se esforzaron por apoyar la consolidación de una identidad cultural unificada en México

TARDÍO PERO PROLÍFICO

No fue un fotógrafo precoz (se inició Carrillo con la cámara cuando se acercaba a los cincuenta), pero sí muy prolífico. Su primera exposición la presentó en Chicago en 1960; estaba compuesta por imágenes de la vida en el campo de México y fue visitada por 100.000 personas, alcanzando éxito de público y crítica. De hecho el artista se consideró norteamericano de adopción: residió durante casi una década, en su juventud, en Nueva York y Chicago, y su conocimiento de ambos países le permitió hacer más amplias y ricas sus interpretaciones visuales y superar los estereotipos a la hora de plasmar rasgos de las identidades culturales mexicana y estadounidense.

Más tarde se le brindarían muestras en Rumanía, Inglaterra, China y Francia. Su producción se desarrolló fundamentalmente entre los cincuenta y los setenta y, aunque no delegó en colaboradores a la hora de revelar e imprimir sus obras, su principal interés fue la composición, no el trabajo que podríamos llamar “de cuarto oscuro”. Amante de la luz natural y usuario de las cámaras Rolleiflex o Mamiyaflex, empleaba horas hasta lograr las luces y sombras que deseaba ; llegó a afirmar que “para lograr una buena fotografía había que armarse de paciencia, tenacidad y mucha película”.

A su muerte se cumplieron sus deseos: Carrillo quería que su obra permaneciese en alguna institución de Estados Unidos, consciente de que ésta era la mejor vía para que se divulgara internacionalmente, y un año después de su muerte, en 1990, la Universidad de Texas adquirió su archivo, compuesto por más de 10000 fotos, negativos, manuscritos, diapositivas y objetos personales.

Ha comisariado la exhibición Stuart A. Ashman, director ejecutivo del MOLAA de Los Ángeles, centro donde estas imágenes de Carrillo ya pudieron verse el año pasado.

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